Primera vista

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La familia Cullen estaba en la boda de Bella y Edward cuando un coche carísimo aparcó cerca. Salieron varias personas vestidas muy elegante. El único pelinegro se acercó sonriente a Bella, quien le sonreía feliz de regreso.

Como Edward no conocía a la gente, pero eran invitados de Bella, no dijo nada. Los Cullen pusieron leve atención a ellos, pero al verlos bien, todos, absolutamente todos, se acercaron.

— Harry, que gusto. —sollozaba emocionada Bella—

— Ya linda, no llores. —le dijo el joven, que sacó un pañuelo de seda verde esmeralda y le limpió la cara— Por cierto, Severus, Sirius y Remus llegan más tarde. Se les complicó el aparecerse —susurró—

— No hay problema. —sonrió— ¡Fred, George! 

— ¡Mira qué crecida está la pequeña Bella! —exclamó uno de los gemelos, George—

— Sin dudas, nuestra pequeña cisne está crecida. —dijo el otro, Fred— ¿Por qué sólo recibimos noticias tuyas cuando pasa algo importante?

— Perdón chicos, pero he estado muy presionada. —aclaró, riendo—

— Deberías escribir más seguido. 

Jasper volteó lo más rápido que su cuello le permitió al oír esa voz. Era un chico alto, esbelto, precioso en todos los sentidos, de cabello rojo y ojos almendrados. Percival Weasley era quien había pronunciado palabra, mientras se acomodaba unos lentes de lectura.

— Perdón Percy... —y Percival le acarició la cabeza—

— No importa, es tu gran día. —le sonrió— Ginny no dejaba de molestar con su vestido. —aclaró divertido—

— ¡Percy, que malo! —gritó una chica de un largo cabello—

Ahora Alice levantó la mirada, Ginevra Weasley portaba un ajustado vestido negro con lentejuelas plateadas. En su largo cabello varias rosas blancas descansaban a manera de cascada, portaba una gargantilla de oro puro con un rubí en el centro. 

— Señorita Weasley, compórtese como una mujer de veinte años. 

Fue el turno de Carlisle y Esme de quedar sin aliento. Un hombre alto, de cabello negro como la noche y ojos ónix se acercaba, caminando con gran elegancia y seriedad. 

— Profesor Severus.. —admitió Bella acercándose al hombre— ¿Cómo lo trata la escuela?

— Como cuando usted estudiaba allí, un agotamiento abismal a causa de la incompetencia de sus compañeros. —contó, bastante asqueado— 

— Dios mío... —susurró Esme y Carlisle le siguió también, embobado— 

— Oh, claro. ¡Qué descortés de mi parte! —rio Bella— Vengan, los presentaré con la familia de mi novio.

— Un.. gusto.. —dijo sorprendido Jasper, viendo de frente a Percival, quien sonreía—

— Profesor Snape, ellos son Carlisle y Esme. —dijo Bella, presentando al hombre vestido con un cuello de tortuga y un pantalón de seda— Padres de Edward.

— Un placer. —saludó Severus, notando a ambos padres sonrojados hasta las orejas— ¿Se encuentran bien? 

— S-sí, sí, estamos bien. ¡Un gusto conocerlo! —balbuceó Esme, extendiendo la mano hacia el hombre—

— El gusto es sin dudar mío. —aclaró Snape, sonriendo levemente de lado— 

De pronto otro coche, este de color miel, entró en la visión de todos. De él, salieron dos hombres. Uno de cabello café y otro de cabello negro.

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