Sacrificios

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El día siete Calle despertó con un terrible malhumor, lo cual me hizo saber que ella también había recibido la odiada visita.

Digamos que ser dos chicas de mal humor era terrible, así que discutíamos por todo y nos disculpábamos de forma muy estúpida.

En el momento era irritante. Ahora que lo recuerdo me parece gracioso.

¡¿Por qué me miras?! —pregunté con alteración. Me parecía bastante molesto que me observara detenidamente mientras intentaba comer aquella fea papilla que nos sirvieron esa mañana.

¡¿Acaso ya no puedo hacerlo, Poché?! —ella estaba mucho más alterada que yo.

¡Claro que sí! ¡Pero no cuando me como esta horrible papilla! ¡Me intimidas!

¡¿Qué quieres que mire?! ¡¿Los pechos de Laura?!

Ese había sido un golpe bajo.

Si quieres —accedí con total seriedad. —Pero, en cuanto lo hagas, te olvidas de tener sexo conmigo.

Ella jugaba sucio. Yo era peor.

¿Pueden dejar de discutir? —preguntó Kim pacíficamente. Era la única que parecía disfrutar de aquella papilla con olor a pies y sabor a tierra. —Es incómodo.

No te metas en esto —pidió Calle con total seriedad.

No le hables así a la enana —esa fue Laura. —O juro que te las verás con mis manos.

A ella le encantaría vérsela con tus manos —murmuré mientras me cruzaba de brazos. Puede que suene estúpido ahora mismo, pero en ese momento estaba increíblemente enojada con ella. —Claro, como mis dedos son del tamaño normal...

¿Pueden dejar de...? —de nuevo era Kim.

¡Cállate! —dijimos las dos.

Te odio —recuerdo haberle dicho a Calle.

Pero la verdad es que la amaba tanto que mi corazón amenazaba con estallar cada vez que la miraba.

No quiero que vuelvas a hablarme —murmuró antes de levantarse junto con su plato y marcharse a la habitación vacía.

Bien —acepté.

Bien.

Bien.

Bien.

¡Lárgate ya!

¡No! —se negó mientras regresaba, dejaba su plato en el suelo y se abrazaba a mi cintura con tantas fuerzas como podía. —Perdón, Poché. Te amo —susurró mientras escondía su rostro en mi vientre para luego suspirar.

Yo también te amo —correspondí con una sonrisa mientras reacomodaba su cabello.

Eso ha sido tan raro que le han quitado el habla a Abisambra —se burló Laura.

Puede que fuera un comentario bastante cruel, pero incluso Abi rio ante esto.

Este desayuno es horrible —se quejó Calle.

Puedes dármelo si quieres —ofreció Kim.

Yo estaba loca, pero Kim era demente.

¡¿Estás loca?! ¡¿No quieres que desayune?! —exclamó Calle con indignación.

Era solo una sugerencia —murmuró encogiéndose de hombros.

Está bien, lo acepto. Comete lo que queda.

Virus Letal | CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora