promesas y corazones rotos.

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Los rayos del sol apenas empezaban a adentrarse por las ventanas de su habitación, y Aegon apenas empezaba a cerrar los ojos, algo que no hizo en toda la noche, el sonido de los pequeños golpes contra su puerta lo hicieron despertarse de un brinco, su corazón estaba un poco acelerado por el susto.

Carajo. - susurró de mal humor. - ¿Qué sucede?

Principe, Aegon. - Se escuchó al otro lado de la puerta la voz de Ser Erryk. - la princesa Rhaenyra ordenó que se iniciara con sus entrenos lo más rápido posible.

¿Mis entrenos? - Se envolvió de pies a cabeza con la sábana, en verdad no quería levantarse de la cama, no cuando apenas había dormido algunos minutos.

Sí, majestad. - respondió Ser Erryk. - Lo esperó en el patio trasero, junto a los pequeños principes. - Una vez dicho eso, Ser Erryk se fue.

Por todos los infiernos, que castigo estaré pagando. - murmuró para él mismo.

Aegon se quedó algunos minutos más en la cama pero el tener el pendiente de tener que ir a entrenar, no lo dejaba dormir así que se puso de pie, justo cuando lo iba haciendo, tocaron la puerta y una vez dado el permiso, dos damas de compañía entraron, una con un balde con agua y otra con ropa lista para Aegon. El balde lo dejaron sobre una pequeña mesa de madera y la ropa sobre la cama, se despidieron con una pequeña reverencia y salieron.

Aegon se dirigió hacía el balde de agua y lavó su rostro restregando sus manos contra su cara dejando la punta de su nariz levemente roja, se secó el rostro y las manos y luego se dirigió hacía la cama por su ropa la cuál con toda lentitud empezó a ponerse. Una vez listo salió de la habitación y se dirigió al patio trasero.

Al llegar estaba Ser Erryk entrando con espadas de madera junto a Jacaerys y Lucerys. Jace parecía ser bastante bueno con la espada, sus movimientos eran rápidos y ágiles, claro, para un niño de su edad, con el tiempo debería mejorar más y más, por otro lado a Luke se le dificultaba, pero se notaba su esfuerzo.

Majestad. - Saludó Ser Erryk con respeto mientras le entregaba su espada de entrenamiento.

Aegon la recibió y se acercó a los chicos, entendió la indicación. Serían los niños Velaryon contra él. Los tres iniciaron en la batalla, aunque Aegon era más alto y antes más fuerte, ahora había perdido poco a poco esas habilidades, así que se notaba la dificultad que tenía para ganarle a los chicos.

Aegon intentó recordar todo lo que Ser Criston le enseñó pero en ese momento su mente estaba en blanco, solo pensaba en regresar a la cama y dormir.

Aegon, si no quieres entrenar con nosotros, solo dilo y entrenas con Ser Erryk. - Dijo Jace al ver a Aegon sin ni siquiera esforzarse.

Ser Erryk se fue y nos dejó a solas. - Respondió indiferente.

Podemos llamarlo si es lo que quieres. - Respondió de la misma forma Jace.

Aegon se quedó en silencio pero se propuso mejorar en ese momento aunque falló al momento de controlar la fuerza, con movimientos rápidos y bruscos, hizo que Jace y Luke caeran al suelo, quizás golpeandose un poco. Jace intentó ponerse de pie pero Aegon lo hizo caer de nuevo, Luke también lo intentó pero Aegon fue incluso más brusco con él.

¿¡Por qué nos tratas así!? - cuestionó Luke en un pequeño grito, estaba molesto y también le dolía el abdomen donde recibió el reciente golpe de Aegon.

¿Por qué no hacerlo? - Preguntó burlón. - Son unos bastard...

Sin importar quién sea nuestro padre! - Lo interrumpió Lucerys quién parecía ser el más afectado. - Nunca te hicimos algo cómo para que nos odies tanto.

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