20- No puedo revelar nada

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Mikael estaba aterrado. El miedo era una emoción que no conocía, no sabía si se estaba muriendo, si estaba teniendo un ataque, si estaba herido, si estaba enfermo.
Se presentó ante la edificación de blanca arquitectura, varias cupulas de diversas torres, con enredaderas subiendo por ellas, flores lilas cada tanto, rosales morados, flores de lavanda y tréboles verde intenso.
Varios arboles de jacaranda lila daban una la sombra fresca sobre banquitos de piedra.
Ante el arco de la entrada se materializó. Aun con la arcangel de cabello rojo en brazos, inconsciente.

-Rafael!! - llamó aun mientras entrada y subía los escalones hasta el salón del arcangel .

Éste salía acompañado de otro ángel y varios jóvenes de túnicas blancas.

-qué a pasado?- preguntó sorprendido, luego miró la sangre y junto las cejas , algo difícil por lo arqueado de las mismas.- desobedeciste la orden del consejo y fuiste por ella..- dijo.

No sonó a un regaño. Indicó con la mano que lo siguiera y Mikael se apresuró tras él.

Rafael los llevó hasta una pequeña habitación con una cama cerca de la ventana con cortina de seda, todo blanco y pulcro, sencillo.

-traigan algo para limpiar, Amara, busca a tu hermana y que vengan con ropa para Azrael - ordenó tras señalar la cama para que Mikael la pusiera ahí.
-tú, que fue lo que la hirió?- preguntó al arcangel d la guerra.

-una lanza de magia arcana, una lanza perteneciente a los primigenios...es..porqué no esta sanando? Qué le sucede?- preguntó Mikael con preocupación.
-espera afuera.. - ordenó Rafael a la vez que regresaban las dos angeles femeninas.
Quedándose sólo ellos tres en la habitación.

Mikael se encontró ante la puerta cerrada, esperando. Caminando...golpeteando una pared. Pensaba que habían pasado horas, pero
Arakiel llegó con la arcangel de piel oscura, aun con sus ropas desgastadas, manchadas de la mugre de las tierras inferiores.

Los tres se miraron.

-Rafael dijo que esperemos fuera..- informo Mikael.

-que sucede si un arcangel muere? Ella podría morir?- preguntó en tono tremulo Arakiel.

-no digas eso..ni siquiera...cierra la boca Arakiel- demandó Mikael y miró a la arcángel de los secretos.- tu sabes algo? Sabes el futuro de las cosas..dime- pidio el arcangel de la guerra.

Raziel ladeo la cabeza pensativa, pero su rostro no reflejó nada. Una ligera arruga en su frente denotaba que estaba pensando.

-no puedo revelar nada..-respondió ella y se sento en los escalones, alisó la tela de su diminuta falda, para parecer más recatada. Los miró. - porqué esperar de pie cuando puedes esperar sentado?- inquirió ella.

Dharolor caminó por la gran estancia de piedra. La iluminacion de un tono gris mostraba los signos de una trifulca ahí, quedaban algunos de sus obreros, corta estatura recogiendo pedazos de cuerpos de soldados que se enfrentaron a los cuatro arcángeles.
El Primigenio los observó con cierta lástima, tenian tanta hambre que aquellos restos servirían para su alimento, más de uno probo a los miembros de los caidos, una pierna, una brazo, quiza unos dedos. Lo demas lo cargaban en carretillas y se lo llevaban.

Vio como varios estaban apiñados en cierta zona, intentando rascar el suelo, extraer lo que estaba ahí.

-hermano...- Dharolor volteó hacia su hermanito.

Todo lo contrario a él. Era de piel de muy blanca, cabello rubio y alto, tan alto como el. De ojos azules, fuerte, su forma humana era tan opuesta a la suya, que era del color de la noche, de ojos oscuros. El general estaba con ellos.
Sus cuatro brazos en descanso, sus armas enfundadas.

Arcángeles 1- Una Apuesta Y Un Llamado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora