Sexta Puerta
—Los campos METCHET-NEBT-TUATIU, por ese camino podemos descansar. Lo merecemos después de nuestra lucha— Ra descansa con Bastet en su regazo, aún en forma de gata. El río se encuentra tranquilo y alrededor de nosotros flotan nenúfares azules y blancos. Cientos de ellos. Yo me mantengo callada. Esperando que me de permiso para seguir hablando— Sanura ¿Porque tan callada? Creí que habías entendido que aquí somos dos almas viajando. ¿No te lo he demostrado durante las anteriores cinco puertas?
—Si...
— Anda, dale a esta niña algo de tranquilidad— Bastet salta de su regazo, se frota un poco y se echa encima de mí. Yo con total admiración comienzo a acariciar su lomo.
— La forma en que acaricias a Bastet es la forma en la que siempre has acariciado a todo gato que te ha rodeado, con respeto y admiración. ¿A qué le tienes tanto miedo?
— Recordé dónde está mi cuerpo y me siento enojada y avergonzada.
—Todos son indignos si lo ponemos así. Y no vamos destruyendo a toda la humanidad por sus errores con bolas de luz solar. Mucho menos almas. Bueno, al menos no yo, ese no es mi trabajo. Ni tampoco el trabajo de Bastet. Cuando estés frente a Anubis y Osiris puedes ponerte en ese papel de niña asustada.
—Gracias, supongo.
Hemos llegado aquí sin más percances, y la barca se detuvo en la orilla del río, justo a unos pasos de la entrada a un templo dedicado a Osiris.
—No hay nadie aparte de nosotros —comentó mirando alrededor—. Pero sí veo una barca vacía.
—Seguramente fue un alma devorada por Ammyt que no pudo volver... ¿Estás lista, Sanura?
— ¿No entrarán conmigo?
—En realidad, no tengo la obligación de pasar el juicio. Ni ninguna de las pruebas, pero en esta ocasión tenía una espectadora. Puedo entrar contigo, pero no puedo ayudarte. ¿Entiendes?
—Sí. Es solo que desearía que pasen —los miró a ambos, al Dios Ra y a la Diosa Bastet—. Mi muerte fue demasiado solitaria. Quisiera no estar sola en estos momentos, pase lo que pase.
—Creí que estabas segura de tus acciones mientras estabas viva.
—Sí. Pero hay cosas que sí hice no a propósito que me preguntarán... ¿Cómo si alguna vez contaminé el agua del Nilo? Y sí, era muy niña y a veces nos bañamos en el río. A veces hice llorar a Kontar o Mert. Y no tengo el amuleto que protege mi corazón del juicio.
—Exageras, esas son malas interpretaciones. No van a castigar tu alma por hacer llorar a tu hermana. Imagínate, nadie pasaría la prueba. Pero si deseas que entremos contigo, lo haremos.
—Y... ¿continuaremos el viaje?
—Si no devoran. Lo cual espero no suceda porque aún no sé el final de tu historia.
—Si no me devoran. De acuerdo —les sonrió.
Sanura, junto con el Anciano y la gata Bastet, avanzan hacia la Sala de Osiris. El ambiente en el templo es solemne, y la presencia de los dioses se siente en cada detalle. Sanura se acerca a la balanza y observa detenidamente los nueve dioses en los escalones y las cabezas de antílopes africanos colgando del techo. La figura de Osiris, sentado en su trono y sosteniendo el signo de la vida y un báculo, domina la escena.
— ¿Estás preparada, Sanura? —pregunta el Anciano con seriedad.
—Sí, estoy lista —responde ella con determinación.
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Sanura
Teen FictionSanura está muerta. Y ahora debe intentar llegar al más allá sin que su alma sea devorada.