-Oh, vamos, Éder ¿Puedes dejarlo ya? Lo estás asustando.
Escuché la voz de Pablo y lo divisé a un lado de todo el escándalo, estaba rodeado por unos cuantos adolescentes mirones, mientras Éder y todos sus amigos continuaban riéndose, seguro de mi rostro asustado. Vinicius era alto, muy alto, y cuando tomó mi brazo, no pude evitar gemir de dolor, no porque doliera en sí, sino porque no quería que me tocara, me sentía de nuevo el estúpido omega que se dejaba llevar por todo.
-Vamos, Pedro, no te resistas, no quieres que use la voz y te veamos mearte en los pantalones ¿No? Vini entrará en celo muy, muy pronto, puedes servirle bien, además según las revistas bien sabes servir hasta a millonarios ¿No?- Mi mirada viajó por la gran cantidad de personas que nos rodeaban, incluso ahora sabía porque Pablo no se acercaba, dos amigos de Éder lo tenían bien sujeto de los brazos, impidiéndole avanzar ¿Quién más abogaría por mí? Incluso los profesores se alejaban de escenas como esta, nadie se mete con un alfa cazando a un omega, yo era el omega, vinicius el alfa y su mirada era el perfecto método para hacerme doblegar.
-Éder ¡Basta!- La voz de Pablo ya parecía algo distante, la mirada de Vinicius me estaba consumiendo, sentía mi cabeza doler, era yo luchando contra mi omega, tratando de la forma que sea no doblegarme ante aquella mirada. E incluso cuando el brazo de Vinicius rodeó mi cuerpo, lo sentí quemar, no de la buena forma, aquel contacto me repugnaba tanto, pero ya era tarde, mis pies se estaban moviendo para cuando quise decir o hacer algo. Él ganó, el alfa siempre obtiene lo que quiere, porque eso es lo que soy, una cosa que sirve para aliviarlos, ni siquiera una cosa que deseen mantener a su lado.
Caminamos a paso tranquilo hasta donde los alfa esos tenían sus autos, suspiré, mis pies se movían por inercia propia mientras mi mente solo se llenaba de la imagen del único alfa con el que quizás aceptaría subirme a su auto, y de hecho, me había subido a su auto sin chistar aquella noche. ¿Cómo estaría Ferran? Bueno, era rico ¿No? Seguro se alimentaba bien, comía bien, dormía bien y tenía una vida de sueños.
Si lo pensaba con la cabeza un poco más fría, cuando me estaba acercando a vivir una de las cosas más desagradables de ser la parte más baja del régimen genético, debí de haberme imaginado que algo así pasaría, quizás habría evitado esto si hubiera traído puesta la ropa donde aún tenía algo impregnado el fuerte olor de Ferran, no solo para protegerme, sino también porque lo extrañaba, y sinceramente sonaba enfermizo no haber lavado ese conjunto de ropa solo para mantener su olor, pero era lo único que me quedaba de él.
Cuando ya estábamos a nada de subirnos a uno de los coches, escuché un auto viniendo a velocidad y luego un hermoso Ferrari negro ya conocido para mis ojos se estacionó rozando el parachoques del coche donde se supone iba a entrar. Mi corazón se detuvo y después lo sentí palpitar con fuerza, incluso mi omega estaba aullando de felicidad, si es que eso era posible.
Ferran, era mi Ferran.
Bueno, solo Ferran.
Él bajó del auto cerrando la puerta con un fuerte golpe y se paró justo frente a nosotros, sentí su enojo, el fuerte olor que desprendía estaba seguro que nos asustó a muchos, Ferran estaba más que enojado, parecía colérico y la mueca en su rostro solo me confirmaba mi teoría.
Jadee cuando estiró su mano hacía mí y sin pensarlo dos veces la tomé, me liberé del agarre de Vinicius para coger la mano de Ferran mientras este rodeaba mi cuerpo después. Mi cabeza se apoyó en su pecho e incluso me atreví a frotarme contra la tela, mientras su agarre en mi cintura se hacía más fuerte, sin embargo Ferran no bajaba la mirada para verme, continuaba observando a vinicius sin siquiera pestañar.
-Es mío.-Gruñó Ferran y sentí el golpe sordo de cosas cayendo, observé por el rabillo del ojo a una o dos omega que se encontraban entre tanto alfa, ellas se arrodillaron ante el gruñido salvaje que soltó el chico que ahora me mantenía contra él como si de eso dependiera su vida. Vinicius relamió sus labios, parecía pensar muy bien que decir en ese momento.
-No tiene tu marca.- Habló, sí, habló, no rugió, no gruñó, él ya había cedido, retrocediendo un par de pasos ante la mirada intensa de Ferran.
-No, pero es mío, vuelvo a ver alguno de ustedes sobrepasándose con él y juro que me encargo personalmente de cada uno de ustedes. ¡Largo ahora!
Después de eso solo escuché el sonido de los pasos de todos, rodearían la calle seguramente, o esperarían a que Ferran se fuera, al final sus autos estaban a espaldas de nosotros, no tenían como irse sin ellos. Rodee suavemente la cintura de Ferran con mis brazos, aun restregándome contra su camiseta, llevándome su olor, disfrutando de como sus feromonas se encargaban de calmar a mi omega, de relajarme a mí, de hacerme sentir tan en paz que, como él hijo, nadie podría tocarme ya.
-¿Acabaste?-Escuché su dulce voz y no pude evitar sonreír, ya no sonaba enojado, ni molesto o fastidiado con lo que yo estaba haciendo, y por el contrario, ahora sus dos manos rodeaban mi cintura mientras yo continuaba llenándome de su olor.
-No, un poquito más.
Ronronee y una gran sonrisa apareció en mis labios cuando escuché su dulce risa, era cálida, muy bonita, y podía convertirse en mi segundo sonido favorito, porque Pau siempre sería el primero. Recordar a mi hijo solo me trajo a la realidad, separándome lentamente del cuerpo que no deseaba soltar nunca, subiendo la mirada lentamente, admirando los ojos preciosos de Ferran.
-Lo siento.- Mordí mi labio inferior cuando retrocedí otro par de pasos. - Lo siento es que… Yo… Bueno… Creo que mejor me voy.-Sí Pedro, toma tu orgullo y vete, no cedas, no cedas, el tipo se cree la gran cosa salvándote la vida dos veces. Vamos, sí se puede.
-Espera, Pedro.
Solté un largo suspiro cuando detuve mis pasos, sentí los suyos y después ya tenía su mano tomando la mía, guiándome hasta su auto. Entré según como él me indicaba y antes de decir algo, arrancó, alejándonos del perímetro de mi Universidad.
-¿Cómo sabías que estudio aquí?
-No sabía, fui a buscarte a tu casa y una señora me abrió, le comenté que quería hablar contigo, me dijo que estabas en clases, cuando le pedí el nombre de tu Universidad, muy amablemente me la dio.-Ferran sonrió, observé encantado la media sonrisa que apareció en sus labios, sintiendo mi corazón acelerarse de nuevo.
-Genial. La única mujer a la que le tengo confianza para que cuide a Pau y le da mis datos a cualquier persona, definitivamente conseguiré a alguien más.
-No seas tan duro, creo que sabía quién soy o algo así, de lo contrario no lo hubiera hecho.
-Ajá, y no tiene nada que ver que seas un alfa con la mirada tan penetrante que ella podía darte hasta la fórmula secreta de las Cangreburger con que solo la mires ¿Verdad?
-Bueno, quizás ayudó.-Hicimos una pequeña pausa en la que me acomodé mejor en el asiento, apoyando con totalidad mi espalda en la pared, observando que íbamos directo a mi casa, al parecer él ya conocía muy bien la dirección. - Espera ¿Dijiste Cangreburger? ¿Miras Bob Esponja?
-Creo que debería sorprenderme más yo ¿No? Digo, tengo excusas, soy un adolescente y tengo un hijo de tres años ¿Y la tuya?
-No lo sé ¿Aburrimiento?
Quise preguntarle cómo es que el dueño de una empresa podía pasar momentos de aburrimiento, teniendo absolutamente todo lo que quería a sus pies, pero por sobre todo, desee que aquel sentimiento lleno de confort y tranquilidad desapareciera de mi pecho, no estaba bien sentirme tan a gusto al lado de un alfa que solamente me buscaba para.. Bueno, para lo que sea que me esté buscando Ferran.
-Pedri- Parpadee repetidas veces para volver a la realidad y lo observé, él no me miraba, estaba muy al pendiente de la carretera como para hacerlo. - Quiero disculparme por lo que sucedió ese día en el parque… Solo, me tomaste por sorpresa, no sabía que decir.
-No te disculpes. Los alfa no deben disculparse con los omega, menos un alfa como tú, con un omega como yo ¿Qué importancia tiene? No eres ni el primero ni serás el último que reaccione así, Ferran, no te preocupes.
Quizás mi voz sonó un poco más apagada de lo que deseaba, pero era la verdad, disimular no sentir dolor por el desprecio de los alfa era una cosa muy diferente a intentar hacerlo frente a Ferran. De repente solo desee llegar a casa ya para poder bajarme del auto y olvidarme de todo esto, cada segundo a su lado eran más esperanzas para mi pobre corazón y no ansiaba vivir un encanto amoroso, de hecho no quería tener nada que ver con la palabra con A.
-No digas eso, nadie tiene porque tratarte así, no eres menos que nadie, Pedri.
-Creo que llegamos.
Era cierto, Ferran detuvo su auto justo en el mismo lugar que aquella noche, mientras yo soltaba un largo suspiro y me desprendía del cinturón de seguridad. Tomé la manija de la puerta para girarla, cuando otra vez fue su mano sobre mi brazo lo que me impidió continuar con mi dramática salida, o quizás la hizo incluso más dramática.
-No bajes aún, estamos hablando.
-Ferran, basta ¿Si? Tengo que bajar, Pau me está esperando y debo hacer unos ensayos para mi clase de mañana, no tengo tiempo para… Lo que sea que estés tratando de hacer.
-¿Para lo que sea que esté haciendo? Pedro, solo intento que hablemos ¿De acuerdo? Por favor, quédate un poco más.
Alejé mi mano de la manija y asentí suavemente, mirando hacia el frente, la larga pista poco transcurrida que separaba la cuadra de mi casa de la otra horizontal. Sonreí amargamente cuando más de esos pensamientos me llenaron, las palabras que había escuchado absolutamente toda mi vida, no iba a llegar nadie a sacarlas, porque eran parte de mí, yo sabía lo que era y lo que merecía por ser eso.
-¿No podemos…? No lo sé ¿No puedo…?- Las frases entrecortadas de Ferran me causaban cierto grado de ternura, digo, no es normal tener a un alfa de la magnitud de poder que él tiene, tartamudeando como un omega en plena exposición y que sufra de pánico escénico.
-Llamarte. Ya sabes, salir, hablar… Pasar tiempo juntos.
-¿Y cuál es el fin de eso?
“-No lo sé ¿Conocerte mejor? No creo que sea un delito.-A pesar de lo cargada de desesperación que estaba la dulce voz de Ferran, una parte de él intentaba marcar un lado cómico en todo esto, como cuando hablamos de Bob Esponja, sentía que intentaba disminuir la tensión.
Recordé que aún tenía su dulce tacto tomando mi brazo, no lograba pensar en ni una sola vez que haya sido amigo de un alfa ¿Cómo se supone que tengo que llevar las cosas? Digo, mi papá siendo un alfa, yo jamás aprendí a llevarme bien con él, incluso en el colegio o en la Universidad, para mí eran solo sujetos con cero neuronas que se creían la gran cosa por una posición por la que ni se esforzaban, solo nacían con esta y ya.
El único amigo alfa que tuve en mi vida, se encargó de cortejarme por unos cuantos meses y cuando le di lo que quiso, me volví lo que soy ahora. No, tener amigos alfa no estaba entre mis planes de vida.
-¿Por qué quieres conocerme mejor?
-Supongo que porque eres diferente ¿Sabes?
-Lo sé, Ferran.-Sonreí, rodando los ojos. - No soy precisamente el prototipo de omega que las madres de los alfa consideren una pareja de ensueño. Soy diferente, estoy descompuesto y al tanto de eso.
-No hablo de eso.” Ferran soltó un gruñido de frustración y estuve a dos segundos de disculparme, creo que sobrepasé los límites de la confianza, sin embargo intervino antes de darme la oportunidad. - Pedro, tienes apenas veinte años y haz sacado adelante a un niño de ya tres años, estudias en la Universidad absolutamente todas las mañanas, mientras también te encargas de ser el fotógrafo principal de una de las revistas más importantes del país ¿Eso no te hace diferente a todo lo que yo haya conocido hasta ahora?
No mencionó mi lazo roto, y se lo agradecí. Sí, ese tipo de cosas eran las que yo me decía absolutamente cada noche antes de dormir, tratando de sentirme orgulloso de mi capacidad de superarme día a día, aunque todo se nuble por la simple idea de saber que no era un omega normal por mi culpa, por mis estupideces, si la vida se la había agarrado conmigo fue simplemente por mis acciones. Si era duro, era porque yo me lo merecía.
-Solo permíteme acercarme ti, por favor.- Repitió en al parecer, su último intento.
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𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚 [𝐅𝐞𝐝𝐫𝐢]
FanfictionCuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Pedro González tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad ¿Qué alfa querría encargars...