Capítulo 1.

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El trabajo se estaba volviendo agotador; el descanso que tenía era nulo, y siempre estaba alerta en todo momento. Sus horas de sueño eran reducidas, pero ya era costumbre, así que se adaptó fácilmente. Sin embargo, incluso en medio del agotamiento, su determinación seguía intacta.

Sus ojos oscuros recorrían con atención los informes esparcidos sobre la mesa. Cada hoja contenía los datos de su vasto imperio criminal: territorios controlados, operaciones en curso, nombres de aliados y enemigos. La información era su arma más poderosa, y él la manejaba con maestría.

Oyó un golpe en la puerta que lo puso en alerta; levantó su mirada fría hacia ella y ordenó que pasara quien estuviera tocando. Un hombre se adentró lentamente hasta llegar al escritorio donde se encontraba Bang Chan, el líder de la temida organización rusa Morskaya Gryaz. La tensión en la habitación era palpable mientras esperaba a que el visitante revelara su propósito.

El sujeto que había ingresado hizo una reverencia antes de dirigirle la palabra al alfa. Bang lo miró atentamente, si lo molestaba a estas horas debía ser algo de suma importancia, y eso esperaba.

— Señor, esta información es muy crucial. —dijo el hombre con un tono grave— Una de nuestras familias detectó que tenemos un infiltrado de los Kuroi Kitsune-kai. Ha estado compartiendo información confidencial y ahora mismo no sabemos de su paradero, lo estamos buscando.

El alfa frunció su seño y apretó ambos puños. Aunque realmente no le daba mucha importancia a estas cosas, lo hizo enfadar considerablemente y a nadie le agradaba cuando Bang Chan estaba enojado, menos cuando era un alfa con feromonas fuertes.

— Esos infelices están en todos lados; son como cucarachas, nunca se acaban. —su voz cambió drásticamente— Reúne información y en cuanto sepas dónde está, dime dónde ir.

El hombre asintió y se marchó rápidamente, dejando al alfa solo en la gélida y siniestra oficina, la cual muchos temían entrar. El eco de sus pasos resonaba en el silencio mientras se desvanecía por el pasillo, sumiendo el lugar en un ominoso vacío.

Chan se levantó de su lugar, moviendo la cabeza de un lado a otro por la tensión que sentía. Sus cejas fruncidas mostraban una expresión de desagrado, con la rabia evidente en su mirada, siempre denotando su ira.
Cada músculo de su cuerpo parecía tenso, como si estuviera al borde de estallar en furia.

El alfa se paseó por la habitación, su mirada fija en el horizonte invisible más allá de las paredes de concreto. El aire estaba cargado de electricidad, como si una tormenta se estuviera gestando dentro de él. Sus puños se apretaron con fuerza, las uñas cavando surcos en sus palmas mientras luchaba por contener la explosión de emociones que amenazaba con consumirlo.

Finalmente, con un suspiro profundo, Chan se obligó a calmarse. Cerró los ojos por un momento, inhalando lentamente para recuperar el control. Sabía que no podía permitirse perder la compostura, no ahora. Había demasiado en juego y no podía permitir que la ira nublara su juicio.

El conflicto con los Kuroi Kitsune-kai -una mafia japonesa reconocida en el país- venía desde hace una década, incluso más.
Sus antiguos líderes tenían un gran problema que nunca se esclareció completamente; simplemente se odiaban.

Jamás habían llegado a más que desacuerdos y algunas discusiones, al parecer todo se vió afectado cuando uno de los miembros traicionó a su organización, al descubrirlo lo mataron y no pasó de eso, mantuvieron la paz por el bien de ambas mafias. Pero ahora han cruzado el límite, tampoco era alguien que pasara por alto las afrentas; se dedicaba a proteger a su asociación y a cada miembro de la misma con esmero. Aparte, tenían cosas privadas que retener solo para ellos.
Era un castigo severo.

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