Capítulo 9

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Me arregle como todos los días para ir al despacho por la mañana. Pero ese día sería diferente, lo sabía. Había un peso instalado en mi pecho, de esos que te advierten cuando algo muy malo va a suceder. Pero era inevitable postergar mi castigo, aun si eso era el despido.

Recién ingrese a el edificio, Andrew asomo la cabeza sobre su hombro y me indico que pasara directo. Trague saliva con ansiedad. Si, seguro me despediría.

—Toma asiento, por favor.

Indico serio, apenas puse un pie en la fría oficina.

Mis piernas temblaban ¡Ni cuando era modelo me ponía tan nerviosa! Camine con torpeza y tome asiento frente a él.

—Bien, ¿sabes porque estás aquí?

Su mirada continuaba serie y sin empatía. Lo mire desconcertada por su pregunta.

—Si, por la negligencia que cometí hace una semana.

—Es correcto, me alegra que tengas el valor de admitirlo.

—Lo siento mucho, Andrew. Había tenido una crisis emocional horrible, que descuide mis trabajos escolares, me aprecio fácil tomar el expediente creyendo que no lo notarias.

Me escuchaba atento comprendiendo cada palabra que salía de mi boca.

—Entiendo, aun así, no hay escusa valida para ese tipo de comportamiento ¿lo sabes?

—Si. Dije en tono bajo, resignada a la derrota. El nudo que se formaba en mi garganta me informo que estaba a punto de llorar.

—Bien, tu honestidad y forma de trabajar a lo largo de estos meses, te ha dado el derecho de la duda. También fui un joven estudiante y no fue fácil para mi ese periodo de mi vida. Sera comprensivo contigo, conservas tu lugar de trabajo, sin embargo, debo suspenderte dos meses. Debes meditar tus acciones y al regresar entregar un reporte del porque debes continuar laborando con nosotros y claro, disculpándote por la negligencia cometida.

No podía creer lo que mis oídos escuchaban. Continuaba dentro del despacho. Mi maniaco y frívolo jefe estaba dándome una segunda oportunidad para reivindicar mi error. Debía estar soñando. Pellizque disimuladamente mi brazo, porque esto era surreal. El dolor hormigueo bajo mi piel y Andrew dejo su mirada de seriedad, por una sonrisa cómica.

— ¿Qué haces Amber?

—Es que debo seguir dormida en casa.

— ¿Por qué dices eso?

Inquirió con diversión.

—Porque no hay manera de que me permitas seguir aquí, después de mi error.

—Pues créelo, no es un sueño, pero no te salvaste. Tienes una suspensión a partir de hoy. Eso significa que no percibirás el apoyo económico estos dos meses.

—No te preocupes Andrew, siempre puedo vender algunas prendas en Amazon. Eres increíble muchas gracias.

Sin dudarlo corrí a su lugar y lo abracé con efusividad.

— ¿Qué haces abrazando a mi novio?

Rebeca la mejor amiga de mi hermana, una mujer morena y bellísima, me miraba como si deseara que desapareciera. A claro, que eran pareja. Lo había olvidado.

Inmediatamente Andrew me aparto de su lado. Me agradaba Rebeca, no había conocido a nadie que intimidara a mi maniaco jefe.

—Hola cariño ¿Qué haces aquí?

—Bueno me dirigía al trabajo cuando sentí la repentina emoción de verte.

Aunque lo decía con dulzura su sonrisa se veía forzada. Sintiendo la tensión en el aire y observando como sus miradas hablaban en un lenguaje secreto, me retire para que conversaran con comodidad.

Embriagame con tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora