Capítulo 1: Primer día de clase

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Tierra trágame. Creo que no hay mejor comienzo ni definición para nuestra historia. La historia que comenzó de la manera más sencilla e inesperada posible, y que hoy podría ocupar todos los periódicos del pueblo: Aiden y Althea, "a" al cuadrado. ¿Quién querría perderse nuestra historia? Quizás estéis pensando en la típica historia de amor, sí, la típica historia romántica en la que dos personas se conocen de forma accidental en una cafetería o, mejor aún, en una estación de metro mientras uno de ellos lee y el otro le pregunta sobre el libro como si realmente conociera esa historia o hubiera escuchado hablar de ella más allá de en ese instante de coincidencia.

Lo nuestro iba mucho más allá. Mucho más de las historias corrientes de amor, de los cuentos clásicos de parejas enamoradas que terminan juntos después de la primera cita, la cena, el restaurante... Pero creo que para entenderlo necesitáis poneros en situación.

8 de septiembre, primer día de clases.

Althea apaga la alarma con furia. Es la tercera vez que escucha el sonido ensordecedor de una alarma que deja de sonar. Una y otra vez. Así hasta tres veces. Su hermana gemela, Charlotte, le ha dicho a voz en grito que la apague, como si no se hubiera percatado del molesto tintinear del despertador. A tientas, la muchacha trata de encender la lámpara de la mesilla, por poco tira el vaso de agua sobre su libro favorito y encima del móvil. Genial, buen comienzo de curso. Cansada, trata de despertarse mientras se despereza en repetidas ocasiones. Tiene bastantes ganas de comenzar el curso, y, aunque este año cambiará de clase, cree que le tocará en la misma que Aiden. Y os preguntaréis, ¿quién es Aiden? Pues veréis, ese capítulo de la vida de Althea aún no toca leerlo, pero lo resumiremos en que, a sus veinte años de edad, le ha dado tiempo a estudiar cada paso, cada movimiento de ese chico que conoció con seis años y que le sigue gustando como el primer día. Aunque nunca hayan hablado, aunque hayan pasado desapercibidos al cruzarse en los amplios pasillos del Rose School. Althea mira la hora. ¡Imposible! ¡Debe estar soñando! No puede creerse que, a pesar de las mil alarmas se haya quedado dormida el primer día de clase. Ahora tendrá que correr si pretende llegar a tiempo después de arreglarse más o menos, tardando el tiempo que tenía pensado.

Su madre pregunta desde abajo si va a desayunar.

¡No, mamá!- enuncia a voz en grito.

Ya puede correr si pretende parecer una alumna en su primer día de clases y no una persona recién levantada que acude medio en pijama a la primera clase del curso.

Menos mal que decidió escoger la ropa anoche. Althea coge su vestido de tirantes amarillo pastel con margaritas blancas y se viste, no sin antes comprobar que, efectivamente, las sandalias blancas con un poco de tacón que había seleccionado para ese vestido encajan perfectamente con los tonos del mismo. Después se sienta en su tocador y, durante los siguientes quince minutos, se dedica a tratar de conseguir un maquillaje natural. No le apetece ir muy recargada, pero sí bastante arreglada. Es su último año de instituto y quiere vivir al máximo cada día de clase. Cuando termina, se asoma a la habitación de Charlotte, quien le dedica una mirada cómplice y una aprobación total a la ropa de su hermana. Ella tiene un estilo diferente, y se ha decantado por unos vaqueros azules de tiro alto y una camiseta ajustada verde militar, que ha colocado por dentro de los pantalones. De zapatos, sus Converse favoritas. A pesar de los diferentes estilos, son bastante parecidas, y tienen una relación tan especial que siempre requieren que la otra apruebe su vestimenta antes de salir. Como de costumbre, es Althea en esta ocasión quien hace varios cumplidos a su hermana antes de coger su bolso y salir ambas apresuradamente de la habitación. Después de despedirse de sus padres y de Nick, su hermano pequeño (bueno, no tan pequeño, acaba de cumplir dieciséis años), ponen rumbo al instituto. Objetivo: disfrutar del primer día de clases. Obstáculo: madrugar, nueva clase y... Aiden. Aiden, Aiden, Aiden. Llevaba todo el verano sin pensar en él pero... ¿qué está pasando? Las gemelas caminan juntas por el pasillo, y, después de entrar Charlotte en su clase, la primera del pasillo, es el turno de Althea. Nada más entrar ve a varias de sus amigas, a quien saluda con un cálido abrazo, y rápidamente todo el mundo se sienta cuando llega el profesor. Empieza la primera hora. Parece que este curso va a ser tranquilo. Pero cuando va a cerrar la puerta... no puede ser. Se equivocaba, puede que no vaya a ser tan tranquilo como pensaba.

PÍDEME LA LUNAWhere stories live. Discover now