Está listo para pelear en combates, mi príncipe. — Dijo Ser Criston Cole, orgulloso de la agilidad de Aemond al entrenar.
Me importan una mierda los combates. — Dijo Aemond indiferente. — Sobrinos... — Dijo volteando a ver de repente a Lucerys y a Visenya.
Estos dos últimos se vieron por algunos segundos y volvieron a ver al frente, pues Aemond se acercó a ellos.
Has crecido, Visenya. — dijo Aemond.
Claro. — dijo obvia.— No esperaba quedarme toda la vida siendo una niña de cuatro años. — Volteó a ver a Lucerys. — ¿Nos vamos? — Lucerys asintió y empezaron a caminar.
Alto. — ordenó Aemond. — Quisiera poder tener el honor de entrenar con un principe... Fuerte, cómo se dice que eres. — dijo viendo a Lucerys.
Luke tensó levemente la mandíbula y vió por algunos segundos a Visenya, le asintió dándole a entender que ella podía retirarse, que no tendría problema con quedarse con Aemond, aunque él, Visenya y todo el mundo sabía que sus encuentros siempre terminaban en peleas.
El príncipe Aemond, con mirada feroz se enfrentaba al príncipe Lucerys de ojos serenos y sonrisa tranquila. Ambos jóvenes poseían una agilidad y habilidad excepcionales en el arte de la espada.
El aire vibraba con el choque de acero contra acero mientras Aemond y Lucerys entrenaban. Aemond luchaba con coraje, su espada cortando el aire con ferocidad. Cada golpe estaba cargado de rencor y odio, como si estuviera librando una batalla personal.
Lucerys, en cambio, se movía con gracia. Su espada trazaba arcos precisos, defendiéndose a la perfección. No peleaba con ira, sino con una calma que desconcertaba a su oponente. Aemond no podía evitar sentirse desafiado por la destreza de Lucerys.
Con el tiempo, Lucerys mejoró. Sus movimientos se volvieron más fluidos, su defensa más sólida. Aemond, al notar la creciente habilidad de su sobrino, se enojó aún más. ¿Cómo podía ser que Lucerys, con su aparente tranquilidad, lo superara?
El entrenamiento particularmente fue intenso, Aemond y Lucerys terminaron discutiendo. Las palabras se convirtieron en gritos, y antes de que pudieran detenerse, se encontraron a puñetazos en el suelo polvoriento. Lucerys perdió su espada en la refriega, y en un intento desesperado por no recibir más golpes, salió corriendo.
Aemond lo siguió sin pensar. Los dos príncipes atravesaron los patios, saltaron las murallas y corrieron por las calles del pueblo. Aemond gritaba tras él, su voz llena de rabia.
¡Lucerys! — Gritaba Aemond. — ¡Voy a arrancarte ese maldito ojo y dárselo cómo regalo a mi madre!"
La gente del pueblo los miraba con asombro mientras los príncipes corrían, sus capas ondeando al viento. Aemond estaba tan furioso, pero no podía detenerse. Lucerys, sin embargo, parecía un poco asustado, pero corría con una determinación tranquila, como si supiera que podía escapar.
Lucerys se detuvo, jadeando, y Aemond lo alcanzó. Se miraron el uno al otro, sudorosos y agotados. Aemond aún respiraba con furia, pero algo en la mirada de Lucerys lo hizo titubear.
¿Por qué? — preguntó Aemond, su voz ronca. — ¿Por qué no te rindes?"
Lucerys sonrió, y en ese momento, Aemond vio algo en él que nunca había visto antes: compasión.
Porque no quiero ser tu enemigo, Aemond. — Respondió Luke.
Aemond acorraló a Lucerys contra un callejón, lo tomó del cuello apretando fuertemente.
Aemond. — dijo Lucerys con dificultad. — Sueltame. — Luke intentaba quitarse el agarre de su cuello pero se le complicaba.
Lucerys le dió una patada en la entrepierna y logró separarlo, salió corriendo y Aemond volvió a perseguirlo pero con dificultad por el golpe.
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El Vuelo De Los Dragones
FanfictionEl amor entre ellos es un fuego ardiente, pero también peligroso. Deben ocultar sus sentimientos mientras enfrentan las intrigas de la corte y las rivalidades familiares. La Danza de los Dragones, que normalmente desgarraría a la familia Targaryen...