Un entrenamiento lleno de torturas haría que cualquier persona se sintiera harta de vivir y así era para él. Su vida ya no era suya, su libertad fue arrebatada, ya ni siquiera se sentía como un humano. Parecía que había perdido cualquier emoción o sentimiento.
Y así fue durante cuatro años, donde simplemente se sentía un arma de doble filo, pero quién carajos se imaginaría que en cuanto cruzara la puerta de su habitación se toparía con el mismo diablo en persona.
Gustabo García, el psicópata que se viste de payaso, había caído. El que juró que ya no sentía nada, se había enamorado de nadie más y nadie menos que el Comisario de la LSPD.
Es hora de jugar al gato y al ratón, pero ¿Quién es el gato y quién es el ratón? ¿Quién caerá en la trampa del otro?
Después de todo, Freddy Trucazo lo quería matar, ¿no es así?
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El cuarto mes del año estaba en su pleno apogeo. Se sentía la fresca brisa del viento y al mismo tiempo el calor entrante de la siguiente estación.
Fue tormentoso el golpe que la vida le dio en este año. Tenía la ligera y muy pequeña esperanza de que, después de cuatro años encerrado entre paredes blancas y obligado a ser entrenado por su presunto padre, por fin alcanzara ese tan ansiado atisbo de tranquilidad, porque la libertad la veía imposible, para ser sincero, la libertad para él estaba en un límite más allá de la muerte.
Solitario. Así es como se describía. Su corazón ni siquiera daba señales de vida más que latir por tener una función. Sus pulmones sólo respiraban por respirar. Y su cuerpo solo se movía por moverse. O así era hasta que lo conoció. Desde ese momento, todo se empezó a mover y servir en torno a él.
Freddy Trucazo. Un hombre tan parecido a su persona y a la vez tan diferente. Tan cerca y tan lejos. Su comportamiento cuando él estaba presente cambiaba a uno más como se supone que sería el Gustabo García del 2020. Aquel joven idiota que aún tenía ese brillo que lo caracterizaba en los ojos y esperanzas de un futuro sin hambruna.
Curioso es que, por mucho que sobrevivió muchos días y noches sin comer ni una sola migaja de pan en su niñez, jamás tuvo tanta hambre.
El problema consistía en que no sufría por la falta de comida, más bien, era la ausencia de aquel Comisario. Ese pelinegro se había incrustado en sus pensamientos diarios y vaya que la vida es complicada, porque a pesar de estar amarrado de por vida y muerte a la CIA, se sentía más vivo que nunca.
Inhaló profundamente, sintió el humo entrar y recorrer sus pulmones al dar la última calada a su cigarro. Tiró lo poco que quedaba de éste y retomó su camino al parking de Comisaría.
Hoy pintaba ser un día calmado, pero no podía estar más equivocado. Por mucho que intentó despejar su mente de aquellos ojos marrones, casi negros, de su superior, no lo logró. Simplemente, Freddy nunca se salía de su mente.
Así que, qué mejor para empezar el día que ir a por los avisos de droga. Ya lo tenían mareado, harto. Cada 5 minutos saltaban avisos de personas en motocicletas vendiendo aquellas sustancias que tanto aborrecía. No por nada dejó de consumirlas para poder seguir viviendo cuando aún era un crío.
Vaya fue su sorpresa que, al encender la radio, después de haberse colocado un chaleco nuevo, encontró a aquel hombre que no podía quitarse de encima. Ojalá fuera literalmente hablando.
Ingresó a la frecuencia con cierto nerviosismo, sería más raro si solo se fuera a cualquier otra frecuencia sin saludar. Sin embargo, últimamente solo buscaba los pretextos más tontos para intercambiar, aunque sea dos palabras con su superior. Como el que acaba de darse a sí mismo.
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FRUSTRACIÓN
FanfictionUn entrenamiento lleno de torturas haría que cualquier persona se sintiera harta de vivir y así era para él. Su vida ya no era suya, su libertad fue arrebatada, ya ni siquiera se sentía como un humano. Parecía que había perdido cualquier emoción o s...