Un pedazo de mi alma [Tom Riddle | Voldemort]

~Prologo~

NOTA DEL AUTOR: Si algo está en 'cursiva', entonces Peony lo está diciendo mentalmente.

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Lady Peony Potter siempre supo que era diferente.

Tenía el pelo negro alborotado y ojos verdes del color de las esmeraldas. Ella no intentó meterse en problemas. No, simplemente la encontró.

El día que le arrojó una boa constrictor a su primo Dudley había sido un puro accidente y el día más feliz de su vida.

Era una niña solitaria, que a menudo hablaba sola por aburrimiento. Podía tener debates enteros consigo misma, en su cabeza, mientras hacía las muchas tareas que requerían su tía y su tío. Un lado del debate siempre fue más racional y amable, el otro más cruel.

Cuando las cartas de Hogwarts comenzaron a aparecer, su lado más arrogante susurró que esto era parte de su especialidad, lo que la diferenciaba. Cuando Hagrid le dijo que era una bruja, ella estaba mitad duda, mitad triunfo.

Sabía que había algo diferente en ella, simplemente lo sabía.

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Gringotts le envió su anillo de Lady Potter a Hogwarts, con un informe sobre sus muchas cuentas.

Al parecer era muy rica. Su familia ocupaba un puesto en el Wizengamot que ella ocuparía algún día.

Tal vez no debería haberla emocionado como lo hizo, pero lo hizo.

Se dio cuenta de que incluso cuando los sangre pura de Slytherin se burlaban de ella y la atormentaban, la llamaban Lady Potter. Mantuvieron una distancia respetable. Hicieron una reverencia y una reverencia, y ella aprendió a corresponderlas.

Aprendió a vestirse, a peinarse y a dirigirse a sus compañeros. Peony atesoraba el respeto que le brindaban y lo ofrecía a cambio. Pasaba gran parte de su tiempo libre en su cama, leyendo libros sobre la cultura y las familias de los sangre pura. Fue realmente fascinante. Era una fijación que nunca cedía del todo.

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Tom Riddle era guapo. Injustamente guapo.

El tipo de guapo que se te quedó grabado en la cabeza y se repitió todo el día.

Cuando Peony clavó el colmillo en el diario y él gritó de agonía, tuvo que admitir que había una pequeña parte de ella que estaba triste por verlo partir.

Mientras Peony yacía en la enfermería, se le ocurrió algo.

Tom ... sólo Tom.

Ni el heredero Tom Riddle ni Lord Tom Slytherin. Era su. Su título.

¿Por qué nunca lo había reclamado?

Era la última noche del segundo año de Peony.

Había estado debatiendo consigo misma durante la última hora.

'Conoces el hechizo. Es sencillo. Hazlo ahora, para que no te hagan daño este verano.

"Requiere magia oscura", argumentó Peony consigo misma. "La magia oscura es mala".

'Esos muggles son malos. La magia oscura puede salvarte. Sabes que tienes un don para ello. Estás envejeciendo. ¿Crees que el abuso no tomará un tono más oscuro? Haz el hechizo. Sabes como.'

Peony tragó saliva y arrastró la daga ritual por su palma. Le cortó el cuello al pájaro que capturó precisamente con este propósito y mezcló su sangre.

Dijo las palabras, en un lenguaje muerto hace mucho tiempo, mientras derramaba la sangre sobre su cuerpo y disfrutaba de la ráfaga de magia que la invadía.