Capítulo 3: sobre el primer trabajo a tiempo parcial de Mozart

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Beethoven contaba los granos de café para asegurarse de que había exactamente 60 granos, ni uno más ni uno menos.

—¿Qué quieres? — preguntó a Mozart, notando su intensa mirada.

—Un "Terranator" — respondió muy serio.

Beethoven dejó a un lado su café para lanzar una mirada crítica al otro ClassicaLoid.

—¿No es un coche de juguete teledirigido? — preguntó.

—Sí, y uno que funcione en todo tipo de superficies — le aseguró Mozart.

—Bueno... si tú lo dices — murmuró Beethoven, sin saber muy bien qué decirle a su amigo.

—¡Imagina todas las posibilidades! La escalera, el jardín, la fuente... — empezó a decir Mozart, con los ojos brillándole al pensar en lo que podría hacer con ella.

—No creo que funcione en el agua, Motes —

—¿Qué quieres decir? En el anuncio pone: todos los terrenos. El agua también es un terreno —

—Sí, bueno, será una exageración. Sobre el agua no irá a menos que sea una lancha rápida o el Jesucristo de los coches teledirigidos —

—¡Sí, sí, sí, mira! — siguió insistiendo Mozart mientras sacaba su teléfono para mostrarle el anuncio —. ¡Mira, mira, mira! —

El del de pelo rosa señaló la pantalla del teléfono e incluso rebobinó el vídeo un par de segundos para volver a escucharlo.

—Eso es un charco, no una fuente. No es lo mismo —

Mozart frunció el ceño.

—¡Basta! Tú no entiendes la grandeza del Terranator, ¡voy a encontrar a alguien que sí la entienda! — exclamó dramáticamente mientras se dirigía hacia la puerta. 

—Buena suerte... ¿Supongo? — murmuró Beethoven sin darle mucha más importancia, volviendo a su café.

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"Mmm... El hecho de que sea fácil de mover en todo tipo de terrenos es sin duda una ventaja. No tendré que salir tan a menudo de mi habitación para recoger paquetes si añado una cámara para ver adónde llevo el coche teledirigido... Aunque las escaleras pueden ser un obstáculo... bueno, no pasa nada, pegaré un dron en el capó" pensó Chopin.

—Entonces.... ¿Qué te parece? — preguntó Mozart.

—Sí... Está bien, sí — respondió sinceramente.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que serías capaz de comprender su potencial! A diferencia de Beethoven, qué hombre tan inculto — afirmó Mozart emocionado, dando saltitos por la habitación.

Arrugó la cara, disgustado por el exceso de ruido y efusividad del austriaco.

—Por cierto, ¿cómo piensas obtenerlo? — le preguntó.

Mozart dejó de saltar y miró a Chopin con confusión antes de preguntar.

—¿Qué quieres decir? ¿Comprarlo, no? —

—Hace año y medio que no pagas el alquiler a Kanae y nunca te he visto comprar nada.... ¿Acaso tienes dinero? — cuestionó Chopin.

Mozart parpadeó un par de veces, pensativo, y luego soltó una risita histérica.

—Bueno... ¿qué hacemos ahora? — preguntó Mozart.

—No sé tú, pero yo tengo dinero — dijo Copin, abriendo el sitio web de Amazon en su ordenador.

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⏰ Última actualización: Apr 19 ⏰

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