Capitulo 3

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Cuatro días después del incidente, me encontraba con pau jugando vídeo juegos, miércoles por la tarde, las tareas ya las había acabado y el evento que me tocaba fotografiar lo tenía para el día siguiente, me encargué de dormir bien después de llegar de clases y luego fuimos solo pau y yo por lo que restó del día, riendo cuando mi hijo señalaba emocionado los gráficos moviéndose, no sé porque Fernando  le compró un PS4 para su tercer cumpleaños, solo teníamos juegos de carros donde pau casi nunca entendía nada o uno didáctico, ese sí que le agradaba, aunque cuando estaba con él, nos reíamos de ver como su auto chocaba, o el mío explotaba, lo que fuera, sus carcajadas llenaban mi casa, haciéndome sentir extremadamente bien.

-Pau, debes de ser el peor jugador de la historia, y por encima de todo, el único que se ríe cuando queda en último lugar.

Mi pequeño me observó curioso pero me continuó mostrando esa sonrisa con dos preciosos hoyuelos marcados a los lados, la cual desapareció cuando ambos escuchamos el sonido de mi celular. Iba a maldecir, pero preferí morderme la lengua hasta que observé el nombre en el identificador ”Pablo Gavi” aparecía en letras grandes.

-Tranquilo osito, es el tío Pablo.

Observé a Pau sonreír al escuchar el nombre de su tío, y luego sus manitos tomaron el control de nuevo. Inicié otra partida para que se divierta mientras pegaba el celular a mi oreja, oyendo la voz alegre y con ese toque sevillano que tanto caracterizaba al rubio castaño.

-¡Pedri! Hombre ¿Por qué no contestabas?.

Conocí a pablo en la Universidad, él es un omega relativamente normal, tiene un carácter muy agradable, aunque nunca sabe cuándo callarse, él cuenta con todas las facilidades para tener un beta o un alfa cuando desee, sin embargo no ha tenido una cita hace mucho, mucho tiempo, eso según me dijo. Nos conocimos un día saliendo de clases, cuando detuve el ascensor para él y empezó a contarme la vez que se quedó atrapado en este, fue gracioso, al final terminé invitándolo a mi casa. Era un omega, no tengo porque temer que me haga algo.

Lo curioso es que no tengo muchos amigos, pablo contaría como uno de los pocos y el único cercano de la Universidad ¿Por qué? No me llama la atención conocer personas, tanto así que de la Universidad paso a la casa, o del trabajo a la casa, no salgo a citas, si voy al bar es con un único fin, entonces muchas personas me considerarán poco sociable, me imagino. No me importa, Pablo es como esos chicles de los que no te puedes separar así quieras, puedo intentar desaparecerme de la faz de la tierra por una semana, y Pablo es del tipo de persona que te llama todos los días hasta encontrarte. Él te busca, porque le aburre esperar, y sinceramente se lo agradezco, de no ser por ese agradable detalle de su persona, yo no tendría absolutamente ningún amigo.

-Pau es que estamos en un gran momento padre e hijo.-Lo escuché reír, él siempre era tan alegre.

-Bueno, dale besos de mi parte ¿De acuerdo?.

-Claro, de tu parte y el triple de la mía, ya sabes.

-Perfecto, pero Pedro, no es por pau por lo que Ilamé esta vez.- Escuché que suspiró y preparé mi oído, seguro él también estaba tomando aire. - ¡¿Cómo es eso que estabas con Ferran Torres en la exposición del sábado?! Dios, no puedo… Si quiera ¿Desde cuándo salen? ¿Te está cortejando? ¿Te ha mordido? ¿Es tan genial como parece?

Ferran Torres, sí, suena bien. El perfecto nombre para un alfa idiota engreído que se cree la gran cosa por su posición social y por ello no folla a omegas pobres y débiles aunque estén en celo y desesperados. Sí, Torres, el apellido de un cretino, juro que lo único bueno que he sacado de estos días en celo es saber que mi omega debe olvidarse de él de una buena vez, no chillar de felicidad por saber su apellido como ahora. Suspiré, apoyando mí cabeza en el respaldar del sofá, debería ya haber cesado esta ansiedad por él ¿No sirve que haya pasado todo mi celo con su imagen en su cabeza? ¿Con su aroma? El pensar en su tacto y sus labios…

Oh pedro, contrólate.

“-¿pedri? ¿Me escuchas?-

-Sí, sí, lo siento, Pablo, es que no sabía el apellido del chico ese.

-¿Chico ese? Pedro, es Ferran Torres, el dueño de la empresa de marketing y publicidad más conocida de Londres ¿Te suena “T-Alfa”? La T es por su familia ¿Comprendes? Oye… ¿Si quiera lees los artículos de la revista para la que trabajas?

-Pues… La verdad…-Dejé que él interpretara mi silencio, mientras una de mis manos buscaba la pequeña manito de mi hijo, quien me miró al instante y me sonrió, separando sus pequeños labios, señalando hacía dentro de su boca con su dedito.

-Hambe-Lo escuché decir, con sinceridad no estaba escuchando nada del largo sermón que me daba Pablo, solo me paré y fui a la cocina para buscarle algo de comer a Pau, revisé bien, hallando huevo, sí, podíamos comer huevo frito con arroz ese almuerzo, claro, él sin yema, la yema era mala por algo que ni siquiera me interesa. Suspiré, tomé la sartén y le coloqué asiente, mientras encendía la estufa, prestándole al fin atención a mi rubio amigo del otro lado de la línea.

-Pablo, hombre, eres peor que mi padre ¡Vamos! ¿A quién le importa? Fue solo un alfa reclamando a un omega frente a otras personas, nadie hizo un escándalo ¿Tú por qué lo harías?

-Es que no es solo un alfa, Pedro, es Ferran. ¿Sabes que viene rechazando a toda persona que se cruza en su camino? Es uno de los solteros más codiciados de Londres. Rayos, Pedro ¿Estás seguro que no vives bajo una piedra o algo así?

-No lo hago, solo no le tomo atención a cosas que no me interesan.

-¿Y entonces qué hacías con él en dicho evento? ¡Encima dicen que dijo que eras suyo y que eras su nuevo omega! ¡Esto es una colosal!

-Las revistas exageran, Pablo. Solo hizo su obra de caridad y me sacó de ese lugar, fue una idiotez mía, tomé alcohol y como no estoy acostumbrado, mi organismo reaccionó, estaba cerca del celo, así que se adelantó. Él se encargó de que no me devoren ¿Entiendes ahora?

Aquel tema de conversación me desesperaba un poco, no porque Pablo fuera insoportable, esa fase de nuestra amistad ya estaba superada y había aprendido a tolerar el extrovertido carácter de mi amigo, sino porque no me agradaba mentirme a mí mismo aún en mi propia casa, pero menos me gustaba el admitirle al mundo, o en este caso a Pablo, lo desesperado que estaba por volver a ver esos ojos azules, o que mi omega no dejaba de jadear y gemir emocionado simplemente con escuchar el nombre de aquel idiota.

Hace mucho, muchísimo que no pasaba por algo así, un tipo de flechazo que quería superar, no me sería fácil sabiendo que ahora el tipo ese era un empresario, hijo de papá, dueño de tanto dinero y que yo había sido su pequeña obra de caridad a la que asco le dio cogerla. De acuerdo, no es la primera vez que le doy asco a un beta o a un omega, y sé que muchas otras vendrán, pero él no sabía ni mi historia, ni se tomó el tiempo de verme el cuello y admirar la pequeña cicatriz que dejó el lazo roto, nada, él simplemente me tuvo asco por no ser de su misma clase social, eso me hacía reventar pero de la rabia.

-¿Y solo eso, estás seguro?- Al parecer había logrado calmarlo.

-Sí, Pablo, vamos ¿Por qué te mentiría?

-Bueno pero dijiste que tu celo se adelantó ¿No? Ustedes hicieron… Algo o…

-Nada. Hermano, parece que olvidas con quien hablas. Soy el omega imperfecto ¿Recuerdas? El terror de los alfas, el bicho que nadie toma en serio.

-Pedro, sabes que no me gusta que te expreses así de ti.

Sentí hasta ternura por la lástima de Pablo hacía mi persona, él, siendo un precioso y perfecto omega, muchas veces me había dicho que lo espere en otra vida, que vendría como un perfecto alfa y me mordería, sin importarle que sus padres lo mataran por eso. Pablo era un niño pequeño en un mundo de grandes, jamás dejaría de decirle lo agradecido que estaba con él por tenderme la mano, aun siendo como soy, cuando él podría burlarse de mí o hablar sobre mi caso a mis espaldas, como imaginaba muchas de mis compañeras y compañeros omegas hacían. “Oye, no vayas tan rápido con tu pareja, no creo que quieras terminar como Pedro González.” Sí, eso decían.

-Tengo que dejarte, Pablo, voy a darle de comer a Pau y luego tengo que ir a trabajar muy temprano, hay una rueda de prensa que desean que fotografíe ¿Nos vemos pronto?

-Espero, el que se desaparece eres tú, Pedro.- Bueno, tenía razón.

-Te llamaré, lo prometo.

-Saludos a Pau, dile que le llevo chocolates escondidos pronto.

Después de que cortamos la llamada, regresé a la sala mientras soplaba sobre la comida, sentándome al lado de mi pequeño y dejando el celular al otro lado, ignorado, realmente odiaba la idea de recibir llamadas, peor ahora que Pablo ya se había comunicado, significaba entonces que las siguientes serían del trabajo o de Fernando, así que o eran malas noticias, o noticias laborales.


-A ver, chanchito, vamos a comer.


A pesar que él estaba entretenido con su juego, observó la comida y su vista se iluminó, dejó de importarle su auto en la televisión de la sala y se giró, arrodillándose en el sofá, abriendo su pequeña boquita de par en par, esperando que le dé la primera cucharada, él ya sabía comer solo, y lo hacía cuando teníamos la visita de Fernando o cuando salíamos a pasear, pero en nuestra intimidad, estando solo ambos, Pau sabía que me gustaba mimarlo e incluso a veces complacía a mi omega dejándome continuar dándole leche mientras lo arrullaba, como un pequeño de meses de nacido.

Le di la primera cuchara cuando escuché el timbre. Solté un largo suspiro ¿Cuándo dejaría de molestarme el exterior? Me levanté, permitiendo que Pau coma solo mientras observaba por el pequeño espacio que servía como ojo mirador, en mi puerta. Era un repartidor, un beta repartidor, mejor dicho. Abrí la puerta, encontrándome con un chico algo nervioso, que me miró entre con curiosidad o coquetería, quizás aún no se iba por completo el aroma de mi celo.

-¿Pedro González?

-Sí, ese soy yo.

No le devolví la sonrisa, no tenía muchas ganas tampoco de coquetear con alguien, estaba con mi hijo. El chico al parecer lo comprendió, después de unas cuantas miradas de su parte, lo observé retirarse para traer desde su auto un ramo de flores rosadas, era enorme, estaba perfectamente decorado en una canasta con listones rojos, cubierto con una bolsa transparente y también con unos cuantos puntos entre rojos y blancos, pequeños, tal cual una ligera lluvia de chispas. Me entregó el ramo que tomé con esfuerzo, haciéndome firmar después un papel y retirándose. No servía de nada que le pregunte quien lo mandó, ellos no tenían derecho alguno de dar información, lo sabía porque había visto muchas películas románticas donde pasaban a cortejar, si el alfa deseaba que sepas su nombre, te lo diría en su momento o en el ramo, sino, nadie te lo informaría por respeto a las técnicas de seducción, si se puede decir así.

Pau se bajó del sofá emocionado, admirando con cautela el ramo que dejé sobre el suelo para que él pudiera observarlo, me gustó la sonrisa llena de emoción en su rostro, sin embargo se me revolvió el estómago cuando fui capaz de observar una tarjeta entre las flores.

-Espero hayas sido bueno y obedecido. FT

Bueno, de no ser por Pablo, me hubiera confundido con las iniciales, aunque ahora me quedaba más que claro quien las había enviado. Suspiré y dejé el ramo en ese lugar, en medio de la sala, seguro cuando Fernando llegara sabría qué hacer con él, a mí nunca me habían regalado algo así. Quería ignorar mi corazón, deseaba ignorar a mi omega saltando de felicidad y por sobre todo intenté que la sonrisa en mis labios no apareciera, pero fue imposible, estaba sonriendo peor que una quinceañera en cumpleaños. Mierda, esto están patético.

Después de unos minutos, me acerqué de nuevo al ramo y tomé las flores para ponerlas en agua, se iban a marchitar si no lo hacía. Me dije mentalmente que solo las estaba cuidando por darle un buen final a aquellas pobres flores recortadas de seguro un hermoso jardín, sin embargo, puedo decir que no dormí en toda la noche cuando las conté. Eran doce rosas rosadas. Entré a internet para confirmar lo que había leído alguna vez cuando estaba más joven, sonrojándome al instante, estaba seguro ya que sentía calientes hasta mis orejas.

Una docena de rosas, de referencia rosas o rojas, deja el mensaje claro. Doce, simboliza “Quiero que seas mía" con letras grandes, no hace falta decir más, el número de rosas habla solo.


𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 [𝐅𝐞𝐝𝐫𝐢] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora