Capítulo 3

250 34 4
                                    

Se podía ver un gran castillo a la distancia, el cual se levantaba imponente sobre un pequeño pueblo.

Pero, aun a la distancia, se podían ver las grandes llamas negras que lentamente consumen dicho castillo, alcanzando lentamente al pueblo.

En medio de todo el caos que se estaba generando entre las calles del pueblo, un elfo peli blanco ayudaba a que las personas lograran huir, comandando a un gran grupo de sombras, las cuales se aseguraban de que todos lograran salir de los confines del pueblo.

Viendo que sus sombras se ocuparían, él se dirigió rápidamente en dirección del castillo, sumiéndose entre las llamas, ignorando como su piel expuesta se quemaba y sanaba rápidamente.

Una vez llegó al castillo, se encontró con una escena de pesadilla, entre las llamas se podían ver los cadáveres descuartizados de la familia real de Cólquida, siendo lentamente consumidos por las llamas.

Adentrándose en el castillo, logró ver a una figura tirada frente al trono, rodeada de llamas, las cuales no la tocaban, la sollozante mujer al sentir su presencia lo atacó, solo respondiendo a sus instintos primarios.

El elfo desvió el rayo de energía con sus manos desnudas, ignorando como la piel de estas se había desprendido, para seguidamente sanarse de una forma grotesca.

En un rápido movimiento este salto en dirección de la mujer, la cual reaccionando nuevamente a sus instintos, volvió una de sus manos en metal y perforó el pecho del elfo, el cual solo escupió sangre, reprimiendo el grito de dolor.

Bell: ¡¡¡MEDEA, SOY YO... BELL...!!! (Gritó con la voz rasposa, tomando de los hombros a la mujer, la cual abrió los ojos aterrada al ver su mano incrustada en su pecho)

Medea: B-Bell... y-yo... (Habló con una voz rota, mientras lagrimas de sangre comenzaban a caer de sus ojos negros) Matame... te lo ruego... (Suplico aferrándose con todo su ser al poco control que le quedaba, mientras su cuerpo no obedeciendo se movía en un intento de atacar al peli blanco) Por favor...

Con dolor, Bell vio cómo el cuerpo de Meda temblaba incontrolablemente, deteniéndose a nada de lanzar un potente ataque a quemarropa.

Bell: Perdoname... (Habló en un tono roto, para seguidamente cargar una de sus manos con magia y golpear el pecho de la mujer, arrancando su corazón)

A su alrededor todas las llamas se dispersaron al momento que la mano del peli blanco tocó el corazón de la mujer, la cual dejó caer su cuerpo, siendo detenida por Bell, el cual lentamente se sentó en el suelo, con Medea en sus brazos.

Medea: Lamento... no ser... la alumna que tu querías... (Habló de forma lenta, sintiendo como lentamente la vida se escapaba de su cuerpo y las voces en su cabeza finalmente se callaban)

Bell: Fuiste y siempre serás una de mis más preciadas alumnas... (Habló en un tono roto, aguantando con toda su voluntad las lágrimas que picaban en sus ojos)

Medea: Fuiste... como... un padre... para mí... (Habló en apenas un hilo de voz, causando que el peli blanco la mirara sorprendido) Perdón... por... todo... (Habló con su último aliento, para después dejar de luchar, entregándose a las frías manos de la muerte)

Bell guardó silencio durante unos momentos, abrazando el cuerpo muerto de la que fue una de sus más preciadas alumnas y que se ganó un puesto en su familia, casi una hija.

Con un fuerte y desgarrador grito, que demostraba todo el dolor que sentía, la magia del peli blanco explotó, pulverizando todo el castillos a su alrededor con una onda de energía pura.

Hada del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora