Única parte.

150 17 2
                                    

Su mirada se posó en las elegantes prendas que poseía. Su vestimenta superior hacia juego su cabello amarillento y sus hermosos ojos miel cristalinos.

Sus atuendos consistían en un kimono superior de color amarillo con patrones de pequeños triángulos, unos pantalones marrones claros y usaba un ahori negro como una pqueña capa que le llegaba desde los hombros hasta la su cintura.

Sus oidos captaron el sonido de la puerta abrirse lentamente después de unos leves golpes en la misma.
- ¿Ya estás listo? -Preguntó una voz masculina que muy bien conocia.

- Sí. -Respondió girando a verlo.

-Bien, vamos. -Dijo para después salir de la habitación, siendo seguido por el contrario.

El eco de sus zapatos al chocar contra el suelo de madera, era el único sonido audible en el lugar. Caminaron en silencio todo el camino hacia el patio principal, dónde los esperaban un buen número de personas.

Al llegar, fueron saludados por algunos otros invitados. Zenitsu se sentía perdido entre toda esta celebración, su tutor, Giyuu Tomioka, era el único con quién se mantenía a su lado, no conocía a nadie, todos eran conocidos de trabajo de sus padres, y no le interesaba en lo absoluto socializar con desconocidos.

Su tutor, se quedo hablando con unos betas y un alfa, mientras el decidió dar una vuelta por el lugar para distraerse un poco. Sabía que no era correcto explorar un lugar que no le pertenecía o siquiera era pariente de los dueños, pero quería alejarse de aquellas personas que sólo hablaban entre ellas y lo hacían sentir como un bicho raro.

La finca era grande y espaciosa, además de bien decorada al estilo japones. Lo que más le gusta del lugar, es su vegetación, bien cuidada y con un buen olor refrescante y sereno. Le ayudaba a relajarse de toda la tensión que lo mareaba al estar rodeado de tantas personas.

Pronto comenzó a tararear una melodía antes cantada por Giyuu cuando era niño y hasta el dia de hoy sigue amando, una melodía pasiva y alegre, llena de sentimientos, emociones etc.

En eso siente como algo suave y pequeño se posa en su cabeza. Al escuchar un "Chu chu" supo de inmediato que se trataba de su gorrión; Chuntaro, quién los acompañó en este encuentro innecesario. Sonrió al tener una compañía tan tranquila y silenciosa.

Se sentó en el césped de un verde intenso, aún con el pequeño gorrión en su cabeza. Sacó de su bolsillo una bolsa que contenía la comida de Chuntaro, semillas. Le dio de comer mientras seguia perdido en sus pensamientos.
Se distrajo un buen rato viendo el paisaje natural frente a el.

Sus padres siempre fueron ausentes desde que era un niño, por eso le consiguieron un tutor para que se encargue de el mientras ellos estaban ausentes. La verdad, a Zenitsu ya ni siquiera le importaban sus padres, los odiaba por siempre poner el trabajo antes que el, su hijo, por nunca estar presentes en alguna fecha especial como su cumpleaños o Navidad. La única persona que estuvo para el fue Giyuu, un Omega dominante, y por eso le tomo cierto cariño, cómo si fuera la parte que le faltaba, reemplazó a sus padres.
Pocas veces solía llamarlo mamá para mostrarle su cariño o molestarlo, ya que a el no le gustaba mucho que lo llamara así.

Tomioka le enseñó a Zenitsu muchas cosas básicas durante su infancia y quería al rubio cómo el hijo que nunca tuvo.

Estaba tan metido es sus pensamientos que se asustó cuándo alguien se acercó a el y le tocó el hombro, haciéndolo sobresaltado y soltar un chillido.
Pudo escuchar cómo la persona contraria soltaba un leve risa cómo la brisa de verano, cálida.

-No te asustes, soy yo. Ven, tus padres quieren verte. -Dijo extendiendo la mano Giyuu para ayudarlo a levantarse, más, no fue necesario porqué el rubio se levantó solo con una expresión de disgusto-No pongas esa cara. Al menos trata de sonreír. -Ordenó.

- Melancolía -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora