✰𝙔𝙊 𝙏𝙀 𝘿𝙊𝙔 𝙈𝙄 𝘾𝙊𝙍𝘼𝙕𝙊́𝙉✰┃𝙅𝘼𝘾𝙆𝙃𝙊𝙋𝙀

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La noche caía sobre la ciudad mientras Hoseok y sus amigos salían de la universidad. El patético discurso de Jackson resonaba en sus oídos, y la imagen del director entre la multitud solo aumentaba su indignación. Los siete compartían una casa, y en ese momento, la compañía de amigos era su refugio.

El autobús los llevó de regreso a su hogar compartido. Hablaban en voz baja, como si temieran romper el frágil equilibrio que los sostenía. Hoseok caminaba lentamente hacia el interior de la casa que compartía con sus amigos; cada paso resonaba con el peso de su corazón herido. Al cruzar la puerta, la familiaridad del hogar no lograba consolar su alma atormentada. Sus amigos, que se mantenían detrás de él en todo momento, empezaron a entrar a la sala y se dispersaron en diferentes sillones. Cada uno estaba absorto en sus propios pensamientos, con la mirada fija en su amigo que aún se encontraba estático en la puerta. Parecía petrificado pese a todo lo que habían hablado en la universidad y el autobús no parecía suficiente para levantar un poco el ánimo de su amigo.

Jeongin, con su cabello despeinado y ojos curiosos, se atrevió a romper el silencio entre todos. Aclaró la garganta y se dirigió a su amigo Hoseok - ¿Estás bien? - preguntó, notando la expresión sombría en el rostro de Hoseok.

Hoseok asintió, pero no pudo evitar que su voz temblara - necesito ayuda -murmuró - tengo que deshacerme de todo lo que me recuerda a Jackson. Ya no quiero ser más un fan loco que tiene en su habitación colecciones de fotos y póster de una persona tan mediocre y cruel como él - se animó a acercarse hasta donde se encontraban sus amigos y se sentó en un sillón individual mientras los miraba atento.

Taehyung se acercó a Hoseok y le puso una mano en el hombro - ¿Estás seguro de esto, Hobi? - preguntó, no tan convencido por lo que su amigo había dicho. Él sabía todo lo que Hoseok había tenido que hacer y pagar para conseguir todo lo que tenía en su habitación. Lo vio cada día meter algo diferente en lo que al boxeador engreído se trataba - esas fotos son parte de tu historia y te costaron mucho tenerlas. No eran nada baratas, ¿sabes? sería un desperdicio de dinero. Puedes simplemente revenderlas. Hay personas allá fuera que pagarían por tener una foto de aquel fulano.

- estoy completamente seguro, Taetae - respondió Hoseok - creo que debería darle una nueva versión a mi habitación y dejar de ser un fan estúpido que idolatraba a una bestia con cara de almeja - dijo esto algo molesto, sacándole una risa a todos sus amigos presentes. Volvió un poco su lado divertido, y no lo juzgaban; el chico tenía cara de almeja o, mejor dicho, tenía cara de rata, si eso era una fea rata -ahora, por favor, vamos a mi habitación a sacar todo eso de ahí - se levantó, viendo a sus amigos hacer lo mismo. Su determinación iluminaba su rostro mientras sus amigos lo seguían escaleras arriba. La habitación de Hoseok era un santuario dedicado a Jackson, cada centímetro cubierto con recuerdos de un ídolo caído. Sin embargo, esa noche, la habitación se transformaría.
Jeongin, siempre el más práctico, fue el primero en actuar, recogiendo pósteres y recortes de revistas - esto no te define, Hoseok - dijo con firmeza, arrancando las imágenes con cuidado para no dañar las paredes.

Hoseok observaba, el corazón pesado pero seguro - gracias, Innie - su voz apenas un susurro. La habitación comenzaba a quedar impregnada de nostalgia y despedida. Las paredes, una vez cubiertas de pósteres brillantes y fotos enmarcadas, ahora mostraban las huellas de su decisión. Los clavos vacíos, las marcas de cinta adhesiva y las sombras donde los objetos solían colgar eran testigos mudos de su transformación.

El escritorio, antes un altar para Jackson, estaba ahora limpio. Hoseok había guardado cuidadosamente las cartas que le había escrito al boxeador, pensando que en algún momento se las entregaría. Las cartas, con sus palabras de aliento y agradecimiento por motivarlo a estudiar baile, eran un tesoro donde guardaba sus secretos y dichas escritas para el boxeador. Aunque no podía deshacerse de ellas, tampoco quería que estuvieran a la vista.