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Dormir es mi parte favorita del día, no hay preocupaciones, no hay incomodidad, no hay gente molestando, no hay un clima terrible, no hay maestros presionando para que hagas tarea, no hay gritos.

— ¡Kim Taehyung!— No hay Jimin— ¡Levántate o te lanzaré una piedra!

Cómo amo dormir, amo la sensación de mi cuerpo en la cama, amo... ¡AUCH!

— ¡¿Qué carajos, Jimin?!— grité, ya sabía dónde estaba, lo vi sentado en mi ventana, con una sonrisa burlona, que seguramente le quitaría si lo empujara y cayera.

— Te dije que te lanzaría una piedra si no despertabas— respondió, maldito zanahorio.

— Si, creo que ya entendí— dije, recogiendo la piedra color azul que me golpeó, se la lancé de vuelta, y para mí mala suerte, la atrapó.

— Andando— me ordenó, que desgraciado.

—¡Taehyung! ¡¿Ya despertaste?!— escuché la voz de mi dulce madre, que claramente venía de la cocina.

— ¡Lamentablemente!— respondí de mala gana, Jimin solo reía.

— ¡Todo gracias a mí!— se echó flores, el muy maldito.

— ¡Oh! ¡¿Jimin está aquí?!— volvió a preguntar mi madre.

— ¡Lamentablemente!— repetí.

Mamá nos obligó a bajar, tuve que cambiarme antes, así que Jimin bajó solo. Me apresuré en encontrar ropa para bajar rápidamente, no confío en Jimin solo con mis padres.

Al bajar las escaleras y adentrarme en el comedor, me encontré con algo que ya esperaba, Jimin tratando de convencer a mi padre de comprarle un producto. Porque, claro, Jimin no puede ser un cerebrito sin vender cualquier cosa en la escuela. Con cualquier cosa, espero que no crean que me refiero a drogas, Jimin vende cosas como dulces, manualidades, y, obviamente, tareas hechas para que tú no tengas que hacerlas.

Típico de inteligentes.

Mi papá lo miraba con desinterés y fastidio, él solo quería tomar su café, pero ahí estaba Jimin insistiendo en que le compre algo.

— Ya te eh dicho que no muchas veces, Jimin— dijo mi padre.

— Pero, ¡Papá Kim! ¡Le juro que esto cambiará su vida por completo!— suplicó la naranja llorona.

— ¡Jimin, me estás ofreciendo un peluche tejido por ti!— reclamó.

— No lo tejí yo, fue mi abuela— puchereó el manipulador.

— ¡Aún peor!

A mi padre no le cae muy bien la abuela de Jimin.

Y a mí tampoco, esa vieja me lanzó de las escaleras. La violencia viene de familia.

— Yo compraré el peluche, Jiminnie— habló mi madre, entrando al comedor con dos tazas de chocolate caliente, (a pesar del calor que hace).

— ¡Mamá Kim, Dios la recompensará con mucho coito por ayudarme a salir de la miseria!— se arrodilló ante mi madre, quién soltó una risa, y papá escupió su café.

— ¡Lenguaje, Park Jimin!— le gritó— no sé porque te siguen abriendo la puerta.

— Entré por la ventana— confesó mi amigo, yo simplemente estaba tomando mi chocolate, acostumbrado, no sé porque papá no se acostumbra aún, si lo conozco desde hace años.

Jimin tomó la otra taza con chocolate y se la bebió rápidamente, la dejó nuevamente en la mesa, sonrió amable y se despidió con la mano.

— Ya nos vamos, mamá, papá— me despedí— regreso luego.

Rock and Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora