Time to scape

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Camila no sabía cómo, pero necesitaba hablar con alguien urgente acerca de sus sospechas. Camila era la psiquiatra del Joker, recientemente había notado un comportamiento sumamente extraño en él. Lo había comenzado a tratar desde hacía un año ya, secretamente era su paciente favorito. Al principio le costó admitir que se sentía atraída por él, después de mucho autoanalizarse admitió que le gustaba. Una vez admitido su atracción a sí misma, nunca dejó que ello obnubilara su profesionalismo. Lo veía solo como un incentivo para ir a Arkahm. Poca gente ya la sorprendía, luego de cinco años atendiendo en un consultorio se había decidido que necesitaba otra cosa en su vida, un cambio. Ya no recordaba cómo había terminado trabajado en el asilo de Arkahm, bueno en verdad sí recordaba pero prefería no.

-¿Hoy no me harás preguntas? En nuestra última sesión te había contado mis años universitarios, esperaba que hoy pudiéramos continuar con algo de tu vida. Tu infancia por ejemplo.-

Joker solo la miraba, sonreía y la miraba.

-Wow, has logrado algo que no creí que sentiría contigo, me estás dando más miedo callado que cuando hablas acerca de cómo te gustaría acabar con Batman.-

-AHJA-JA-JA-JA. Dra. Morris, no es a mi a quien debe de temer. Ya no. Solo eh... he estado pensando. Mucho de hecho, en usted. –

Camila se removió incómoda en su asiento, seria, intentando no demostrar ni un ápice de emoción en su rostro.

- ¿Y qué has estado pensando?-

El Joker apartó su mirada de ella y se posó en la ventaba por donde entraba un poco de luz, y sin apartar la vista de la ventana le dijo muy seriamente.

-Si es tan inteligente como creo que es, no venga a nuestra próxima sesión.-

Seguidamente la miró y comenzó su risa que la helaba. Era la risa de una persona trastornada.

-Bueno, dejaremos nuestra sesión por hoy... emmmm...- Y el continuaba con su risa macabra.-Señor Jok...-

Le iba a decir que lo vería la próxima semana pero salió molesta. Pocas eran las veces en las que no podia entablar una conversación con él, cuando él era impermeable hacia ella. Se fue enojada, pero a medida que iba manejando hacia su departamento meditó lo que le había dicho.

-¡Que idiota que soy!-

Y desvió su camino hacia la estación de policía.

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-¿Estás segura de que se escapará?-

Gordon le preguntó. Solo confiaba en el, Gordon la conocía de pequeña. El padre de Camila era un conocido Fiscal, de los pocos y casi extinguidos fiscales no corruptos que de Gotham. Antes de morir le dijo que no confiara en nadie más que en Gordon en esa ciudad.

-Bueno... no del todo pero no iba a estar tranquila si no te lo contaba. Estuvo extraño en toda la sesión, creo que quiere... sonará extraño lo sé, pero creo que quiere... cuidarme. No lo sé la verdad.-

El policía la miró extrañado.

-Por favor dime que no habras caído en sus garras.-

-Claro que no! No te estaría contando todo esto, verdad? Ya sé cómo terminó su última psiquiatra, pero conmigo no pudo, no puede. Te lo aseguro, no siento nada hacia el. Solo es un paciente más, y un delincuente. Eso lo tengo muy en claro.-

-Está bien, veré qué puedo hacer. El próxima martes sería no?.-

-Sí. El próximo martes.-

Se despidieron no sin antes Gordon dale consejos de autoseguridad, le recomendó que no fuera pero ella no le aseguró nada. No aceptaba ordenes, y mucho menos se iba a dejar intimidar por un delincuente. En el fondo era una rebelde y sabía que iba a ir igual. No tenía miedo.

El fin de semana pasó tranquilo, estaba un poco preocupada y ansiosa a que llegase en martes, no sabía con qué se iba a encontrar, esperaba que todo fueran ideas suyas.

Ese lunes por la noche no pudo dormir, pensaba y no dejaba de pensar. Se levantó más temprano de lo usual, se dio una ducha que aclaró un poco su mente, pero no tanto, eligió cuidadosamente su ropa y salió más temprano de lo usual.

Había llegado una hora antes de lo usual, no notó nada raro. En la entraba la seguridad era la misma, ingresó por varias puertas blindadas hasta llegar a su oficina. Para distraerse se puso a ordenar su trabajo y algo de los informes atrasados. No había pasado ni media hora de su llegada cuando escuchó gritos. Miró sobresaltada hacia la puerta que estaba cerrada y se quedó inmóvil por unos segundos queriendo escuchar de dónde provenían esos gritos y quería distinguir algo de todos los alaridos. Se apresuró hacia la puerta para cerrarla pero de un fuerte estruendo fue abierta. Se asustó como nunca antes, más al ver como varios pacientes con sus uniformes blancos se acercaban a ella.

-Buenos días Doc... nos ha extrañado?-

Intentó no entrar en pánico, no estaba acostumbrada a ver a esos pacientes fuera de sus celdas, sin algo que los sujetase. La mayoría eran violentos, incluso ejercían violencia sobre ellos mismo, por eso varios escenarios se cruzaron por su mente cuando los vio que se acercaban a ella, como si estuvieran acorralando a un cachorro.

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El Joker corría hacia la salida con sus hombres que lo habían ido a buscar.

-Vamos muchachos, un año en Arkham encerrado fue más que suficiente, no me gustaría tener que dejarlos aquí. AH-JA-JA-JA.-

Su risa y su paso se detuvieron en seco, estaba pasando por uno de los corredores cuando vio una de las puertas de la enfermería abierta. Había un revuelo de pacientes, era de esperarse si todos los guardias estaban o muertos o inconscientes, estaban todos extrañamente exaltados en torno a una de las mesas. En medio del escándalo escuchaba el gemido de alguien, de una mujer. Cuando entró a la sala los locos no tan locos hicieron silencio a su paso y callaron, otros que ya sus mentes no eran de este mundo seguían gritando. Era la Doctora Morris. En medio de su huía se había olvidado por completo de ella, dudó por unos segundos, mientras la veía en esa camilla como nunca antes se la había imaginado, amordazada y atada moviéndose como un animal que quería escapar del peligro. En el fondo molesto pero nada sorprendido de que no le hubiera hecho caso, se acercó a ella serio.

-Shhh... shhh... No esperaba verla aquí hoy Doctora. Qué decepción, pensé que era más inteligente.-

Al verlo dejó de moverse, su respiración era agitada, estaba seguro de que si ponía la mano sobre su pecho sentiría su corazón golpeando con fuerza.

-Es nuestra!.-

-Si! La Doc es nuestra!.-

Un coro de lunáticos comenzaron a gritar, aplaudir, y vitorear. No los culpaba, en el fondo era de las pocas doctoras que los trataba con demostrando un verdadero interés. No tenía tiempo para eso, lo pensaría más detenidamente todo, luego, por lo pronto siguió su primer impulso. Sin mediar palabra le disparó a los pacientes que estaban más cerca de ella.

-Lamento ser el aguafiestas, pero la Doctora debe atenderme primero a mi... AHJAJAJA.-

Soltó sus ataduras, sin sacarle la mordaza y sujetándola fuertemente del brazo la llevó prácticamente a rastras. Camila no se impuso a dejarse llevar, era la mejor opción, el Joker o una sala llena de pacientes trastornados que quién sabe qué cosas planeaban hacerle.

Cuando llegaron a la terraza sí, al ver el enorme helicóptero y en un momento de lucidez quiso zafarse del agarre de él pero solo consiguió que la sujetara más.

-No lo hagas más difícil.-

Dijo enojado y fastidiado. Antes de que le cubriesen la cabeza, lo último que pudo ver fue los móviles policiales que estaban llegando a Arkham.

Estaba tan aterrada, su adrenalina le corría junto con el temor, nunca se había sentido tan vulnerable en su vida. Se creía una mujer fuerte y poderosa de sí misma, pero en esos momentos sintió un cambio de roles. El Joker siempre era el que estaba con la camisa de fuerza, ahora era ella la que estaba vendada y esposada. Su vida pendía de las manos de un hombre con una inestabilidad emocional como la de un barco en una tormenta.     

Bullet proof soulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora