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Mis ojos no lo pueden ocultar, cada vez que te veo pasar no hay nada más que pueda anhelar que sentir tu mirada sobre mí.


-Oye Yuuji, ya está listo el pedido- el chico se acercó y lo llevo hasta la mesa correspondiente.

Hacía ya una semana que Yuuji trabajaba en la cafetería, por fin mi periodo vacacional había empezado y sentía un peso menos encima, pero hablando de Yuuji, este chico si que sabía hacer las cosas bien, era muy bueno en el trabajo; sus amigos lo venían a visitar casi todos los días, me alegraba por él, se ve que lo aprecian.

Una mano moviéndose frente a mi me sacó del pequeño trance que estaba teniendo.

-Hmm?- mis ojos enfocaron una bonita cara adornada de un mechón negro.

-Perdona, pero estabas muy distraida- el chico solo sonreía y seguramente yo lo veía como una boba por qué pasaron unos minutos sin que él obtuviera mi respuesta.

-Lo siento, estoy muy distraída- agaché la cabeza y jugué con un papelito de algún pedido entre mis dedos.
¿Qué carajos me pasaba y por qué estaba tan nerviosa?

-Si, eso parece- y ahí estaba de nuevo, esa maldita sonrisa perfecta.

-¿Quieres ordenar algo?- me dígne a preguntarle.

Él solo negó con la cabeza.

-Estoy buscando a Yuuji, Yuuji Itadori, ¿trabaja aquí verdad?-

-Asi es, iré a buscarlo-

Cuando me disponía a ir a buscar a Yuuji, el apareció por arte de magia detrás de mí. Casi chocamos pero el hizo una leve reverencia en señal de disculpa, le regalé una sonrisa y el chico salió de detrás de la barra.

El pelinegro y el chocaron las manos y se abrazaron, parecían muy amigos, Yuuji tenía una de sus manos sobre el hombro del azabache y él le platicaba alguna cosa de la cual no presté mucha atención, estaba segura que estaba absorta en admirar su fina y afilada mandíbula la cual parecía que podría cortarte si pasabas un dedo por ella, por alguna extraña razón me había concentrado tanto en admirar cada una de sus finas facciones, sus ojos rasgados color ámbar, idénticos a los de un gato negro, su cabello que caía con gracia sobre sus hombros y ese hermoso mechón que sobresalía en su pálido rostro, era perfecto.

No supe cuánto tiempo estuve observándolo pero sabía muy bien que este chico estaba teniendo un fuerte impacto sobre mi, me dígne a salir de mi trance cuando me di cuenta que sus ojos coincidían con los míos, Dios, quería que la tierra me tragara y me escupiera en mi querida madre Rusia.

En un estupido intento de recomponerme le sonreí y aparté lo más rápido que pude mi mirada de la suya, pero aún así sabía que ese par de bonitos ojos que antes admiraba me estaban observando, su mirada tenía un peso en mi, sentia que en cualquier momento iba a comenzar a transpirar por todos lados.

No sé en qué momento llegó y no entiendo cómo es que no me di cuenta pero cuando volví mi vista al frente él estaba frente a mi, lo único que nos separaba era la barra, ojalá no estuviera ahí, era lo que más deseaba en ese momento.

Extendió su mano y yo la tomé, dándole un apretón amistoso.

-Mucho gusto Stella, soy Suguru Geto- Su cálida mano seguía entrelazada con la mía.

-¿Cómo sabes mi nombre?- cuestioné, la verdad no me importaba, mi nombre salir de esos bonitos labios era una hermosa melodía.

-Yuuji es un poquito chismoso- sacó la lengua y soltó mi mano. Adiós cálido tacto masculino.

-Eso es verdad-

-Bueno, soy su amigo, mejor dicho, uno de sus tantos amigos, quiero creer que ya son amigos-

-Imposible no hacerse amigo de alguien como Yuuji- el mencionado ya se encontraba en el interior de la barra y pasó un brazo sobre mis hombros- reí ante su gesto.

-Tienes razón, es un buen chico-

-Lo sé, es mi mano derecha- reí divertida cuando Yuuji levanto las manos al cielo.

-Hasta que lo mencionas, ya merecía más reconocimiento - mencionó Yuuji con una expresión de satisfacción.

El chico frente a nosotros nos observaba distraidamente, me encantaba tener su mirada sobre mí, era un logro de vida.
Yuuji me abrazó y empezó a alagarme como la mejor persona del mundo en uno de sus tantos ataques hiperactivos.

Cuando me disponía a quitarme a Yuuji de encima un chico entró y los tres dirigimos la mirada a la puerta.

Alto, muy alto, piel súper blanca, cabello del mismo color , unos lindos lentes oscuros adornando un par de preciosos ojos azules,  y una esbelta figura, fue lo que pasó o mejor dicho quien entró en ese momento.

Mis ojos hicieron contacto con los suyos y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, era muy extraño todo lo que me estaba pasandome en un día.
El extraño se dirigió justo al lado del azabache y paso un brazo por sus hombros, nos miró a Yuuji y a mí seriamente.

-Tú eres primo de Choso, ¿verdad?- esa pregunta obviamente iba dirigida a Yuuji.

-Si Gojo, ya te lo dije- el pelirosado puso los ojos en blanco.

-Lo siento, es que aún sigo sin creer que sean familia- el Peliblanco sacó la lengua en un gesto bastante infantil.

Me miró de nuevo y sentí sus ojos recorrer toda mi figura.

-Vaya, que tenemos aquí- se separó de su amigo y se inclino sobre la barra para reducir el espacio entre nosotros, ojalá el que estuviera haciendo esto fuera el lindo chico del mechón.

-Hola, soy Stella- hice una pequeña reverencia y sonreí amable.

-Que linda-

No respondí nada, simplemente sonreí y miré sus manos dirigirse a sus lentes para retirarlos.

-¿Te comió la lengua el ratón preciosa?-

Lindo pero bastante arrogante.

-No me has dicho tu nombre- Arrastre las palabras, no me agradaba mucho este tipo.

-Satoru, Satoru Gojo- me tendió la mano y yo la recibí en un suave apretón.

Antes de que me diera cuenta ya estaba elevando mi mano a la altura de sus labios y depositando un beso en ella, Yuuji solo puso los ojos en blanco y le lanzó una mirada asesina, tal vez era su costumbre; aunque, la reacción que no esperaba era la del azabache, después de que yo retirará mi mano y mirara al Peliblanco un poco avergonzada y nerviosa el azabache salió del lugar sin siquiera despedirse.

Se había ido...

Y no me había mirado...

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HOLAAA
Gracias por el apoyo que está teniendo está historia, prometo echarle muchas ganas para que sea de su agrado.
🫶🏻


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