Capitulo II - Cambio

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Golpeó la puerta de la casa de Leo escuchando al instante como este le gritaba desde dentro qué esperará. La puerta del apartamento se abrió y su amigo apareció con una musculosa y un a cara de cansado como si recién lo hubieran tirado de la cama.

– Ya estoy aquí, pasa y - – las palabras se le quedaron atrapadas en alguna parte viendo los tres grandes bolsos que reposaban junto a sus pies. Arqueó una ceja interrogante viendo a su amigo -- Te ves horrible

– Gracias, no es como si me hubieran echado de mi apartamento a las 4 de la madrugada – Alex tenía su cabello desordenado y grandes ojeras. Parecía haber tomado lo que más cerca tuvo para ponerse como ropa y por su sentido del olfato, podría decir que había corrido una maratón y llegó hasta él sin bañarse.

– Pasa y ve a bañarte, te ves hecho mierda.

– Gracias Leoncito

Alex dejó sus cosas cerca de la entrada y tomó una muda de ropa para bañarse. Conociendo lo aficionado que era Leo con la higiene, no lo dejaría mantenerse allí por más de una hora apestando así.

Luego de ducharse y desayunar algo, ambos se sentaron en la sala.

– Entonces, resumiendo, te atrasaste con el pago de la renta y te echaron antes de lo previsto porque aparecieron nuevos inquilinos – organizó Leo señalando los puntos más importantes de toda la dramática historia que le contaba su amigo.

– No se que tiene el Señor Walter en la cabeza para echarme en plena temporada – Alex parecía mantequilla derretida sobre el sofá bordó. Esparcido como un trapo viejo por su mala suerte – ¿No podía ser un poco más comprensivo por el hecho de que no logro conseguir trabajo?

– Alex, vienes atrasando la renta desde hace dos meses, fue bastante comprensivo – Obvió el más alto levantándose y caminando hacia los bolsos para ordenarlos.

– No se que voy a hacer, estamos en época de estudio, casi no hay apartamentos disponibles ni tampoco trabajos de medio tiempo.

Leo ignoró la lista larga que comenzaba a dictar su amigo mientras buscaba donde colocar sus pertenencias. Luego de encontrar un buen rincón para estas, volvió al lado de su amigo.

– Puedes quedarte aquí hasta que termine el año – ofreció Leo sin preocupación.

– ¡¿En serio lo dices?! – Alex saltó en su lugar de la emoción.

– Si, mi trabajo en la empresa de mi padre me deja suficiente dinero para pagar la renta y nos alcanza perfectamente para vivir los dos – Alex estaba por lanzarse sobre su amigo y abrazarlo hasta asfixiarlo cuando se acordó de algo.

– Pero no puedo quedarme aquí gratis como si nada. ¿Crees que tu padre tenga lugar para darme empleo? – Leo pareció pensarlo pero terminó por negar con la cabeza – Ugh... Entonces.. ¿Qué tal si te ayudo aquí en la casa? Haciendo las tareas y eso.

– Alex, sabemos perfectamente como termina algo así – recordó Leo algo aterrorizado de lo fatal que se le da a su amigo las tareas domésticas.

– Pero, no quiero quedarme aquí y ser una carga – el mayor pareció pensarlo y entendía bien lo que sentía. Una idea fugaz atravesó su mente y sonrió.

– Ya se como podrías pagarme. Pero te lo diré en su momento. No te preocupes... – Alex lo observó algo confundido pero lo dejó pasar.

– Bien, ¿dónde dormiré?, veo que sacaste el sofá-cama.

– Dormirás conmigo ¿está bien para ti? – por dentro saltaba de emoción por esa oportunidad.

– Claro, ahora vamos a-

– A estudiar, trae tus cosas

Alex hizo un puchero y fue arrastrando sus pasos hasta sus bolsos. El tema del apartamento quedó olvidado mientras reconocían las enfermedades más importantes en la medicina. Luego de casi tres horas estudiando entre cuadernos y libros, el castaño se tiró en el sillón rendido.

– Ya basta, seguiremos mañana por favor – pidió con voz dramática. Leo suspiro y se levantó de su lugar.

– Bien, ve a dormir, yo luego te sigo.

Alex se paró de un salto y corrió a la habitación. Al entrar sintió el olor masculino del perfume de su amigo. Siempre había sentido envidia por ello, él siempre olía a girasol o primavera, o eso le decía su hermana.

Se tiró sobre la cama de una plaza extremadamente cómoda. Apretó una almohada en un abrazo y cerró los ojos sonriendo. Su último pensamiento antes de dormir fue lo afortunado que era de tener un gran amigo como Leo. Se preguntó qué tenía planeado cobrarle en vez de dinero.

Leo entró a su habitación luego de ducharse y encontró a Alex durmiendo hecho bolita abrazando su almohada. Su remera se levantaba levemente dejando ver su plano y pequeño abdomen. Sonrió pensando en lo inocente que se veía y aún así sus pensamientos eran completamente contrarios a esa palabra. Que irónico.

Se quitó la remera y se acostó detrás de su amigo abrazándolo por la espalda y pegando su pecho desnudo a esta. Enterró su rostro en la nuca contraria sintiendo el olor del shampoo qué él mismo usaba. Olía celestial.

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MI BELLA ADVERSIDAD (BL) ¡¡+18!!  --Aurora Anónima--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora