| 𝟎𝟏. Un viaje hacia la muerte.

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CAPÍTULO UNO | 𝓘
Lo que el futuro depara.

CAPÍTULO UNO | 𝓘Lo que el futuro depara

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EL DESTINO TIENE MANERAS MUY EXTRAÑAS DE DESENVOLVERSE. Es imposible predecir sus planes y lo que depara para cada persona, más si se trata de individuos como los Ocho Pecados Capitales, cuyas vidas oscilan entre el peligro y la destrucción constantemente. Desde hace más de diez años que estaban separados, y si no fuera por la princesa Elizabeth Liones, hubieran seguido caminos distintos por otras décadas más.

Hace mucho que los Pecados no conocían la paz, y siendo sinceros consigo mismos, sabían que el destino no estaba con ellos por el momento, pues estaban conscientes de que un inminente peligro acechaba al reino desde las sombras.

Y aún así, la antigua orden de caballeros, que alguna vez fue desterrada, había encontrado fuerzas para reunirse... en lo que se puede, ya que solamente Ban, Diane y Meliodas habían logrado reencontrarse —gracias a la iniciativa de Elizabeth porque por ellos podían hasta morir sin volver a verse—, mientras que el resto de la orden merodeaba por quien sabe donde.

Ahora mismo, los tres Pecados, Elizabeth y Hawk —el extraño cerdo parlante que los acompaña— van en camino hacia la dichosa ciudad de la muerte en busca del cuarto integrante de la orden: King.

—Han sido días intensos, ¿no, Capitán? —comentó Ban, quien lucía cansado y con obvios índices de resaca—. Yo digo que nos olvidemos del gordito y nos tomemos una merecida vacación.

Meliodas sonrió a pesar de estar de espaldas a su mejor amigo, ya que se encontraba cocinando alguna porquería —o como solía llamarle Hawk a su comida. El rubio levantó un poco los hombros despreocupadamente y revolvió algo de una forma muy brusca en un recipiente, haciendo que la mezcla salpique y manchase su ropa levemente.

—N-No creo que sea una buena idea, señor Ban —negó Elizabeth, meneando la cabeza con suavidad—. No hay que retrasarnos demasiado.

—Elizabeth tiene razón —contestó el rubio tan alegre como siempre, echando una enorme cantidad de sal a la mezcla que revolvía con fervor.

—¡Cuidado con la sal, cerdo!

—No tenemos tiempo para ningún descanso —continuó tras el irritado reclamo de Hawk.

—¡El capitán tiene razón! —exclamó Diane asomándose como pudo por la ventana desde el exterior—. ¡Debemos de encontrar al resto rápido! ¡En especial a mi Lilith!

¿Es demasiado decir que Diane había tocado un punto sensible?

—Sí, deberíamos de buscar a Lithy cuanto antes —Ban estuvo de acuerdo con su compañera, incorporándose para acercarse a su amigo—. ¿Tienes idea de dónde podría estar esa salvajilla?

𝐈𝐍𝐃𝐎𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀. Nanatsu No Taizai.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora