Capítulo 6

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No se si me gustará lo que veré si espio a Ciel... No quiero dudar de él.

Se que aunque ya no estemos juntos, su cariño era sincero. El de verdad me quiere... No quiero pensar que todo eso fue una farsa.

Tras despedirme de Alice en el palacio, tomé un caballo del establo y me encaminé hacia la mansión donde se alojaba Ciel. El collar que llevaba, un regalo de Ciel, me hacía invisible a la presencia de Sebastián.

A unas cuadras de la mansión, bajé del caballo y continué mi camino a pie. La discreción era crucial. No solo debía enfrentar a Sebastián, sino también a los demás sirvientes de Ciel, quienes poseían poderes considerables. Mi atuendo poco convencional podría hacerme pasar por una intrusa, y no dudarían en eliminarme. Enfrentarme a los tres sería una batalla desigual.

Al llegar a la mansión, recorrí las bardas hasta la parte trasera, donde me escabullí saltando. Una vez al otro lado, me escondí en un arbusto. A través de las ramas, observé a Finny aproximándose. Maldición, ¿me habría descubierto? Era con quien menos deseaba pelear esa noche, poseía una fuerza descomunal.

Afortunadamente, Finny solo se dirigió a un rosal para regarlo, y luego regresó a la mansión. Un suspiro de alivio escapó de mis labios. Con sigilo, me dirigí a la puerta trasera que conectaba con la cocina. Al otro lado, las voces de Bard y Mei-Rin llegaban a mis oídos. Pensé que todos se habían retirado a dormir. ¿Es que estas personas no descansaban? Qué fastidio.

Escuché atentamente su conversación. Mencionaron que se irían a descansar a sus habitaciones. Tras confirmar su partida, ingresé a la cocina y me dirigí a otro pasillo. Mi objetivo era la oficina de Ciel, donde esperaba encontrar pistas sobre su peculiar actitud hacia mí.

Luego de verificar que Bard, Mei-Rin y Finny se habían retirado a dormir, me sentí más libre de recorrer los pasillos. Solo quedaba Sebastián. Para evitar llamar su atención, decidí subir al segundo piso por una ventana y escalar hasta allí. Al entrar por la ventana, me escabullí entre los pasillos en busca de la oficina.

Finalmente, la encontré después de varios minutos. Entré y cerré la puerta con seguro. No podía permitir que alguien me interrumpiera. Me acerqué al escritorio de Ciel y observé varias cartas abiertas, junto a otros documentos. Estaba a punto de tomar una carta para leerla cuando escuché voces aproximándose. De inmediato, corrí a abrir la puerta. Pero, ¿dónde me escondería?

Desesperada, busqué un refugio en la habitación. Lo único que se me ocurrió fue esconderme dentro de uno de los cajones de un mueble, debajo de un librero. Era lo suficientemente grande para albergar mi cuerpo. Entré y cerré la puerta con sigilo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. La voz de Ciel, tan familiar y querida, resonó en la habitación, acompañada por la respuesta grave y serena de Sebastián.

Ciel: Ya no puedo seguir haciendo esto, es tan molesto...

Sebastián: Bueno, joven amo, usted decidió hacer esto por cuenta propia...

Ciel: Lo sé, y a pesar de eso, Alois es molesto, me prometió que lo dejaría de hacer...

Sebastián: No creo que tenga intenciones de terminar con este asunto, al parecer le parece divertido esta situación en ______(país)... Y ahora que usted lo está ayudando, dudo mucho que deje de hacerlo...

Mi mente era un torbellino de confusión y dolor. ¿De qué estaban hablando? ¿Ciel estaba ayudando a Alois? ¿Todo este tiempo...? Las palabras de Sebastián resonaban en mi cabeza: "usted está ayudándolo". ¿Ayudándolo con qué? ¿Qué tipo de plan macabro podrían estar tramando juntos?

La imagen de Ciel, mi confidente, mi... ¿amor?, se derrumbaba ante mis ojos. ¿Cómo podía haberme traicionado de esta manera? ¿Por qué me había involucrado en este juego retorcido con Alois?

Kuroshitsuji II (Ciel y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora