—No sé, Baji —Chifuyu suspira, una última vez, mirándose al espejo. —Es solo que... Hay algo sobre todo esto que no me da buena espina.
Detrás de él, Keisuke arrastra los pies hasta que se encuentra a un lado de Chifuyu y ladea la cabeza, como si no entendiera el motivo de la preocupación de su amigo. Se termina de abrochar la diadema blanca y negra y sonríe a su reflejo como si estuviera satisfecho.
—A mí me parece una buena idea —responde y sacude su trasero solo para corroborar su punto. Los vuelos de su falda se mueven graciosos con el movimiento y Chifuyu no entiende cómo es que Keisuke está tan agusto bajo su propia piel. Debe sentir los acusatorios ojos de Chifuyu sobre él, porque pronto Keisuke le está ladrando ofendido: —¿Qué? ¿Algún problema?
Chifuyu niega: —Es solo que pareces muy cómodo con esto.
—Claro que lo hago. ¿Estás viendo lo bien que me queda? —Keisuke sonríe y su colmillo brilla gracias a la luz de la mañana que se cuela en la habitación. La mueca está tan llena de vida y luce tan alegre que Chifuyu se deslumbra y recuerda, ahora, que esta es la razón por la cual está haciendo lo que está haciendo. Porque su mejor amigo se lo pidió y como tiene pase libre a causa de que le han roto el corazón, Keisuke puede solicitar la locura más disparatada del universo que Chifuyu hará todo lo que esté en su mano para hacerlo realidad.
Incluso si eso significa vestirse como una sirvienta para el estúpido café con temática que las chicas de su clase han decidido montar. Cuando tuvieron la reunión para elegir qué actividad harían durante el festival de otoño y la idea de las sirvientas salió a la luz, tanto Chifuyu como el restó de los chicos pensó que quienes utilizarían el tonto disfraz serían las mujeres. Ellos estarían ahí para el trabajo pesado como mover las mesas, instalar la momentánea «cocina» en una de las esquinas o, incluso, preparar los dulces que comprarían a priori en el supermercado.
Sin embargo —y a causa del bocachancla de Keisuke–, los papeles se habían invertido tan pronto una chica se quejó, diciendo que por qué ella debía ponerse un traje de maid cuando a alguien como Baji le quedaría mejor. Chifuyu estaba a punto de saltar sobre ella y discutir sobre cómo se atrevía a siquiera imaginar a su mejor amigo como si fuera una simpletona sirvienta cuando Keisuke chasqueó la lengua y dijo: «Pues sí que me quedaría genial».
El resto es historia y, lo peor de todo, es que a Keisuke Baji le queda increíble el disfraz. Se ha quitado la coleta y el cabello le cae en cascada por la espalda. De hecho, si alguien le mira desde atrás, con falta de vista y desde una distancia prudencial, podría incluso pensar que Keisuke es una mujer. Quitándole, claro está, los pelos que le han salido en los brazos y que se niega a depilar, o los marcados cuadríceps que le han aparecido mágicamente de la noche a la mañana.
Pero por mucho que Keisuke luzca el vestido como si fuera un modelo, la verdad es que Chifuyu no puede decir lo mismo en cuanto a él respecta. Y es que se mira al espejo, ve como su falda tapa lo justo de su trasero y lo único en lo que puede pensar es en... Que esto no es una buena idea.
Se avecinan problemas. Lo tiene claro.
—Toma, sácame una foto antes de que venga alguien —pide Keisuke y tira su teléfono en dirección a Chifuyu, quien lo coge en el vuelo. Keisuke se apoya en la pared con una pierna cruzada y las manos delante de su entrepierna. —Venga, dale, como si estuviera despistado.
Chifuyu pone los ojos en blanco, pero saca la foto igualmente.
—Ahora otra como si me diera vergüenza.
Keisuke junta sus dedos índices, levanta los pulgares y pega las rodillas.
—Me estás dando vergüenza a mí—avisa Chifuyu.
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Cassandra Complex | HanFuyu [Tokyo Revengers] +18
Fiksi PenggemarChifuyu Matsuno se ha autoconvencido de que esto es una mala idea. Tokyo Revengers RarePair Week 2024 [Día 1 Voyeurism/Public Sex] Shuji Hanma x Chifuyu Matsuno Los personajes pertenecen a Ken Wakui.