Un pequeño gesto

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La carrera ha generado que tenga gran cantidad de estrés todos los días del año. Decidí inscribirme en el Crossfit del vecindario, el cual me quedaba muy cerca, para hacer actividad física y olvidar al menos por un momento la cantidad de carga académica. 

Como es de esperar, el primer día, a los diez minutos, tenía tantas náuseas, que tuve que parar el entrenamiento para respirar. Era tan fuerte, que para el día de mañana decidí no ir. Sin embargo, necesitaba hacer algo por mí misma, el haberme confesado a dos chicos, y que me hayan rechazado, hirió mi autoestima, y quería de cualquier manera hacerme más fuerte. 

Septiembre, octubre y noviembre, fueron meses de extremo cansancio, junto con el entrenamiento, que decidí darme un tiempo, para organizar mi vida, y olvidar el dolor del rechazo. 

Llegó Enero, como buena creyente de nuevo año, nueva yo, regresé al Crossfit, Toni, el entrenador me recibió con los brazos abiertos, y yo seguí con mis ejercicios, desde 0, el dolor que al principio era insoportable, cada vez desaparecía y se volvió algo casi insignificante.

Casi terminado el mes, vi a un chico, Sebastián, entrenando al fondo del local, me llamó la atención, era atractivo, pero me limitaba a mirarlo de lejos, y cuando hacía sentadillas con la barra, se acercó a mí y me ayudó a levantarla, eso hizo que mi corazón se agitara, hace mucho tiempo, nadie me hacía sentir esa sensación, mucho menos después de mis decepciones amorosas. 

Y si amigos, empezó lo que yo creí mi historia de amor, pero se transformó en algo muy inesperado. 

Nunca fui tu novio de alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora