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Freía las papas en el aceite y luego agitaba el recipiente. Parecía feliz mientras lo hacía.
De un momento a otro, Rodri colocaba un enorme plato lleno de papas y una copa de helado en la mesa de Iván
-Espero que lo disfrutes.
-Eso es lógico. ¿Y tú qué esperas?, siéntate a comer helado o no quieres
comer helado, ¿o no quieres?
-Si quiero.
El cocinero se sentó a comer helado con Iván.
Hablaron de cosas triviales, cosas que realmente no tenían importancia, pero en ese momento parecían lo más relevante e interesante del mundo.
Iván se echó una papa a la boca y la masticó, saboreando la combinación con la catsup.
Ah, aquellas papas sabían deliciosas, sin duda eran las mejores que había probado en toda su vida de mierda.
Si lo pensaba... Rodri se parecía un poco a aquellas papas, pues Iván aborrecia la comida americana, desde wafles hasta hamburguesas, pero las papas a la francesa eran lo que menos le gustaban, sin embargo, las que preparaba Rodri eran su comida favorita; lo mismo le pasaba con las personas, odiaba al mundo entero, desde japoneses hasta americanos, pero Rodrigo carrera era la única persona a la que amaba.
Conocer a Rodri fue para él, como encontrar una moneda de oro entre una montaña de estiércol.
Al pensar lo último, se sintió agradecido por haber conocido a su chico castaño.
Desde que lo abandonó, tal vez siempre estuvo deseando volver a comer sus papas a la francesa, tal vez siempre estuvo espetando en secreto, el día en el que volvería a ver a Rodri, tal vez Rodri era la mejor persona que pisaba la faz de la tierra.
Aunque, claro, todos esos pensamientos, nunca se los diría a Rodrigo ni a nadie.
Cuando Iván tenía solo unas pocas papas y a Rodrigo le quedaban cuatro cucharadas de helado, empezaron a comer más lento.
No querían que la comida se acabara, ojalá pudieran comer y comer tanto hasta explotar y después de eso seguir comiendo.
El tiempo avanzaba, no se detendría nunca, llegando al punto en que el desayuno terminaba.
Sucesivamente, la hora de la ejecución también había llegado.
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Iván fue llevado hacia la habitación en donde se encontraba la silla eléctrica.
Rodrigo estaba ahí, también un montón de policías más.
-Tendrás un tiempo para despedirte de Rodrigo si así lo deseas- le dijo Tomás
