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❝Un alfa siempre tiene que satisfacer a su omega❞
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Los rumores en el pueblo de tortillaland volaron como una ráfaga violenta al haber presenciado un desorden público en pleno acto eucarístico del profeta.
Juan, el hechicero, había comenzado a quejarse por el inicio de un malestar un poco violento que gradualmente comenzó a ir en aumento cuando su aroma a omega en celo se dispersó por toda la capilla. Algunos alfas presentes reaccionaron al olor tan llamativo del castaño haciendo del momento un completo alboroto.
Juan, con ayuda de Noni pudo salir del lugar, corriendo a duras penas con sus piernas temblorosas, podía sentir su lubricante natural escurrir de forma lenta por sus muslos, nublándole aún más sus sentidos. El omega no entendía porque su celo se había adelantado, se suponía que este no llegaría hasta dentro de dos semana.
Sus rápidos pasos y calientes suspiros era lo único que se escuchaba en el camino directo a su santuario, necesitaba esconderse en su habitación hasta que su deseo carnal se vea aplacado por el sentimiento de soledad al cual estaba acostumbrado al ser un omega soltero.
Ya en el ascensor de su montaña pudo sentir un poco más de calma, al estar en un espacio cerrado sus suspiros pesados comenzaron a empañar sus lentes por la humedad. Podía sentir como todo su cuerpo estaba húmedo, ya sea por el aumento de calor corporal, el sudor por haber corrido tanto o su goteante entrada que gritaba por ser llenada.
