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—Hola... ¿Podemos hablar? —preguntó amablemente la mujer rubia que habían rescatado días atrás, la rubia tomó asiento rápidamente junto a ella, evitando su posible escape.

Sabine, asintió ligeramente nerviosa mientras suplicaba que apareciera Ahsoka y la rescatara de aquella conversación. La mandaloriana observó cómo la hermana de la mujer, quien llevaba una armadura demasiado conocida para ella, también tomaba asiento en la pequeña mesa en la que se encontraba.

—Tenemos un par de preguntas—Comenzó la rubia con tranquilidad—Sé que tú podrías ayudarnos a responderlas.

Sabine se removió aún más nerviosa sobre la silla en la que estaba sentada—Me encantaría, pero...

—¿Pero? —Respondió la mujer de armadura enarcando una ceja, sus ojos verdes la miraban con cierta molestia—¿No puedes hacerlo? Me vi a mi misma junto a...

Sabine tragó ruidoso al escucharla, interrumpiéndola—Bueno, lo sé, solo que las cosas que pasaron de dónde venimos no ocurrirán en este universo, no habría mucho que contar. Cambiamos un par de cosas, venimos de una línea... diferente de ¿Tiempo? Creo que podría decirse así.

La rubia hizo una mueca—Lo entiendo, pero....

—Me encantaría contar lo que sucedió, pero no sería correcto, majestad—Murmuró rápidamente la mandaloriana a la líder de su pueblo—No sería prudente, ni adecuado. Ahsoka ya se está encargando de guiar al consejo en ciertas cosas apremiantes que ayudarán al futuro de esta galaxia.

La mujer de armadura rodó los ojos al escucharla—Entonces... ¿Nosotras no merecemos saber nuestro futuro?

—Tu futuro lo decides tú, Bo-Katan. —Expresó Sabine mirándola a los ojos—Ahsoka y yo ayudamos lo suficiente con lo que respecta a ti y...—Dijo mirando a la mujer rubia—A su majestad.

La pelirroja hizo un gesto furioso al escucharla—Eres una mandaloriana, debería importante el futuro de Mandalore.

—Mandalore está maldito de dónde vengo, solo es un planeta olvidado más en la galaxia—Contó finalmente haciendo callar a la que había hablado antes que ella—Han pasado cosas horribles, cosas que mejor no deberías saber, Bo-Katan.

La rubia tembló al escuchar aquello último, sus ojos azules parecieron humedecerse ligeramente—Ya veo... ¿Mi familia...?

Sabine se mordió los labios, no quería contar mucho, pero al parecer no podría escapar de las preguntas de ambas mujeres—Ya viste a Bo-Katan y sus hijos, es lo que queda de ella.

Satine, la duquesa de Mandalore, asintió al escucharla, entiendo perfectamente lo que había sucedido con su persona y Korkie. Sus ojos azules se humedecieron ligeramente, pero trató de camuflar su agonía.

—Casada con un ortodoxo y siendo una cazarrecompensas—Expresó Bo-Katan a la mandaloriana tan joven como ella, había burla y decepción en su voz—¿Me dices que ese es mi futuro? Bastante deshonroso para...

—Tu...—La interrumpió Sabine, sus ojos miraron fijamente los verdes—No has pasado por nada de lo que ha sufrido esa Bo-Katan, créeme cuando te lo digo, que ella es feliz donde está y con quien está, uno no habla a menos que sepa ¿No dice eso el credo?

La pelirroja guardó silencio, aunque sus ojos verdes ardieron furiosos—Hay propósitos más grandes que ser un cazarrecompensas, no quiero ese futuro para mí.

—Lo sé—Escupió Sabine furiosa—Pero... esa Bo-Katan entendió que no necesita un gran propósito para ser feliz, esa es la diferencia entre ella y tú...

La pelirroja enrojeció al escucharla, estuvo a punto de responderle, pero el toque de la mano de Satine sobre su hombro hizo callarla.

—Mandalore... ¿Hay mandalorianos de dónde vienes? —preguntó la duquesa con cierta cautela, afligida por el destino de su planeta y su pueblo.

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