José era un joven soñador, siempre buscando algo más allá de su alcance. Su vida en el valle era tranquila pero monótona, y sus noches estaban llenas de sueños de lugares desconocidos y maravillas por descubrir.Un día, decidió seguir una leyenda antigua que hablaba de "los cielos más altos", un lugar en lo alto de las montañas donde el cielo y la tierra se encontraban, y donde, se decía, habitaban seres celestiales. Con determinación, José emprendió su viaje. Atravesó bosques espesos, ríos caudalosos y desiertos áridos. Cada paso lo acercaba más a su destino, alimentando su esperanza y su deseo de encontrar algo más grande que él mismo.
Finalmente, después de semanas de viaje, José llegó a los pies de las montañas. Las cumbres parecían tocar el cielo, envueltas en una luz dorada y etérea. Mientras ascendía, el aire se volvía más fresco y el paisaje más sublime. Flores de colores desconocidos adornaban el camino y el canto de aves exóticas llenaba el aire.
En una de las cimas, José encontró un prado extenso y verde, donde el cielo parecía estar al alcance de la mano. Fue allí donde vio por primera vez al ser celestial. Parecía un ángel, con una belleza que superaba cualquier cosa que José hubiera visto. Sus ojos brillaban como estrellas y su voz era melodiosa y calmante.
Durante días, José y el ser celestial convivieron. Pasaron horas hablando, explorando el prado y disfrutando de la compañía mutua. José se sentía en el paraíso. Cada momento con el ser celestial lo hacía sentir más vivo y feliz. Sin embargo, con el tiempo, los sentimientos de José comenzaron a cambiar.
Lo que comenzó como admiración y amistad se transformó en amor. José estaba cautivado, casi hipnotizado por la presencia celestial. Cada gesto, cada palabra del ser, lo hacía enamorarse más.
Una tarde, mientras el sol se ponía, José decidió confesar su amor. Con el corazón latiendo con fuerza, se acercó al ser celestial y le habló de sus sentimientos. El ser, con una sonrisa triste, le explicó que, aunque apreciaba su compañía, no podía corresponderle de la misma manera. Para el ser, José era un amigo querido, pero nada más.
Confundido y dolido, José comenzó a notar detalles que antes no había visto. Fragmentos de conversaciones del ser celestial con alguien más, miradas melancólicas hacia el horizonte y momentos de soledad profunda.
Un día, mientras exploraba una parte más remota del prado, encontró un pequeño santuario. Allí, vio dibujos y escritos que hablaban de otro ser celestial, alguien aún más sublime y lejano. Al juntar las piezas, José comprendió la verdad. El ser celestial que él tanto amaba estaba, a su vez, enamorado de otro ser inalcanzable. En su esperanza de algún día estar con su amor, el ser celestial rechazaba a aquellos que se enamoraban de él, sin darse cuenta de las oportunidades que perdía en su obsesión por un sueño imposible.
El corazón de José se rompió. Sentía que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. La realidad de su amor no correspondido lo golpeó con una fuerza devastadora. Se dio cuenta de que había estado persiguiendo un sueño imposible.
Con el corazón pesado, José comenzó a descender de las montañas. Cada paso lo alejaba más de los cielos más altos y del ser celestial que había capturado su corazón. Recordaba los momentos felices, pero ahora los veía a través del prisma de la desilusión. Esos recuerdos, que antes eran su mayor tesoro, se convirtieron en recordatorios dolorosos de lo que nunca podría tener.
Mientras descendía, José sentía que su amor moría poco a poco, como una flor marchitándose al sol. Al llegar al valle, su corazón estaba vacío, y sus ojos, que antes brillaban con esperanza, ahora reflejaban una tristeza profunda.
En sus últimos momentos, José reflexionó sobre su experiencia. Comprendió que el ser celestial había tenido otros enamorados antes que él, y que habría más después. Todos ellos, igual que él, habían sido atraídos por una belleza inalcanzable, solo para enfrentar el mismo destino de soledad y tristeza.
José aceptó que su amor no correspondido era parte de una lección más grande. A veces, los sueños más hermosos y los amores más profundos son también los más dolorosos. Y aunque había caído de los cielos más altos, había aprendido a valorar la realidad, con todas sus imperfecciones y desafíos.
En un último suspiro, José cerró los ojos, y su amor murió con él, dejando un vacío en los cielos más altos, un testimonio de los amores perdidos y las oportunidades desaprovechadas.
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♡Historias del Alma♡
RandomSumérgete en Historias del Alma, un compendio de relatos que invitan a dejar volar la imaginación y a perderse en mundos diversos. Cada cuento, cuidadosamente escrito, busca atrapar al lector y transportarlo a diferentes universos emocionales y temá...