Capítulo 13

599 45 0
                                    


Habían pasado tan solo cinco días, y aun no conseguía información sobre la antigua novia de Dominik. Lisa tenía razón, era un callejón sin salida. O alguien se negaba a ser encontrada.

Suspire con cansancio, resignada por no encontrar absolutamente nada en internet.

David salía como todos los días a revisar el viñedo. Porque nunca sabias cuando te podía invadir alguna plaga. Eso decía él.

Curiosa decidí seguirlo, me había ignorado todo este tiempo, si algo no viene a ti, debes ir a él. No me importaba lo mucho que David deseara alejarme. Estaba aquí y no perdería cualquier oportunidad para recuperarlo.

Mariane insistía en hablar con él, contarle todo lo que sucedió en Nueva York con Maximiliano, pero él se negaba a escucharla. Le pedí que desistiera de la idea, eso era algo que debía contarle por mi cuenta.

Me sentía mejor, después de compartir esos momentos tormentosos con la madre de David. Cuando le mencione cada detalle de todo lo que había atravesado semanas atrás, ella no podía creerlo ¿Cómo era posible que existiera una persona tan enferma como Maximiliano? Mantuve alejados de mi cabeza los recuerdos de esos días sofocantes, y seguí por los sembradíos a David. Iba vestido con una playera blanca, unos vaqueros oscuros y sus botas de trabajo. A diferencia de mí que llevaba mis zapatillas bañadas en lodo, y mis piernas rasguñadas por la hierba. SI usar un vestido parecía buena idea, ahora no tanto.

El sabía que estaba siguiéndolo. Pero continuaba sin hablarme. Así que me dispuse a romper el silencio cuando se detuvo a observar las hojas de las plantas.

—¿Qué tipo de plaga estas buscando? ¿Han tenido problemas con alguna en el viñedo?

No tenía idea de nada sobre las plantas, pero buscaba inútilmente que el me mostrara un poco de atención.

Estaba interrumpiendo su concentración con mis preguntas al aire, así que suspiro con molestia y me miro.

—Cualquier tipo de mancha poco habitual en las hojas o alguna decoloración extraña en el tallo puede ser indicio de alguna plaga. Si tuvimos una hace siete años. Perdimos gran parte de la cosecha. No fue nuestro mejor año.

Después de eso, se giró nuevamente al sembradío. Pero notaba la tensión en sus hombros, quería que me fuera de ahí.

Continuó avanzando tras él, en silencio. No sabía que más decir.

Pero desvié mi atención a una víbora delgada y larga que estaba justo a mi costado.

Salte sobre la espalda de David. Porque esa cosa iba a matarme.

Este se tambaleo hacía delante confundido por mi movimiento.

—¿Qué se supone que estás haciendo? Bájate de mi espalda Amber.

Negué efusivamente con la cabeza.

—Yo te recomiendo que corras porque hay una víbora justo al lado de nosotros.

Al escuchar mis palabras se giró en esa dirección. Y si ahí estaba el animal. Listo para atacarnos.

—¿Vas a correr o no? No quiero morir así.

Dije lloriqueando de terror. Aferrando con mas fuerza mis brazos a tu cuello.

—Tranquila no es una especie venenosa, lo máximo que te puede ocurrir si te ataca es una reacción alérgica claro que si no se atiende podría complicarse y cerrar tus vías respiratorias, pero no dejaría que eso suceda.

—No me importa, no pienso bajar de tu espalda hasta que se vaya o este lo suficientemente alejada.

—Bien, pero esto me tomara toda la mañana, el sol es fuerte ¿no importa si tu piel se daña?

—no, solo vamos a alejarnos de ese animal por favor.

Camino un par de metros más, observando los racimos de uva.

—Creo que ya hay una distancia considerable ¿Por qué no bajas de mi espalda?

—¿Eh? Si, por supuesto discúlpame, lo había olvidado.

Estaba tan avergonzada, sentir la espalda de David, firme sosteniendo mi cuerpo. Me había aturdido de sobremanera. Extrañaba su calidez y el olor de su perfume.

Baje de un salto. Casi resbalo por la humedad de la tierra, pero el me tomo de la cintura. Me veía con su mirada verdosa, escudriñando cada facción de mi rostro.

Y yo tan solo pensaba en lo mucho que deseaba besarlo. Hasta que me dejo caer de trasero contra el piso. Había arruinado mi vestido.

—¿Te crees muy gracioso no?

Lo mire indignada, pero tome un puño de tierra y lo arroje a su rostro. Su sonrisa burlesca se había borrado de su cara.

—¿Segura que quieres jugar este juego Amber Wilson?

Murmuró bajando en cuclillas mi lado, levanto una ceja con insinuación.

—Seguro que te ganaría.

Le respondí con descaro mientras le sonreía con burla.

Una pelea de tierra inicio. Su camisa y mi vestido eran un desastre. Pero aun así continuamos, esto era demasiado divertido, sentí como la tensión de estos días y las paredes de distancia que David se había encargado de construir cedían poco a poco. Dejándonos en nuestro propio e intimo mundo, en el que solo el entendía mis descabelladas ideas.

Al detenernos, exhaustos acostados sobre la tierra, fui consciente de que toda mi piel estaba cubierta de lodo y enrojecida por el ferviente sol.

No podía evitar reír cuando observe a David. Su ropa sucia, si rostro oscurecido con la tierra, pero su sonrisa sobresalía. Y su mirada, ya no era ausente, esta me transmitía cariño.

Y no lo soporte más, me derrumbe. Quería llorar y contarle todo, pero en su lugar, aprovechando la cercanía, me cerní sobre él y besé sus labios, con una fiereza que no le daba la oportunidad de rechazarme.

Sus brazos me envolvieron, acercándome cada vez mas a su cuerpo. Mis manos viajaron con anhelo desesperado a su cabello para después dejarlas sobre su rostro.

Sus manos recorrían mi espalda manteniéndolas con firmeza en mi cintura.

Me aleje cuando respirar era más que necesario. Y lo mire, suplicando que no volviera a apartarse de mí.

—¿Por qué me haces esto Amber?

Pregunto con dolor en sus miradas, pero sin dejar de sostenerme cerca.

—Te amo David, las cosas no son como parece, déjame que...

—No voy a caer de nuevo en tus palabras, suficiente daño me has hecho.

—Solo escúchame, tengo que decirte lo que sucedió

—Por un momento me deje llevar, pero no confundas lo que acaba de suceder, no puedo perdonarte o confiar en ti.

Me aparto con delicadeza y camino ocultándose en la inmensidad del prado.

Estaba cansada de llorar, pero estas seguían cayendo sobre mi rostro. No me rendiría con él, ese beso no solo cargaba pasión, era una mezcla de sentimientos y emociones, sé que David lo había sentido.

Embriagame con tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora