Cregan Stark aceptó la mano extendida de Aegon con cortesía, y sus labios se curvaron en una sonrisa al halagar la belleza del platinado.
–El honor es mío, príncipe Aegon. Debo decir que su presencia ilumina esta sala con su gracia y encanto –respondió Cregan, inclinándose ligeramente para besar la mano de Aegon con respeto.
Jacaerys observo a su esposo estar complacido por el elogio, mantuvo su sonrisa coqueta, sabía que estaba saboreando la atención que recibía.
Aegon era amante de los halagos y cualquier cosa que inflara más su ego.
Permaneció observando la escena con una expresión impasible, pero su mandíbula estaba tensa.
No le agradaba del todo la manera en que su amigo elogiaba a su esposo, y menos aún cómo Aegon parecía disfrutar de cada momento.
Cómo llamado por los dioses, se acercó Lucerys y junto a él, Aemond.
Estaban comprometidos, así que a Aemond le correspondía tomar lugar junto a Lucerys a donde fueran.
Lucerys había crecido hasta tener la altura de Aemond, solo que donde Lucerys era fornido y de rasgos severos, Aemond era todo elegancia y rasgos suaves.
Eran como una dragona y un dragón.
Lucerys se aclaró la garganta antes de hablar.
–Lord Stark, es un placer tenerlo entre nosotros. Soy Lucerys Velaryon, heredero al trono de Driftmark y proximo señor de las mareas –Extendiendo su mano hacia Aemond, hasta que él la tomó, volvió a hablar– Permítame presentarle a mi prometido, Aemond Targaryen –anunció Lucerys con voz gruesa, aunque su tono denotaba un ligero recelo.
Aemond se mantuvo sosteniendo la mano de Lucerys, Jacaerys notó que estaba disimulando su repudio hacia su hermano, con una actitud arrogante, su belleza refinada resplandeciendo bajo la luz de la sala.
Cada gesto suyo estaba impregnado de una seguridad casi insultante, como si el mundo girara a su alrededor.
Supuso que era cosa de Targaryens/Hightowers.
De todas maneras apretó a Aegon contra su pecho, sintiendo la delicadeza de su figura en contraste con su propia musculatura robusta.
No recibió protesta de Aegon, su esposo simplemente lo dejó sostenerlo y se acomodó mejor entre sus brazos.
Se sorprendió una vez más por lo pequeño y delicado que parecía Aegon en sus brazos, como una figura de porcelana en contraposición a su propia estatura imponente.
Mientras lo abrazaba, no pudo evitar notar cómo Aegon resaltaba a su lado con su elegancia natural y su porte delicado.
Él, Jacaerys, era puro músculo, alto, con una mandíbula afilada y tosca que denotaba su herencia. Aunque sabía que no carecía de atractivo, era una belleza más ruda y salvaje en comparación con la refinada gracia de Aegon.
Observando a su esposo, Jacaerys se sintió cautivado una vez más por la belleza singular de Aegon.
Podían llevarse mal, y bien, a veces, pero no era ciego, Aegon era realmente precioso.
Como una gema.
La voz de su cuñado lo sacó de su ensoñación.
–Lord Stark, es un placer conocerlo. Espero que disfrute de su estancia en la Fortaleza Roja tanto como nosotros lo hacemos –dijo su tío con una sonrisa engreída, hacia Cregan, su tono lleno de confianza en sí mismo.Jacaerys fue consciente de que a Lucerys no le hizo nada de gracia la manera en que Cregan observó a Aemond con interés, su mirada evaluadora recorriendo cada rasgo de su rostro.
Cregan dirigió una mirada de aprecio hacia Aemond, sus ojos grises brillando con interés mientras evaluaba cada rasgo de su rostro.
–Lord Velaryon, es un placer conocerle y conocer a su prometido. Debo decir que su belleza rivaliza con la de su hermano, el príncipe Aegon –halagó Cregan con cortesía, su tono lleno de genuina admiración.
Aegon soltó un bajo jadeo de indignación y Jacaerys quiso reír.
Con una mirada a su tío Aemond, decidió que no, ni su tío Aemond era rival para la belleza de Aegon.
Aemond río fuerte.
–Gracias, Lord, pero en realidad no lo creo.Aquello le hizo que dirigiera su mirada a su propio hermano, Lucerys, quien apretaba su mandíbula, podía ver cómo la irritación burbujeaba dentro de él ante los halagos dirigidos a Aemond.
Su hermano tenía un extraño gusto por Aemond.
Aún si le había sacado el ojo cuando eran niños.
–Lord Stark, siéntase bienvenido a la Fortaleza Roja. Espero que su estancia aquí sea agradable –Prosiguio Lucerys con una sonrisa forzada, su tono cargado de tensión se veia incluso lo mucho que luchaba por mantener la compostura.
Jacaerys y Aegon observaron la situación en silencio, conscientes del creciente malestar entre Lucerys y Cregan.
El rey Viserys se acercó a Cregan con una sonrisa amistosa, gesto que contrastaba con la tensión palpable en la sala.
–Lord Stark, si me disculpan, tengo algunas cuestiones importantes que discutir con usted antes del banquete de bienvenida. Sería un honor que me acompañara –invitó el rey, su tono cargado de cortesía.
Cregan asintió con respeto, siguiendo al rey fuera de la sala, alejándose así del incómodo ambiente.
Mientras tanto, Daemon Targaryen se aproximó a Jacaerys y Lucerys, sus ojos violetas y oscuros centelleando.
–Jacaerys, Lucerys, necesito hablar con ustedes –declaró Daemon con seriedad, su tono dejando claro que no había lugar para discusiones.
Jacaerys asintió en silencio soltando a Aegon y con una mirada pidiéndole que se comportará, mientras Lucerys lanzaba una mirada de frustración hacia Aemond antes de seguir a su tío y ¿padrastro?.
Una vez alejados de la vista de Aegon y Aemond, Daemon se detuvo y se volvió hacia sus hijastros, su expresión severa.
–¿Qué carajos les ocurre? Son futuros líderes. Cregan Stark es el próximo Lord de Invernalia, y es esencial que mantengan una relación amistosa con él y con su familia. No quiero más disputas ni tensiones –exigió Daemon.
Jacaerys asintió, su mandíbula tensa mientras absorbía las palabras de su padrastro.
Lucerys frunció el ceño con molestia, no pudo contenerse más y soltó un suspiro exasperado.
–¿Qué no viste cómo Cregan estaba coqueteando descaradamente con Aemond? ¡Es mi prometido! Lo que hizo es inaudito –exclamó Lucerys, su voz llena de indignación.–Y eso que también Jacaerys observó como estaba coqueteando con Aegon.
Jacaerys apretó los dientes, sintiendo de nuevo una oleada de ira recorrer su cuerpo ante la mención de Aegon.
–Es cierto, Daemon, Cregan se está excediendo en sus atrevimientos –masculló Jacaerys entre dientes, su ceño fruncido con desagrado.
Cregan era su amigo, pero la manera en que la coqueteo con Aegon...
Eso no se lo pensaba permitir ni una vez más.
Daemon los escuchó con atención, su expresión seria mientras absorbía sus quejas.
Una vez que terminaron de hablar, Daemon les dirigió una mirada comprensiva.
–Lo sé, chicos. Pero deben entender que su belleza Targaryen siempre atraerá ese tipo de atención. Son los herederos de una larga línea de sangre noble, y eso incluye ciertos... desafíos –explicó Daemon, su voz tranquila pero firme.
Lucerys asintió con frustración, mientras Jacaerys apretaba los puños con determinación.
–Lo entiendo, de verdad. Pero eso no significa que tenga que gustarme y deba permanecer de brazos cruzados –declaró Lucerys con resentimiento.
–Nosotros sabremos cómo manejarlo, Daemon. –añadió Jacaerys con un tono desafiante, su mirada fija en la de su padrastro.

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"The dragon jewel" -Jacegon
Fanfiction"Era más bello que la blanca luna, era más ardiente que el mismo fuego de dragón, Aegon Targaryen era una verdadera joya"