❝Enterré las cenizas de mi pasado para jamás arder de nuevo.❞
→ Aki estaba muy familiarizada con el calor del fuego, las quemaduras alrededor de su cuerpo contaban historias que nadie desearía escuchar. Aunque las cenizas no podían volver a arder, s...
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DOLOR.
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Aang sonrió al ver a Aki jugar con Momo y Appa, parecía natural el que se llevara bien con ellos.
Unos días atrás salieron de Omashu, donde él pudo reencontrarse con su viejo amigo Bumi y revivir recuerdos de muchos años atrás. Al rey le sorprendió la existencia de otra chica que pudiera hacer Aire Control pues durante esos cien años sin la presencia del Avatar los Nómadas Aire parecían haberse extinguido por completo. La chica de cabellos rubios parecía tener un origen incierto, y el que no pudiera caminar por su propia cuenta y recurriera a técnicas ingeniosas del aire le hacían plantearse por qué horrores había pasado la ojigris.
Aquellos días Aang se dio cuenta de que sus costumbres eran muy diferentes a las de Aki. La rubia no dudaba en usar el aire para cazar y atacar, siempre estaba alerta de cualquier peligro a su alrededor y no era alguien pacífica en lo absoluto si se lo proponía. Eso le hizo recordar que él era el único que conocía la cultura y las tradiciones de su gente, y le ponía un poco triste que la otra persona por la que corría sangre de su pueblo en sus venas se viera tan poco interesada en sus antepasados.
Quizás era cuestión de tiempo que la chica deseara aprender más de él y los Nómadas Aire; pero Aang estaba demasiado cegado por la ilusión de haber conocido a otro Maestro Aire, que no tuvo en lo absoluto en cuenta que la rubia se había criado en otro tipo de ambiente.
Uno realmente hostil.
Aunque en otras ocasiones se comportaba como una niña que estaba descubriendo el mundo por primera vez. Era del tipo de meterse en problemas y también causarlos, pero nunca con una aparente mala intención.
━Aki, ¿cuántas veces tengo que decirte que no pruebes plantas extrañas?━Katara alzó una ceja al ver de reojo a la rubia con una extraña hoja en su boca.
Esta masticó la hoja y sonrió de forma traviesa, puesto que le gustaba llevarle la contraria a sus compañeros. Pero pronto se le acabó la diversión puesto que enseguida comenzó a picar su garganta y no tuvo más remedio que escupir la planta.
