–Me han impedido hablarte, demonio, alejate ya de mi vista–
Pronunció el principe menor angel mientras hacía un puchero y observa al demonio en el otro lado de la frontera quien le devolvía la mirada de forma graciosa
–Pero sigues aqui ¿O no, shortie?– soltó una leve risa y extendió su mano
–¿Que tratas de hacer, demonio?–
–Nada, seguir siendo amigos con una amistad no correspondida por nuestro circunstancia–
Le guiña un ojo y el castaño solo se sonroja agarrando su calida mano para un apretón pero al momento de hacerlo, un hilo dorado rodea sus manos hasta las muñecas para unirlos eternamente en un pacto de almas gemelas
–Vaya, vaya, al parecer mi futuro prometido va a ser un enano con alas blancas– se ríe el pelinegro mientras mueve su delgada cola de felicidad pero sin demostrarlo en su rostro
–No es cierto...¿Fuiste tu?– el oji-miel algo enojado lo enfrenta con la mirada
–No shortie, la misión de los lazos del destino ya cumplió su tarea con nosotros–
–Significa...significa que cuando llegue nuestro momento de reencarnar cada vez, ¿en todos los mundos estamos destinados?–
–En eso no te equivocas, asi que si, estamos destinados para siempre en cada universo en el que aparezcamos, tu y yo–
Se acerca al ángel y agarra su mano para darle un tierno beso y viendo su sonrojo aumentar, sabía que el destino no iba a ser tan malo con su alma gemela
–Solo tu y yo–
–Contra la vida y la muerte–
