𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐀'𝐒 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓《𝐏𝐎𝐒𝐄𝐈𝐃Ó𝐍》

˚˖𓍢ִִ໋🌊𝐃𝐎𝐒🦈˚˖𓍢ִ✧˚.

En el seno de un majestuoso templo griego, acogido por el abrazo del atardecer, se desplegaba un escenario difícil de creer. Las columnas de mármol blanco se alzaban con una elegancia sobrecogedora, mientras los adornos dorados destellaban con una luminosidad celestial.

En aquel recinto, los lazos matrimoniales se entrelazaban en una ceremonia inesperada, dejando perplejos a los escasos testigos presentes. Los rayos dorados del sol poniente se filtraban a través de las ventanas altas y estrechas, derramando su cálido fulgor sobre el altar consagrado.

Sobre el altar principal, aquel dios tan temido por los suyos presidía con serenidad, indiferente a las miradas que lo contemplaban ciertamente perplejas, incluyendo la de sus hermanos. Una corona de laureles entrelazados se posaba con gracia sobre su cabellera dorada, y un traje blanco envolvían su figura.

A su lado, erguida con una gracia celestial, se alzaba Anfitrite, una de las hijas engendradas por Nereo y Doris. Su presencia irradiaba una belleza sobrenatural, envuelta en un vestido de seda blanca que parecía tejido por los mismos suspiros de las olas. Los hilos de oro cosidos con maestría trazaban patrones sobre la tela, mientras una tiara de laureles adornaba sus cabellos oscuros como la noche estrellada.

De pie frente a ellos. Hera, la reina de los dioses, se erguía con majestuosidad. Su presencia imponente y su mirada penetrante ocultaban a duras penas la sorpresa que albergaba en su interior. La diosa se encontraba desconcertada ante la extraña alianza que se gestaba frente a sus ojos.

Poseidón había accedido de forma inesperada a contraer matrimonio con la nereida. Era un hecho desconcertante, pues siempre había rechazado firmemente las propuestas de Zeus de encontrar una esposa. El dios del océano había sido esquivo ante los lazos matrimoniales, pero en aquel instante, sin una protesta en sus labios, había cedido ante la propuesta de su hermano menor.

Una vez concluidos los votos, las dos familias se aproximaron a ellos con gestos de felicitación, aunque aún en sus ojos se reflejaba una pizca de incredulidad. Sin embargo, no importaba la extrañeza que pudieran sentir, pues la ocasión merecía celebración y así lo hicieron.

-Jamás imaginé que este día llegaría- expresó Zeus, luchando por asimilar la realidad de que su hermano mayor hubiera aceptado su propuesta. En su mente, buscaba desesperadamente alguna razón oculta que justificara tal decisión.

Poseidón guardó silencio, pero su gesto hablaba por él. Con un ademán decidido, se despojó de la incómoda corona de laureles que se llevaba por la tradición, y se la entregó a Hades, quien hasta entonces había permanecido en silencio.

Había algo que no encajaba en todo ese asunto.

-Felicitaciones, hermana-

En la distancia, Tetis otorgó sus Felicitaciones a Anfitrite con un aire de seriedad. Resultaba inusual contemplar su presencia ante todos los ojos expectantes, y, por supuesto, no ocultaba su desagrado al vislumbrar a Zeus en aquel lugar. Sin dilación alguna, tras haber felicitado a su hermana, se desvaneció como una sombra esquiva. Las restantes hijas engendradas por Nereo y Doris, por diversas razones, no acudieron a la ceremonia, pero prometieron festejar en honor a su hermana en cuanto regresara al magnífico palacio. Únicamente una, además de Tetis, se atrevió a acudir a tan majestuoso encuentro.

Nerissa.

En la creencia común, se afirmaba que Nereo y Doris habían engendrado cincuenta hijas, un número que resonaba en la mente de todos. No obstante, un secreto velado permanecía oculto, solo conocido por unos pocos privilegiados: en realidad, eran cincuenta y una las hijas de aquel matrimonio, siendo Nerissa la menor de todas.

No gozaba de la fama y reconocimiento que embriagaban a los dioses. Incluso en su propia familia, era considerada un espectro sin destacar. No poseía dones excepcionales ni habilidades que la distinguieran de sus hermanas. Sin embargo, ahí estaba siempre, como una sombra que se desvanecía entre la multitud sin ser advertida por nadie.