Capitulo 8

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-Te decía que me salvaste, Pedro.-Arquee una ceja, normalizando ya el color de mis mejillas y el acelerado ritmo de mi corazón. – Ayer cuando volví a mi casa, Ana me estaba esperando ahí, mis padres la dejaron entrar porque ella y sus padres son buenos amigos de mi familia, pero Ana estaba a poco de entrar en celo, así que anduvo muy cariñosa cuando me encontraba en mi oficina y al llegar a mi casa lo intentó también.



¡Por eso la marca de labial! Pensé, pero no lo dije, simplemente me quedé admirándolo, esperando que continuara hablando, aún yo no entraba en el tema de conversación así que no veía porque lo había salvado si lo único que hice fue llorar como un cachorro abandonado y dormir en sus brazos.



-Cuando volví a casa, ella reconoció tu olor en todo mi cuerpo y ni siquiera quiso acercarse, después simplemente se fue.



Mi rostro seguramente enrojeció de nuevo a causa de las palabras de Ferran, aunque no me sentía mal, estaba feliz de saber que le quité encima a la chica esa y por la sonrisa con la que él venía, me imaginé que también.



-¿A ella le gustas?



-No lo sé, supongo.- Se encogió de hombros, deteniendo su auto en la entrada de mi Universidad. – Somos amigos desde hace mucho, nuestros padres viven pensando que seríamos una pareja perfecta, imagino que tanta presión hace que ella lo considere también.



-¿A hecho cosas como esta antes?



-Sí, muchas veces.- Ferran se acomodó mejor en su asiento, apagando el motor del auto. – Pero no es como que me importe, normalmente lo hace cuando está cerca de su periodo de celo, luego se disculpa. Es una buena amiga si quitas las ganas que tiene de lanzarse en busca de un alfa.



-Creo que es en busca de ti, no de cualquier alfa.



-Me tiene sin cuidado, no estoy interesado en ella y mi alfa tampoco.



-¿Y siempre es así? ¿Tu alfa y tú suelen estar de acuerdo con sus gustos?



-Nos llevamos mejor de lo que crees, le entrego mi confianza y él no me decepciona.



Ferran hablaba con una naturalidad increíble, no me imagino que pasaría si le cedo el mando a voluntad a mi omega, seguro para este segundo ya estaría besando los labios de Ferran, o rogándole que me lleve con él, que no quiero apartarme ni un segundo de su lado, que quiero que me…



No, no quiero que me muerda.



Nadie me va a morder nunca más, primero muerto.



-Debe ser lindo llevarse tan bien con ese otro lado.-Suspiré, recargándome en el asiento, observando como cada vez la cantidad de personas que llegaban a la Universidad iba aumentando.



-¿Nunca lo has hecho?



-Solo durante el celo, nunca a voluntad.



-Ese otro lado no es malo, Pedro.- Su pulgar acarició el dorso de mi mano y solo entonces recordé que aún su mano tomaba la mía, fue increíble, me sentía tan a gusto que casi ni lo consideré. – No es como que tu omega vaya a ir y suicidarse, solo hace lo que tu corazón quiere y no te atreves a hacer por miedo.



-A veces el miedo es bueno, Ferran, me salva de muchas cosas.



-Confía en tu instinto, tu omega por voluntad propia nunca te llevaría a que hagas algo malo.



¿Qué diría Ferran si le dijera que mi omega a voluntad ahora quería besar sus labios más de lo que deseaba siquiera respirar?



+



Mi cabeza descansaba sobre la carpeta, con mi mano evitando que tenga contacto directo con la madera y permitiéndome disfrutar más del delicioso aroma de Ferran. Era tan patético pero tan necesario ¿Qué diría él si pusiera que cada día que nos vemos o que puedo llevarme algo de sus feromonas, las huelo hasta que el olor se haya ido por completo? ¿Se reiría de mí o me pondría como alguna de sus fans? Como esa tal Ana, la chica era hermosa y no despertaba nada en él, era increíble pero tan triste, si ella no podía ¿Qué hacía yo intentando participar en ese juego? Quedaba en último lugar.



-Amigo, esto es serio.- Escuché el rechinar de una silla en movimiento y luego una cabellera castaña olfateando mi mano. Me sorprendí, estirándome al instante y alejándome lo suficiente de Pablo. – Tu mano huele a alfa.



-Uh… Mm, supongo. No sé ¿No te han dicho que es malo acercarse así a las personas?



-¿No te han dicho que pareces una omega de diez años soñando con su príncipe azul?



-De acuerdo, tú ganas, Pablo.



El castaño me mostró una de sus más alegres sonrisas antes de que ambos rompiéramos a carcajadas, era un ambiente totalmente diferente al que vivía cuando estaba cerca de Sira o de alguien más, con Pablo era yo mismo, y no me importaba mostrarme así tal cual, además, la charla con Ferran y aún sentir su olor me servía muchísimo para que mi humor esté increíblemente alegre y relajado.



-¿Ya conoce a Pau?



-Claro que no, tonto.- Dos de mis dedos acariciando el dorso de mi mano opuesta, justo donde aún sentía la dulce caricia de Ferran. – Bueno, de hecho lo conoce pero solo una vez y fue porque era necesario, a Pau le asustó, nunca había estado cerca de un alfa en sus tres años.



-¿Tú papá no es alfa, acaso?



-Pau no conoce a mi papá. A veces ha visto a mi madre porque bueno, ella no quiere ser considerada ante sus amigas como una madre que abandona a su hijo, así que de vez en cuando va a mi casa y se queda por unos minutos.



-¿Cada cuándo es “De vez en cuando”?



-No sé ¿Una vez al año? Quizás dos.



-Tus padres son tan complicados, abandonarte solo por un error.- Pablo bufó y observé como instintivamente frunció el ceño. Sonreí, colocando mi dedo justo en medio de sus dos cejas, admirando como él subía la mirada, buscando encontrar el punto hacía donde mi dedo señalaba.



-No tienes que enojarte por esas cosas, no me tocaron los mejores padres del mundo ¿Y? Tengo el mejor hijo del mundo y un buen amigo ¿Qué otra cosa me hace falta?



-¿Un buen alfa que te quite tu frustración sexual, quizás?



-Retiro lo de buen amigo, eres un cerdo.



Ambos reíamos ante nuestras palabras, aunque realmente desee haber encontrado ya a ese alfa, y que sea el mismo que venía a recogerme todos los días, pero yo no podía ser un omega normal de veinte años que creía en el amor, en vivir la vida de cuento de hadas, eso ya no existía para mí, no podía volar sabiendo que ahora la caída sería mucho más dolorosa que cualquier otra vez.



+



Al salir de clases, me sorprendí de no encontrar el coche de Ferran estacionado donde siempre, miré hacía todos lados buscándolo, pero nada, ni un solo Ferrari negro entre tanto auto y tanto alfa alrededor. A lo lejos, admiré como el grupo de Éder y sus amigos se acercaba y quise rodear la Universidad para irme hacía mi casa, pero ¿Qué tal si Ferran venía después? No quería que se quede esperándome pensando que seguía adentro, y Tampoco es como que deseara verlo ser admirado por las niñas omega tontas de mi Universidad.



Iba a empezar a buscar a Pablo para decirle que si venía Ferran que le explique las circunstancias, confiaba en Pablo más que en mí, así que todo saldría bien, cuando sentí un brazo jalarme y luego como mi espalda impactó contra un duro pecho, giré mi cabeza al instante, observando los ojos penetrantes de Vinicius y como su mano se colocó con más firmeza sobre mi antebrazo, estaba seguro que ahí quedaría un rojo.



-Vinicius, suéltame.-Jadee, volteándome y tirando de mi brazo para que libere mi cuerpo, cuando de un rudo y firme tirón, mi pecho impactó contra una de las paredes de la Universidad, sacándome un gemido.



-Te crees la gran cosa cuando ese alfa está cerca ¿No?-Rugió y sentí con claridad su enojo, mordiendo mi labio inferior, cerré mis ojos, tratando de ignorar como su cuerpo se pegaba al mío, mientras él acomodaba mis brazos llevándolos a mi espalda, sosteniendo mis dos muñecas con una de sus grandes manos. No tenía por qué ser tan tosco, yo ya estaba temblando de miedo para este punto. Vinicius estaba enojado, lo sentía hasta en su respiración.



Era normal que los alfa sean territoriales, pero yo no le pertenecía a este idiota como para que venga a enojarse o tratarme de esa forma solo porque no había conseguido lo que quiso aquel día. Gemí una vez su entrepierna se empujó con dureza contra mi trasero, sintiendo su erección. Me intenté liberar del puro pánico, pero su mano tiró más de mis brazos y eso solo me llevó a otro gemido de puro dolor.



-Me haces daño, suéltame.



¿Saben que era increíble? Increíble era saber que estaba siendo acosado de esta forma por un alfa afuera de mi Universidad y que las personas salían y caminaban fuera de esta sin siquiera mirarnos, no sé si pensarían que era una simple discusión de parejas, un alfa cortejando de manera dura o les importaba una mierda. Creo que la última.



-Daño te voy a hacer si no obedeces y vienes conmigo hoy.



-Pero… Tu celo fue hace…- Me guie por las palabras de Éder aquel día, ya había pasado el suficiente tiempo para que él se tranquilizara con sus hormonas.



-Mi celo está esperando por tu culo, Pedro.



-Mierda ¡Suéltame!



Solté un chillido de puro asco cuando sentí sus labios besar mi cuello, mojarlo con su saliva, mi omega deseaba tanto apartarse de aquel asqueroso acto, era repulsivo y repugnante, no puedes esperar que un omega disfrute de un acto sexual cuando está temblando y muerto en pánico. La larga y áspera lengua de Vinicius pasó por todo el largo de mi cuello, hasta mi oreja, donde mordió y sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas.



Quiero a mi alfa, escuchaba a mi omega gritar. Y aunque no tenemos un alfa, yo sé muy bien a quien se refería.



-Parece que se te acabó tu cuento de hadas, puticienta.



Oí la voz de Éder a lo lejos, imaginando que él y sus amigos admiraban con detalle como yo era doblegado ante las asquerosas caricias de Vinicius. Increíble, tanto salir adelante y palabrería mía de superación, cuando no podía hacer absolutamente nada con un alfa besando mi cuello y mordisqueándolo a su total antojo.



El mundo era, es y siempre será una mierda.




𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 [𝐅𝐞𝐝𝐫𝐢] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora