Prólogo.

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Ya déjame en paz —murmuro en son de broma y él voltea los ojos divertido al escucharme quejar como niña pequeña.

Mi cabeza reposaba sobre su regazo.

Podía sentir como sus largos dedos bailaban suavemente con mis cabellos, creo que intentaba peinarlos.

Era relajante y se sentía bien. 

Yo me sentía realmente bien.

— Eso nunca —murmura como respuesta, su tono era cálido y dulce. Una amplia sonrisa se dibuja en su rostro, causando que le sonría de inmediato

Mis ojos viajan a cada centímetro de su rostro con la intención de memorizarlo todo. No importaba cuantas veces lo observara, siempre descubro algo nuevo, alguna peca o una nueva línea de expresión.

Al sentir mi mirada baja la cabeza, sus ojos se encuentran con los míos y siento a mi corazón latir más fuerte. 

Una fuerte descarga eléctrica sacude mi cuerpo.

Con su mirada aun sobre mi, quita algunos mechones que vuelan sobre mi rostro colocándolos detrás de mi oreja y justo cuando pienso que no puedo pedir nada más al mundo por aquel momento perfecto, se inclina y suavemente deposita un dulce beso sobre mi frente.

Nunca antes me había sentido tan plena con alguien.

Él realmente me hacía sentir que había encontrado algo que nunca antes había conocido, pero que me encantaba sentir, así era Gael.

— Te amo, pequeña Lizzy. 

Quédate Conmigo © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora