01. Long Live...

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"Recuerdo que había una pequeña esfera de nieve con un pingüino dentro. Era pequeño e indefenso, sin nadie que lo cuidara, solo, en una pequeña jaula que aparentaba ser agradable.

Por alguna razón, me preocupaba con él.

En mi mente de niño de 3 años, él estaba esperando a su familia.

Me pasaba horas viéndolo, esperando que su familia volviera por él.

—No te preocupes amor— dijo mi madre mientras me revolvía el cabello con ternura, la volteé a ver con duda a lo que ella solo me sonrió —él está bien, vive en su mundo perfecto... tal vez esté un poco solo pero su mundo es bello— en ese momento sacudió la esfera provocando que la nieve dentro de ella empezaba a caer, mis ojos se iluminaron, esa simple escena me pareció lo más hermoso que había visto mi corta edad —además él no está solo,— continuó mientras me abrazaba —tu lo observas todos lo días y eso lo hace sentirse importante, tu atención es lo único que necesita, por eso su mundo es perfecto, tu no solo eres su único amigo fiel, eres su familia.

—¿Ah si?

—Sí... y junto a su hermoso hogar... ¿no crees que se siente dichoso?

Una sonrisa se dibujó en mi rostro, me sentí especial por ser amigo de ese pingüino.

Si tan solo hubiera entendido que mi madre se refería a ella misma... me hubiera sentido mucho más especial.

—Sí— asentí sonriente.

Dije: "recuerda este momento"
En lo profundo de mi mente

"Mis padres decían que cuando cumplí 5 años, al apagar las velas mi deseo fue tener un hermanito. Ambos se miraron tristes, pero bastó una sonrisa de parte de mi madre para hacer entender que no tenían nada que perder.

Esa misma noche, mi madre me contó una historia que en su momento no entendí del todo pero aun así me fascinó.

Me contó que después de tener a mi hermana, ambos querían tener la parejita, fue así como ambos hicieron la carta para que la cigüeña llegara nuevamente a sus vidas. Pero la torpe cigüeña se perdió y nunca pudo entregar con el bebé.

Mi madre se había entristecido mucho, y decidió no tener más hijos, mi padre lo respetó, pero después de un año volvieron a enviar la carta. Está vez fueron más específicos en la carta, pidiendo una cigüeña capacitada y con experiencia, revisaron el GPS durante los nueve meses, fueron cuidadosos al extremo.

Finalmente, al cumplir los nueve meses exactos la cigüeña llegó conmigo. Dijo mi madre que al momento de llegar se formó un arcoíris a lo lejos. Por eso siempre me llamaba así: Niño arcoíris.

Me dijo que iban a tomar las mismas medidas que conmigo, y aunque no me prometía nada, dijo que haría lo posible para darme un hermano.

Muy lindo lo sé.

Tuve que crecer para entender lo hermosa que era esa historia.

Cuando tenía 6 años, nació mi hermanito Carlos Ochoa Acevedo. Cosa que desde el momento que lo vi juré que lo amaría más que mi propia vida, a diferencia de mi hermana que su primer comentario fue —¡Qué fea está!

—No mi amor, es niño, es feo.

—¡Guillermo!"

Era el final de una década
Pero el comienzo de una era

"Recuerdo que le hicimos una gran fiesta a mi hermano al cumplir su primer año. Aunque él no la recordaría nunca, yo siempre lo haré como un momento muy importante.

Desde mi cielo (Mechoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora