El signor llegó a su propiedad, siendo recibido afectuosamente por doña Cécile, su esposa.
Ella se echó a sus brazos, manifestándole su añoranza.
—¿Cómo te fue?
—¡Bien!, logré concertar los negocios que me proponía, al hacer este viaje, pero... —Miró hacia los lados, para cerciorarse de que no hubiese algún sirviente husmeando por los alrededores—, don Julio me pidió una garantía mayor de la que yo quería concederle.
—¿Qué clase de garantía?
—Un matrimonio, entre su hija y Michelle. Para unir nuestras castas a través de un posible nieto, que será heredero del banco Medici, y también del Banco Mozzi.
—Stefano... dime que no cediste a tal locura —refutó la señora, evidenciando su desacuerdo, y al notar en los ojos azules de su esposo, la notoria culpabilidad que él sentía por sus acciones, Cécile rompió su abrazo; y se alejó.
—Cara mia, ¡no podía eludirlo! Si no aceptaba, entonces perdería una gran oportunidad.
—¡Santísimo! —rebatió, enfadada—, a veces creo que tu ambición no tiene límites, ¿acaso no te basta con la fortuna que ya posees? ¡Qué necesidad había!, de condenar a nuestro hijo a un matrimonio sin amor.
—No todos los matrimonios por conveniencia fracasan —rebatió Stefano—, mira nada más a Lorenzo y Sabina, que llevan más de 20 años de próspera unión...
—Ellos son una excepción a la regla, y lo sabes.... Pero si ya tomaste esa decisión, no me queda más que elevar mis plegarias al cielo, para que Dios permita a Michelle ser feliz con esa muchacha...Él ha sufrido mucho.
—Lo sé —manifestó Stefano; recordando ese traumático evento que lo colmaba de tristeza. La desaparición de su hijo, y el cómo, a pesar de sus esfuerzos, no pudo llegar a tiempo para protegerlo del mal—. Quisiera contar con el poder suficiente para regresar el tiempo hasta el día en que esa mujer maldita se cruzó en su camino. Desearía haberla matado, por lo que le hizo a nuestro niño.
—Te aseguraste de que se fuera del pueblo, al menos —le consoló su esposa; compadeciéndose, y volviendo a acariciarlo.
—¿Y de qué sirvió?, si el muchacho sigue obsesionado, y no hace más que emborracharse... De seguro está ahora mismo en la taberna, ¿cierto?
Cécile no lo negó; porque efectivamente, Michelle había pasado toda la noche fuera de la casa, y a esas horas, las 10 am, aún no regresaba.
—¿Ves?, este es el motivo por el que quiero que se despose, no lo hago solo por codicia, sino porque creo que él necesita encontrar su propósito de vida... Así cómo yo lo encontré a través de ti, y de la familia que me concediste —declaró, con pasión—, ¿qué hubiera sido de mí, si no te hubiera encontrado, Cécile?, probablemente estaría muerto. Tú me salvaste, de mí mismo, de toda esa oscuridad, ¡del dolor!, que llevaba por dentro.
—Oh, Stefano... —Lo besó, con sus labios abiertos; concediéndosele sin rencor. Porque a pesar de que no siempre estuviese de acuerdo con las elecciones que su esposo tomaba; reconocía que era este un buen hombre. Leal, sincero y generoso para con el prójimo—, tú también me salvaste —afirmó, evocando esos tiempos difíciles, en que se vio recluida dentro de un convento, y consideró, suicidarse—. Amore mio... —seguía enamorada; con el mismo furor de su juventud. Y era muy gratificante, tener la certeza, de que él le correspondía, y que la seguía deseando, como mujer.
♥️♥️♥️
Stefano pudo enviar a un empleado hasta la taberna, para que trajese a su hijo a casa; pero estaba tan enfadado por la conducta irresponsable del joven, que no logró dominarse.
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Enséñame a Amar
RomanceCuando su padre lo obliga a casarse con "Lucrecia", una desconocida, Michelle Mozzi hace una promesa: le negará a su familia los nietos que tanto desean. Sin embargo, su futura esposa es una mujer hermosa y astuta que desde su primer encuentro encie...