REGLA #5

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Conocer a Daddy Yoongi fue lo mejor que le pasó a Jimin.

Cuando lo vio por primera vez fue como un sueño inalcanzable. Un hombre guapo, tal vez en sus treintas, bien vestido y jodidamente elegante y sexy.

Pero era el presidente de una de esas grandes multinacionales que financian proyectos en la universidad. Nunca se fijaría en un estudiante de la facultad de artes que es un completo torpe y cuando está bajo presión se comporta como un niño porque le es difícil enfrentarse a los problemas como un adulto.

Pero el hombre guapo, sofisticado, millonario y excesivamente el tipo de Jimin se fijó en él de todos modos. En una situación bastante vergonzosa, pero lo hizo.

En una presentación de arte fallida, en la que Jimin se enredó con el cable de un altavoz y cayó sobre una de las esculturas que se exhibían en la feria estudiantil que la universidad organiza cada año para encaminar a los estudiantes a conseguir una pasantía.

El hombre con cara, cuerpo y mirada de Dom de principio a fin, que más que un experto en arte era nada menos que un empresario de las finanzas volteó justo en el instante en que la cabeza de un busto tallado en mármol salía rodando por las baldosas del piso en el pasillo del stand de la facultad de artes.

Jimin puede reconocer hoy en día que el tropiezo fue porque no podía apartar los ojos del hermoso hombre, pero en se momento, todo lo que podía reconocer era su vergüenza y las palabras duras del maestro de Historia del arte que hicieron que Jimin corriera sin mirar atrás hasta detenerse en los baños vacíos y esconderse en uno de los cubículos apestosos.

Quizás ahora, Jimin entiende que las cosas sucedieron así por una razón.

—¿Hola?

Jimin estaba hecho bolita en el piso del reducido espacio.

—Hey... ¿Estás bien?

La piel de Jimin se erizó ante la profunda voz. Alguien lo seguía al baño sin que se diera cuenta.

—Estoy bien.

Jimin no lo estaba y su propia voz lo delataba, pero esa otra voz era tan demandante y Jimin se sentía como un niño tan necesitado en ese momento.

—Sal de ahí, pequeño —Pidió la voz. —No pasa nada.

Sí pasaba. Jimin había sido torpe y se había avergonzado, pero el suave arrullo de la voz detrás de la puerta del cubículo le hacía sentir que podía confiar.

—Ven aquí y habla conmigo. No ha pasado nada malo. Anda.

¿Cómo esa voz tan sólida podía transmitirle a Jimin tranquilidad? En ese momento no lo sabía, pero como el niño bueno que se empeñaba en ser, Jimin abrió la puerta y salió lentamente del cubículo.

—Eso es. Todo está bien, estás bien. No pasa nada.

Oh, diablos.

La voz era el hombre elegante al que Jimin había estado viendo como un psicópata y por lo que había sido tan tonto que no vio los cables en el suelo.

Jimin quería volver al cubículo y meter la cabeza en el retrete.

—Hey, hey. Mírame.

Oh... la voz era firme, suave y demandante. Como en los sueños más locos de Jimin y no quería más que ser un niño bueno y obediente.

—Pero mira que chico tan lindo.

Jimin sabía que se estaba sonrojando, pero no podía evitarlo y tampoco podía apartar la mirada de los penetrantes ojos oscuros que lo clavaban al piso sin remordimiento.

Las reglas de Daddy #1 |YM| +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora