Capítulo 2:

7 3 0
                                    

Lo habían estafado. Se suponía que la muerte era tranquila. Sin dolor, sin sensaciones, sin nada. Solo oscuridad.

Alan tenía miedo de abrir los ojos y descubrir que de alguna manera había sobrevivido. Recordaba perfectamente como la bala había entrado en su cuerpo, como había visto a los niños alejarse corriendo, como se había quedado sin fuerzas para seguir viviendo, como había dejado de respirar. Lo recordaba todo perfectamente.

Entonces ¿POR QUÉ NO ESTABA MUERTO? ¿Por qué sentía sus heridas cerrándose, la textura de un suelo extraño debajo de él, su olfato asaltado por un olor que solo se podría describir como de otro mundo y un sonido estridente que llegaba a sus oídos? ¿Por qué se sentía lleno de energía, tanto física como mental, cuando debería ser lo contrario? Y sobre todo: ¿Por qué escuchaba esas pequeñas voces cerca, cuando cualquier miembro de pandilla hubiese acabado con él si supiera que estaba vivo? Y definitivamente sabían que estaba vivo.

Primero analizó las posibilidades:
1-Podrían estar esperando a que despertara para matarlo.
2-Podría estar en el hospital (muy dudoso), porque alguien avisó a las autoridades (aún más dudoso).
3-Podrían haberlo salvado (tal vez la pandilla rival, o los niños o cualquier otra persona.).
4-Podría estar pasando algo que no tenía ninguna explicación.

De cualquier manera era necesario abrir los ojos, así que eso hizo. La vista repentina era algo para apreciar. El cielo era azul, y la tierra también conservaba su color... Si no mirabas muy lejos.

A unos cuantos metros el cielo y la tierra se dividían en múltiples secciones de colores: desde rojo hasta negro, pasando por el azul, el amarillo, el rosado, entre otros. Era una vista maravillosa a la vez que aterradora. No habían otras formas de vida que pudiese apreciar, ni agua, ni muestras de ninguna civilización.

Cuando levantó la mano, con un puñado de tierra, se dió cuenta de que era similar a la arena pero a la vez muy diferente.

Llevó sus manos a la zona donde había entrado la bala solo para comprobar que no había bala, ni herida ni cicatriz. Ni siquiera había una sola gota de sangre.

Además de todo lo que había descubierto, ahora llevaba ropa nueva: Unos pantalones negros, una camisa azul muy oscura y una chaqueta. Nuevos zapatos combinaban con el resto de la ropa.

Tuvo que pellizcar su brazo varias veces solo para asegurarse que no estaba dormido y todo esto era una especie de sueño súper raro. Comprobado esto se levantó como pudo esperando que por lo menos sus piernas fallaran, pero no hubo temblor, ni dolor, ni debilidad. No hubo nada, excepto una sensación de poder puro.

Cuando logró enfocarse más pudo escuchar mejor las voces a su espalda. Cómo no sonaban amenazadoras (y no entendía cómo no había visto a sus dueños) decidió ignorarlas a favor de tomarse unos segundos para agrupar sus pensamientos. Estaba en una tierra extraña, totalmente desconocida, con personas (o seres) totalmente desconocidas, ropa nueva sin heridas, debilidad o dolor. No había sido tan malo en la vida para que al morir terminara en este lugar ¿Verdad?

Decidido a tener una explicación, se giró en la dirección de las voces. Tal vez, y solo tal vez, diese un grito poco masculino, pero es que en sus condiciones cualquiera hubiese reaccionado así.

En primer lugar había muerto (y ahora estaba seguro que estaba muerto), en segundo lugar había terminado en una tierra infernal de algún tipo. Y en tercer lugar estaba viendo el esqueleto de un perro y el fantasma de un gato... ¿QUÉ DEMONIOS?

Alan sintió que iba a desmayarse de nuevo por lo que trató de enfocar la cabeza en una idea en concreto: ahora veía fantasmas.

"Parece que ya despertó. Creo que se asustó de nosotros.," La mirada del perro (si un esqueleto podía siquiera mirar) se enfocó en su compañero gato que estaba acicalándose, y este solo le dedicó una mirada sin interés a Alan. "Creo que está a punto de desmayarse."

El nacimiento de una eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora