Esto fue una mala idea, lo supo desde el principio, es de aquellas de las que una persona puede arrepentirse el resto de su vida, estará en boca de tantos, lista para ser repetida como advertencia o simple aviso, pero ¿podía evitarlo?, ¿lo haría hecho de haber podido? Puede que no, y no se encuentra en sus cinco sentidos para imaginar algo diferente, además, formular un pensamiento coherente le hace doler la cabeza y arruina su diversión.
A pesar de la mala idea que le había llevado a esta situación, no podía evitar sentir una extraña euforia dentro de sí. El ruido del motor y el viento que golpeaba su rostro a través de la ventanilla, le daban una sensación de libertad que no había experimentado en mucho tiempo.
La noche es oscura y fría, las luces y el bullicio de la ciudad de Westfield, Nueva Jersey, se van desvaneciendo; son apenas las diez de la noche de un viernes trece de octubre, una noche terrorífica en pleno apogeo, Enid Sinclair estaba borracha hasta los tuétanos, como no ha hecho desde el primer año de universidad, riéndose incluso de la voz seria del locutor en la radio de su vieja Dodge que era conducida por Ajax, quien iba con un porro en los labios, Yoko mezclaba algo en la parte de atrás (toda la camioneta huele a alcohol etílico para este punto), Divina miraba algo en su teléfono, quizá subía las fotos de su última visita a una disco en el centro de la ciudad y Kent, él solo estaba ahí.
Fue una pena que sus otros amigos no pudieran venir.
Es un viaje de fin de semana, la primera vez en mucho tiempo donde logran coincidir con sus estrictos horarios y la cruel vida del adulto joven (con todos ellos esparcidos por el país), la idea original fue de Ajax, lo de añadir alcohol al viaje fue puro ingenio de Yoko, y Kent y Divina trajeron comida mientras que Enid prestó la camioneta para el viaje. Con suficientes hieleras para almacenar hielo, las bebidas y la comida, y trayendo todas sus tarjetas y dinero suficiente, emprendieron su viaje por la Costa Este.
El viaje fue un completo desastre apenas comenzó, pronto todos terminaron muy ebrios, de bar en bar (donde todos parecían conocer a Yoko), mientras que Divina, la única que se mantenía sobria (por los momentos, anunció Yoko en su última parada), se la pasó viéndolos en sus tonterías. Nueva York fue el primero en tacharse en la lista de su viaje y Nueva Jersey iba por los mismos pasos, el destino final sería Vermont, para visitar el viejo Jericó, tras tantos años desde la graduación de preparatoria, llámenlo nostalgia, pero a veces siente que esos fueron sus mejores años.
Ah, la juventud de aquellos días.
El aroma a cerveza y whisky impregnaba el aire, y las risas y los gritos resonaban en el interior del vehículo; Enid tenía la mirada perdida, bebe de su trago, los hielos chasquean entre sí en el interior del vaso desechable, ella los mira como si fueran lo más interesante de su noche. Su cuerpo se balanceaba de un lado a otro dentro del auto en movimiento, sus extremidades pesadas y su mente nublada, la risa salía de su boca de forma descontrolada, como si cada chiste contado por sus amigos fuera la cosa más divertida del mundo.
La vida de un hombre lobo adulto es extraña, la manada se suponía que debía prepararla para ello, no obstante, ella se siente fuera de lugar en cada lugar donde está, sudando la gota gorda para encajar en los estándares de lo que debe ser un hombre lobo hecho y derecho (no quiere pensar en las pocas veces que ha podido transformarse, o en las mañanas donde su madre le recrimina su incapacidad para permanecer en su forma lobuna durante la luna llena).
Pero hoy no, hoy ella se suelta el pelo olvida las noches de desconsuelo, de soledad, y de pura monotonía.
A veces quiere conocer a alguien, encajar... amor, estabilidad, felicidad.
Por ahora, Enid movió la perilla de la radio, buscando algo mejor para escuchar después del fracaso estrepitoso de no encontrar nada de K-pop en las emisoras locales, dando con una emisora de música latina, un ritmo de salsa o merengue llenó el vehículo y ella reconoció la canción de inmediato, empezando chillar de alegría, bailando en el asiento del copiloto mientras vacía el resto de su vaso, un trago hecho con la capacidad de noquear a un caballo, según Yoko, pero ella solo siente cosquillas en la garganta y un dulce sabor en la boca.
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El panteón de los olvidados | Wenclair
Fanfiction"¿Qué demonios pasó?" Es como mejor se define todo esto.