Tercera puerta
— ¿Dime, niña? ¿Estás preparada para la tercera puerta? El divisor de almas te consumirá si no eres pura. — El anciano lleva en su regazo a la gata mientras la acaricia.
— No tengo temor. Mi alma jamás pecó contra alguien.
— Estás muy segura. De todas formas, si no pasaras la prueba, tendré para mí solo la barca y para esta gata.
— ¿Qué le molesta mi presencia?
— Para nada. En este lugar, la soledad es tediosa. Hacer este viaje acompañado es más ameno. Simplemente deseo saber qué tan pura es tu alma y tus intenciones. Saber si mereces cruzar al otro mundo.
— Demostraré merecerlo.
— Bueno, de todas formas. ¿Por qué estás aquí?
— ¿Aquí? ¿Muerta?
— Y sin tu propia barca, tuviste que ser un cuerpo abandonado sin las respectivas ofrendas y rituales. ¿Una ladrona? ¿Una hereje? o algo peor...
— Jamás he causado deshonra a los dioses ni a mi familia.
— ¿Entonces, por qué estás aquí?
— Venganza. Fui víctima de una venganza, una injusticia.
— Cuéntamelo todo.
— ¿Todo?
— Todo. Con detalles.
— Pero... ya nos acercamos a la tercera puerta.
— Aún queda tiempo.
— Está bien. Todo comenzó esa noche que conocí a Thabit.
— Sí, sí, eso te dije, las estrellas y sus ojos...
A pesar de que la noche continuó normal en el banquete, seguimos tocando toda la noche y de vez en cuando buscaba a aquel hombre entre los invitados. Dos veces lo encontré mirándome, y me sentí feliz de ver sus ojos. Cuando terminó el banquete y pudimos levantarnos, me acerqué a Urbi.
— Urbi. ¿Sabes quién es ese hombre? —apunté sin miedo ni vergüenza mientras él estaba de espaldas.
— ¿Cuál? —la agarré del brazo y la hice girar.
—Aquel de ojos cafés claros, joven y fuerte. Justo al lado del esclavo, sirviendo.
—Enseguida lo averiguaré. Tú dame unos minutos.
Urbi, al tener una madre tan requerida y popular, conocía a muchas personas. Además, Urbi innovó con la música en los cantos fúnebres. Eran una novedad. Todo el mundo los conocía.
Lo esperé en un rincón mientras tomaba algo de agua. No sentía hambre, y mi pulso se encontraba acelerado. Urbi volvió minutos después con toda la información.
—Su nombre es Thabith, es un soldado. Soltero y bastante reconocido por lo que contaron. —Thabith... —Urbi continuó comiendo mientras me contaba los detalles sin importancia. Su madre murió cuando era pequeño, tiene otros hermanos. Es bastante callado y obediente. Y yo continué mirándolo como una gata desafiante, sin importarme que encontrara mis ojos fijos en él.
No se acercó a hablarme en toda la noche, pero seguía mirando de rato en rato. Y eso me puso muy feliz. Pero yo no sabía que no era la única que se había fijado en él esa noche.
Un grito se escucha, y luego el eco se mantiene en la distancia. El viento cargado de cenizas mece la barca que se agita. Desde donde estamos, el grito proviene de lo que parece una vela que acaba de prender.
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Sanura
Teen FictionSanura está muerta. Y ahora debe intentar llegar al más allá sin que su alma sea devorada.