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Está a solo una llamada de distancia, el momento en que decidas, te dejaré partir

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Está a solo una llamada de distancia, el momento en que decidas, te dejaré partir. Tu lealtad siempre ha sido incuestionable hacia mí, pero esta vez, te concedo la libertad. Aunque me duela, esta vez, te dejo en paz, sabiendo que es lo mejor para ambos.

La noche se desplegaba ante Kim Minji con la solemnidad propia de un invierno austero

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La noche se desplegaba ante Kim Minji con la solemnidad propia de un invierno austero. El frío se adentraba en cada rincón del cuarto, acompañado por el constante murmullo de las gotas que danzaban contra los cristales de la ventana. En el recogimiento de su habitación, envuelta en una sudadera y una manta que luchaban contra el mordaz aliento del aire invernal, Kim se sumergía en el silencio y la penumbra, sus ojos inmersos en las páginas de un libro cuyas letras parecían entrelazarse con el susurro de la lluvia.

El tenue resplandor lunar se filtraba a través de los visillos, mientras una lámpara arrojaba su cálido destello sobre los apuntes esparcidos y el volumen de texto entreabiertos. En medio de aquel oasis de quietud y estudio, el mundo exterior parecía desvanecerse en la distancia, sumiendo a Kim en una suerte de letargo melancólico.

Pero la calma fue efímera, perturbada por el insistente trinar de su teléfono, que interrumpía la armonía que había construido con su selección musical. Con un gesto de fastidio, Kim atendió la llamada sin mirar la pantalla, ya anticipando quién se encontraba al otro lado de la línea.

— Hanni Pham —susurró con un tono de resignación, sintiendo la frustración acumulada en cada sílaba—, ¿qué necesitas ahora?

La voz que respondió no fue la esperada, sino una que la heló hasta los huesos, una voz que avivó el fuego de la incertidumbre y la intriga en su interior.

— Lamento decepcionarte, Minji... pero necesitaba hablar contigo.

El nombre resonó en el aire, pesado y significativo, trayendo consigo un torrente de emociones que Kim había intentado sepultar en lo más profundo de su ser. ¿Por qué Danielle Marsh la llamaba a esa hora, y por qué ahora, cuando todo parecía estar en calma?

— ¿Danielle Marsh o Mo Jihye? —inquirió Kim con un deje de sarcasmo, luchando por contener la tormenta de emociones que amenazaba con desbordarse.

— Entiendo tu frustración, Minji... créeme, lo hago. Pero déjame explicarte...

El susurro de la voz al otro lado de la línea la dejó perpleja, aturdida por la confusión y la sorpresa. Mientras Danielle continuaba hablando, tratando de disculparse y explicarse, Kim se debatía entre la ira y la resignación, recordando las heridas aún abiertas que habían marcado su relación.

— Danielle, ya tienes novio... —susurró Kim con un tono cargado de reproche—. Nada va a cambiar por mucho que digas que me extrañas.

— Pero igualmente... te extraño, Kim —la voz de Danielle sonaba desesperada, casi suplicante—. Sabes que no puedo olvidarte...

Por un instante, Kim vaciló, tentada por la curiosidad y el anhelo de saber qué era lo que Danielle quería de ella. Finalmente, con un suspiro resignado, accedió a encontrarse al día siguiente, después de clases, consciente de que el pasado aún se cernía sobre ellas, tejiendo un hilo frágil que amenazaba con romperse en cualquier momento.

 Finalmente, con un suspiro resignado, accedió a encontrarse al día siguiente, después de clases, consciente de que el pasado aún se cernía sobre ellas, tejiendo un hilo frágil que amenazaba con romperse en cualquier momento

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Esa mañana de abril despertó a Danielle con la suave caricia del sol filtrándose entre las cortinas, disipando lentamente la oscuridad de sus sueños. Sus ojos, pesados por el cansancio de la noche anterior, se posaron en la figura de su novio, que yacía plácidamente a su lado, su presencia reconfortante en aquel instante de calma.

Con un suspiro contenido, Danielle desvió la mirada hacia su celular, donde reposaban las imágenes de lo que una vez fue entre ellas dos. Un destello de ternura iluminó su rostro mientras contemplaba aquellos recuerdos, pequeños fragmentos de un pasado que se desvanecía entre sus dedos.

El aroma del café recién hecho llenó la habitación cuando la señora Marsh, radiante y joven a pesar de los años, hizo su entrada, saludando a su hija con la calidez propia de una madre amorosa.

— Buenos días, hija. ¿Cómo fue tu noche? —inquirió con una sonrisa, sus ojos brillando con curiosidad y afecto.

— Buenos días, mamá —respondió Danielle, acercándose para depositar un beso en la mejilla de su madre antes de tomar asiento para desayunar.

El suave tintineo de las cucharas contra los platos llenaba el aire mientras madre e hija compartían un momento de tranquilidad matutina. Sin embargo, bajo la aparente calma, el corazón de Danielle estaba agitado por una tormenta de emociones encontradas.

Los recuerdos de la noche anterior se agolpaban en su mente, las palabras de Kim resonando como un eco persistente. Su corazón latía con una mezcla de nostalgia y anhelo, mientras se debatía entre el pasado y el presente, entre lo que una vez fue y lo que podría ser.

La presencia reconfortante de su novio a su lado recordaba a Danielle las promesas que había hecho, los lazos que había forjado. Una sensación de gratitud y culpa se apoderaba de ella mientras se preguntaba si estaba siendo justa con él, si podía ofrecerle lo mismo que él le ofrecía a ella.

La voz de su madre la sacó de sus cavilaciones, devolviéndola al presente con su cálido afecto. Danielle sonrió con gratitud, agradecida por el amor incondicional que siempre había recibido, aunque a veces se preguntaba si su madre podía ver a través de las máscaras que ella misma se veía obligada a usar.

— ¿Estás bien, cariño? —preguntó su madre con una mirada perspicaz, captando la sombra que oscurecía los ojos de Danielle.

— Sí, mamá, estoy bien —respondió Danielle con una sonrisa forzada, deseando que sus palabras fueran más que una simple respuesta automática.

A pesar de sus esfuerzos por mantener las apariencias, Danielle sabía que la tormenta que se avecinaba en su interior no sería fácil de calmar. Las palabras no dichas y los deseos reprimidos danzaban en su mente, desafiándola a enfrentarse a la verdad que se escondía detrás de sus propias máscaras y promesas.

 Las palabras no dichas y los deseos reprimidos danzaban en su mente, desafiándola a enfrentarse a la verdad que se escondía detrás de sus propias máscaras y promesas

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ᴡʜɪꜱᴘᴇʀꜱ ||  HusseyzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora