Capítulo Treinta y Cuatro

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Lisa salió lo más rápido de pudo, si por ella fuera, hubiera salido corriendo, pero obvio no quería llamar la atención.

Se sentía mal por haber dejado a Henry así, cuando sabía que la extrañaba y quería pasar tiempo con ella. Ella también lo extrañaba y quería pasar tiempo con él. Pero su estado emocional se lo impedía, no quería que eso le afectara a él o que lo le fuera a dar la atención necesaria.

Lisa no tenía cabeza para nada, lo único que corría por su cabeza como una película era cuando Jennie le dijo que se iba a casar en menos de seis meses. Seis meses, seis meses podían pasar instantáneamente.

La había perdido, no había vuelta atrás. Jennie se iba a casar, iba a seguir su vida con alguien más. Sus lágrimas comenzaron a salir, las limpió de inmediato, pero era inútil. Sentía un fuerte dolor en el pecho, un vacío que cada vez se hacía más grande.

Lisa tenía muchas cosas que decirle a Jennie, pero no pudo decir nada en lo absoluto. ¿Qué iba hacer ahora? Ya no podía luchar por ella. Era inútil tratar de hablar las cosas con ella, lo único que podía hacer era ser su amiga. Pero ¿estaba dispuesta a hacerlo? ¿Estaba dispuesta a aceptar que Jennie se iba a casar con alguien más? ¿Aceptaría el que seguramente tendría más hijos con Mark?

Si tan solo hubiera podido hablar con ella, ni siquiera pudo decirle que las cosas con Sana habían terminado.

Sana le había dicho que había aceptado la posición en otro estado el día en que Lisa regreso a NYC cuando ella y Sana hablaron. Ambas sabían que una relación a larga distancia no funcionaría. Si por Lisa fuera, tal vez se iría con ella. Pero Lisa no quería alejarse de su hijo, Sana lo comprendía, sabía que Henry tenía prioridad, así que decidieron terminar todo en buenos términos.

La pelinegra sintió sus lágrimas salir nuevamente, no sabía lo que sentía. Sabía que estaba triste al ver como sus lágrimas no dejaban de salir, pero a la misma vez no sabía que sentía. Coraje, recepción, tristeza, rabia, todo eso era todo lo que sentía.

No podía estar molesta con Jennie, estaba molesta consigo misma. Sin tan solo hubiera luchado un poco más por ella, sin tan solo no hubiera sido una idiota y dejar que Mark ganará la batalla tan fácilmente.

Ahora no había vuelta atrás, como iba que podría tratar de recuperarla cuando se iba a casar. Jennie quería estar con él, no con ella, por eso se iba a casar con él.

Varias semanas pasaron en las que Lisa decidió hundirse en el trabajo y el alcohol, claro que cuánto se trataba de pasar los fines de semana con Henry, se olvidaba completamente del alcohol y le dedicaba todo su tiempo al pequeño. Lo único bueno que le podía quedar de Jennie era ese pequeño.

Tal vez todo esto era karma, por todo lo que lo le hizo a Jennie. Ella so no se merecía lo que le hizo en el pasado. Ahora de alguna forma u otra Lisa iba a pagar por todo lo que había hecho.

Lisa había decidió tomarse unos días en el trabajo para ahogar sus penas en nada más que alcohol. No sabía que día de la semana era, tal vez martes o miércoles. Lo único que sabía era que aún no tenía que ir por Henry, así que no era necesario levantarse en lo absoluto, al menos que fuera para ir o una cerveza o algo.

Lisa escuchó el timbre, pensó en no abrir, pero quien estaba afuera seguía insistiendo. Irritada se levantó molesta dispuesta a golpear a quien fuera que estuviera al otro lado de la puerta.

"¡¿Que carajo quieres?!" Exclamó la pelinegra cuando abrió la puerta.

"Hola a ti también Lisa, que buena forma es la tuya de contestarle a una de tus mejores amigas." La rubia contestó mientras entró al penthouse de la pelinegra.

Una Segunda Oportunidad (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora