Funeral

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Daemon estaba muerto.

Mas que muerto estaba destrozado, tanto que ni siquiera pudo verlo mientras era cremado. 

Su esposo, su tío, su alma, el amor de su vida, Daemon estaba muerto, sus hijas Rhaena y Baela también. Era extraño, una enfermedad los hizo simplemente dejar de caminar y en tres días los puso a convulsionar, antes de llegar al hospital Rhaena ya estaba muerta, Daemon estaba inconsciente, pero respiraba, Baela logró vivir una semana mas en agonía absoluta, luego, al igual que Rhaena y Daemon dejo de respirar. No podían ni siquiera comer, tanto que al finalizar sus vida sus cuerpos eran tan delgados, pálidos y llenos de manchas extrañas que ni siquiera pudo reconocerlos.

Su esposo, sus hijastras...sus amadas niñas. Muertos.

Espero pacientemente a que todo fuera una broma cruel de mal gusto, que de repente los enfermeros y los doctores revelaran ser actores y camarógrafos de algún programa de la farándula y que Daemon saliera de detrás de una cortina riéndose por la broma mientras se arrodillaba y le proponía renovar sus votos matrimoniales, con las niñas riendo y aplaudiendo entusiasmadas. Nada de eso paso. Ni cuando le dijeron la noticia de las muertes, ni cuando fueron a la morgue, ni ahora, en el crematorio.

Rhaenyra suspiro, tambaleándose, le dolía la cabeza de tanto llorar, Jace, su amado primogénito la sujetaba mientras observaban el fuego consumir los cuerpos de sus seres amados, su niño valiente contenía sus propias lagrimas fingiendo fortaleza para poder defenderla de los ojos inquisitivos que se regodeaban con su dolor.

—Mi mas sincero pésame, Rhaenyra—dijo Otto Hightower, uno de los socios de las empresas Targaryen, era increíble como un hombre que una vez fue un simple conserje logró convertirse en uno de los miembros mas importantes de las empresas, el hombre parecía querer brindarle sus respetos al acercarse a la desvalida viuda que a penas podía mantenerse de pie, la mujer ni siquiera respondió, su lindo rostro nublado por la tristeza estaba cubierto con un velo negro que a penas permitía ver sus ojos hinchados de tanto llorar, pero el joven supo que solo era una excusa para tocarla.

Noto como la miro desde que llegaron, con codicia, como si su madre fuera algo que se le debía entregar.

—Le agradezco sus condolencias—se apresuro a decir Jace mientras rodeaba a su madre con sus brazos de manera protectora pero sin llegar a tocarla, sentía que si le ponía una mano encima iba a romperse por completo.

Le dio una mirada severa al hombre, quien pareció querer decir algo mas, pero justo en ese momento una silla de ruedas comenzó a rechinar. Jace sostuvo a su madre contra su pecho cuando un sollozo amenazo con hacerla desmayar, apretó la mandíbula y con una mirada le ordeno a Elinda, la niñera de sus hermanos que se los llevara, a Luke incluido, podía sentir el desastre que estaba por avecinarse.

—Mi niña...—dijo Viserys siendo llevado en silla de ruedas hasta el lado de Rhaenyra por su esposa, Alicent quien a parecía contener una sonrisa al ver el cuerpo de Daemon siendo quemado, pero cualquier vestigio de alegría desaparecio cuando sus ojos se fijaron en la delicada criatura cubierta por un velo negro que se  tambaleaba frágilmente, como un venado recién nacido, la mujer escondió aún mas su rostro bajo el velo al percatarse de la presencia de Alicent, ahora mas que nunca deseaba ser quemada junto a su esposo y no soportar ese dolor.

—Jace...no dejes...—no termino la frase, las lagrimas volvieron a salir.

—Lamento mucho su perdida, Rhaenyra—Alicent parecía querer abrazarla o por lo menos tocarla, pero Jace seguía manteniendo a todos lejos, era injusto, no podía hacer a su madre sufrir así, ¿por qué nadie podía dejarla en paz como lo hicieron todos esos años? Dejándola sola, abandonada y conspirando para dañarla, ¿por que todos parecían buitres hambrientos añorando alimentarse con la frágil carne de su madre?—Rhaenyra...—Alicent dio un paso al frente, era como si su moribundo esposo no existiera, como si por ese momento solo existiera ella, su mano se poso en el hombro de la futura heredera de las empresas Targaryen, Jace pudo sentir todo el cuerpo de su madre comenzar a desquebrajarse—yo lamento tanto...

—Es muy amable por prestar sus condolencias, abuela, pero mi madre no esta en buenas condiciones para recibirlas—el hechizo entre la Targaryen y la Hightower se rompió, retrocedió al ser recordado su lugar, Jace pudo ver la vergüenza adornando su mirada por la compostura rota en ese fugaz instante, forzando una sonrisa mientras apretaba sus dedos conteniendo las ganas de arrancarse la piel de las uñas.

—Si necesitan algo, no duden en pedirlo—y entonces regreso a ser lo que era, una sombra detrás de Viserys, detrás de Otto y detrás de sus hijos.

Jace contuvo las ganas de gritarles que se alejaran, que no se atrevieran a siquiera pensar en poner sus manos encima de su madre o hermanos, observo de reojo a Luke, indicándole que volviera, dejando a los mas pequeños en manos de la niñera, necesitaba alguien mas que le ayudara a mantener segura a su madre, se negaba, se rehusaba a permitir que la dañaran mas. Años de abandono y abuso, ¿y tenían la osadía de actuar como si fueran una familia afligida unida por el dolor? No, no iba a fingir que todo estaba bien, le valía tres hectáreas de mierda los camarógrafos subidos en arboles tratando de obtener la primicia de la muerte de Daemon Targaryen y las mejores fotografías de su afligida viuda, le valia aun menos la reputación o el qué dirán, estaba listo para salir en primera plana en la mañana rompiendo una silla en la cabeza de cualquiera que intentara acercarse demás. Resoplo cuando Luke llego a su lado, le ordeno que se hiciera al otro lado de su madre, impidiendo que Viserys pudiera tocar con su podrida mano a Rhaenyra, resoplo de nuevo al ver su tío Aegon bostezando, su otro tío, Aemond, tenia una pequeña sonrisa dibujada en la comisura de sus labios y su tía Helaena miraba perezosamente ningún lugar en concreto, Daeron fue el único que se acerco y mostro sus debidos respetos manteniendo la distancia, ¿por qué no podían ser como Daeron? ¿Por qué querían convertir el funeral de su padrastro en un teatro de la familia funcional y perfecta Targaryen? Él lo sabía, conocía la historia, sabia que Viserys amenazo con repudiar a su madre cuando escapo con su tío Daemon, ignorando que ella era una niña recién enviudada y sola con la víbora de madrastra, quien se deleitaba maltratándola emocional y físicamente cada vez que podía, como si ejerciera un poder sobre ella, como si se le mojara el coño al ver a su madre vulnerable, suponía que debía estar teniendo un orgasmo en ese momento.

—Vuelve a casa, mi niña—rogó Viserys, intentando estirar su mano, bueno, el muñon que le quedaba para tocar a quien un día fue la luz de su vida y su tormento—necesitas de la familia para sanar.

Duerme Para Hacerme FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora