La lluvia golpeaba las ventanas del apartamento de Camila con insistencia, como si tratara de arrastrar consigo los recuerdos que habían permanecido ocultos durante tanto tiempo. Sentada frente al viejo escritorio de madera, Camila sostenía una fotografía en blanco y negro entre sus manos temblorosas. Era una imagen desgastada por el tiempo, pero los rostros que la habitaban aún eran reconocibles: el de su madre y el de su padre.
Con un suspiro, Camila cerró los ojos y se dejó llevar por el torbellino de recuerdos que la envolvía. En su mente, las imágenes del pasado cobraron vida una vez más, como escenas de una película antigua.
Era una tarde de verano en la casa de campo de sus abuelos, el sol brillaba en lo alto y el aroma de las flores llenaba el aire. Camila era solo una niña pequeña, correteando por el prado con risas inocentes mientras su madre la observaba con una sonrisa llena de amor. Pero detrás de esa sonrisa se escondían sombras de dolor y preocupación que Camila no comprendía en ese entonces.
El flashback la llevó a otro momento, uno más oscuro y sombrío. Camila tenía trece años ahora, y su familia se había reunido en la sala de estar con expresiones sombrías. Su madre estaba sentada en el sofá, con lágrimas en los ojos, mientras su padre intentaba consolarla en vano. Fue entonces cuando Camila supo que algo estaba mal, que la enfermedad que había estado acechando en las sombras finalmente había reclamado a su madre como su víctima.
El dolor de aquella pérdida aún estaba fresco en la mente de ella, como una herida que nunca terminaba de cicatrizar. Pero también había aprendido a encontrar fuerza en su dolor, a seguir adelante a pesar de las sombras que la acechaban.
En ese instante, un recuerdo más se abrió paso en la mente de Camila: la pelea trágica con su pareja en el día del cumpleaños de su madre, hace tiempo fallecida. Las palabras hirientes, los gritos de frustración, la sensación de estar atrapada en un torbellino de emociones abrumadoras. Fue un momento oscuro que había intentado enterrar en lo más profundo de su ser, pero que ahora resurgía con fuerza.
Justo cuando Camila intentaba recomponerse, la puerta de la habitación se abrió lentamente y su padre entró con pasos silenciosos. Su presencia era reconfortante, como un faro en la tormenta. Se sentó a su lado y, con un gesto cariñoso, tomó una de las fotografías del álbum entre sus manos.
"Recuerdo cuando eras pequeña y solías correr por el jardín persiguiendo mariposas", dijo su padre con voz suave, como si estuviera tejiendo un hilo de luz en medio de las sombras del pasado. "Tu madre solía mirarte con tanto amor en esos momentos. Eras su pequeño rayo de sol en los días más oscuros".
Las palabras de su padre resonaron en el corazón de Camila, trayendo consigo un torrente de emociones que no había sentido en mucho tiempo. A través de las lágrimas, vio a su padre sonreír con ternura, y supo que, incluso en los momentos más difíciles, siempre habría amor y apoyo a su alrededor.
Justo en ese momento, el sonido de su teléfono rompió el silencio de la habitación. Era una llamada de Pau, un viejo amigo de Barcelona que había estado a su lado durante muchos años. Prácticamente desde que convivían juntos en la Masía del FC Barcelona. La voz de Pau era cálida y reconfortante al otro lado de la línea, como un rayo de sol en medio de la tormenta. Camila sintió un destello de alegría en su corazón al escuchar su voz, recordándole que, incluso en la distancia, nunca estaba sola.
"Pau, ¡qué sorpresa escucharte!", exclamó Camila con emoción. "Ha pasado tanto tiempo desde nuestra última conversación. ¿Cómo estás?"
"Te diría que bien, pero echo de menos tu presencia en casa", añadió Cubarsí.
La conversación con Pau fluyó como un bálsamo para el alma de Camila, trayendo consigo recuerdos felices de tiempos pasados en Barcelona y un sentido renovado de conexión y amistad en medio de la oscuridad.
Y mientras la lluvia continuaba su danza melancólica fuera de la ventana, Camila se sintió lista para enfrentar los desafíos del presente, armada con los recuerdos de su pasado, el amor de su familia, la amistad de Pau y la certeza de que nunca estaría sola en su camino.
"En el vaivén de la vida, recuerda: nunca estás solo, pase lo que pase."
ESTÁS LEYENDO
The Way I Loved You [ Héctor Fort ]
Teen Fiction- Hablabas con ellas mientras estábamos juntos, Héctor. -dije con la voz rota-. Me fui de aquí porque quería una vida sana, lejos de ti -suspiré- Quise enamorarme de nuevo - le miré directamente a los ojos- pero se me hace imposible, porque yo te q...