03. Tomorrow

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La mayoría de asesinos seriales en México
 no son descubiertos por una investigación,
siempre es por accidente.

6 de diciembre del año 2000

Eran las 6 de la mañana y su alarma había sonado antes de tiempo, normalmente tenía otra hora.

El ruido de su despertador lo aturdió momentáneamente llevando una mano a su cien, ni siquiera había aún luz de sol por la ventana de su cuarto. Tomó su cobija y haciéndose bolita se dispuso a volver a dormir, cerró los ojos y dejó que el cansancio de su cuerpo lo volviera a arrullar.

Hasta que una trompeta sonó en su oído.

Se levantó alterado pegando un fuerte grito. Su corazón empezó a latir con gran velocidad mientras miraba a su alrededor, hasta el sueño se le había ido. Hasta que escuchó una risa en el costado de su cama.

Su hermano se había levantado temprano solo para despertarlo.

La sonrisa del menor se borró en cuanto vio que su hermano mayor lo miraba no muy contento, por lo que dejó la trompeta con los colores de la bandera y se echó a correr mientras gritaba.

Guillermo lo correteó por toda la parte de arriba de su casa (donde solo eran los cuartos y el baño).

Carlos le interpuso el mueble de uno de los teléfonos para que su hermano tardara más en bajar pues sabía que no lo iba a aventar.

Y así fue, Guille no lo aventó pero si lo esquivó sin tirarlo.

Bajando las escaleras de dos en dos persiguiendo a su hermano, llegando al comedor donde su padre apenas iba a prender la tele y su madre se dirigía a la cocina a preparar el desayuno.

—¡MAMÁ! ¡MEMO ME ESTÁ HACIENDO COSAS!— gritó el pequeño corriendo a la ventana que daba a la calle frente al comedor.

—¡ÉL EMPEZÓ MAMÁ! ¡CASI ME MATA DE UN INFARTO!— replicó Memo al otro lado de la mesa tratando de alcanzar a Carlos, cada que iba a la derecha el menor iba a la izquierda, y viceversa.

En cierto momento, Carlos logró engañar a su hermano y salir corriendo a la sala donde estaba la tele y su padre.

—¡Ustedes dos, ya apláquense!— regañó su padre con voz firme pero no le prestaron mucha atención y se siguieron correteando —¡Hey, niños ya!

En eso Natalia salió de la cocina, ya la había puesto alerta el escándalo desde hace rato pero ya se estaban extendiendo demasiado.

—¡Niños!— exclamó alto haciendo que ambos niños se quedaran quietos mirándola, a lo que su padre dejo salir una ligera risa —¿Se quieren callar? Es muy temprano para que estén haciendo sus teatritos.

—¡Él empezó!— apuntaron ambos hermanos el uno al otro.

—¡No me importa quien empezó!— ambos hermanos bajaron la mirada, la mujer dirigió la mirada a su hijo menor —¡Carlos! Ya te he dicho dejes de molestar a tu hermano. ¡Yo no sé de donde estás sacando esa pinche maña!— el menor bajó la mirada, por su parte, su madre ahora dirigió su mirada a su hijo mayor —¡Y tú Guillermo!— este tragó en seco —Ya estás grandecito para seguir persiguiendo a tu hermano por toda la casa, ¡Tú también ya déjalo en paz!

Ambos asintieron levemente con la cabeza baja.

—¿Por qué tanto grito?— se quejó Ana bajando las escaleras aún con la pijama y sin maquillarse.

—Ya que los tres ya están despiertos,— agregó el padre de los jóvenes —¿por qué no se empiezan a alistar para ir a la escuela?

—¡No!

Desde mi cielo (Mechoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora