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Una semana después.

Iriel.

Me gustaría decir que todo ha mejorado, pero no es así, hace unos días fue el funeral de mi padre, y aunque no lloré mientras bajaban el ataúd, ni cuando terminaron de enterrarlo y ni siquiera cuando la gente no dejaba de darme el pésame, estuve todo el tiempo en piloto automático, lloré al llegar al mirador, una vez estuve allí, me desplomé dejando salir todo como un torrente, grité, lloré, me maldije, maldije a medio planeta... Lo que viene a ser un desahogo en toda regla.

He pasado mucho tiempo allí, más del que me gustaría admitir, en realidad.
Voy siempre después de clase, tras visitar a mi madre... cada vez que tengo oportunidad voy allí y paso horas sentada con la brisa reconfortando mi me mente, no he dejado de fumar, ni de recordar a Kaz, a penas hablo e inconscientemente estoy alejando a la mayoría de personas de mi vida, pero encerrarse en uno mismo a veces no ed tan malo... 

En fin, sigo hundiéndome en la mierda y más ahora que por fin he vuelto a mi casa. 

Mi madre no muestra mejoría, aunque tampoco empeora, lo que me hace mantener una vaga esperanza en que va a recuperarse pues sus heridas superficiales se van curando poco a poco, voy todos los días a verla y a hablar con ella, allí me desahogo un poco y después vuelvo a casa, donde estoy en completo silencio hasta el día siguiente. 

El primer día que regresé Sabrina y su familia me acompañaron y lo agradezco, pero a la hora de entrar decidí hacerlo sola, era algo que debía a hacer por mi cuenta, no siempre iba a ver alguien para cuidarme y ya era hora de empezar a crecer, a fin de cuentas, lo más probable es que deba empezar a arreglármelas sola de ahora en adelante, y aceptarlo siempre es el primer paso y el más difícil, así que como diría mi padre me quité la tirita de golpe.  

Ese día me dediqué a llorar y no salí del cuarto de mis padres pues allí les sentía más cerca,todo olía a ellos y conseguí dormir un par de horas a lo sumo abrazada a una chaqueta de mi padre que aún olía a su perfume, el segundo día lo usé para seguir llorando y comenzar a hacerme a la idea de que debía espabilar y darme cuenta de que ahora ya no había nadie para cuidarme y guiarme como lo harían ellos, y el tercero comencé a forzarme a hacer cosas y a salir, al menos al funeral, después de eso solo salí para comprar un poco de comida, ir al instituto, al hospital o al mirador, los siguientes días sólo hablaba con Sab o Asher y recreaba la rutina de los días los días anteriores. Se podría decir que me puse un poco en marcha para poder ser una persona funcional y comenzar al menos a sobrevivir por mi cuenta. 

Lo que nos lleva al día de hoy. 

He comenzado a buscar trabajo, aunque la herencia de mi padre no es precisamente pequeña, o al menos eso creo porque aún no he ido al notario,  no quiero tocar mucho de ella cuando la tenga, así que voy tirando con los ahorros que tengo para los gastos que me lleguen de la casa y la comida, poco más que eso por el momento pero ya no me queda para aguantar mucho más tiempo. 

Los chicos me están dando cierto espacio, quiero decir, están ahí cuando los necesito, pero  tampoco me presionan para que vuelva a estar mucho rato con ellos, saben de sobra que tengo una relación bastante rara con la soledad y que me cura de la misma manera que puede llegar a enfermarme si me paso demasiado tiempo por mi cuenta. 

"Eh, morena, te tengo un regalo, ¿puedo pasarme a dártelo?"

Era un mensaje de Asher, le digo que se pase cuando quiera y vuelvo mi vista al libro que sostengo en estos momentos sobre las manos, estoy a punto de acabar mi último curso y el año siguiente podré ir a la universidad por lo que estoy tratando de hacerlo lo mejor posible, ellos lo hubiesen querido así, aunque no sé muy bien cómo haré para compaginar el estudio de una carrera y un trabajo, pero todo requiere ciertos sacrificios, mis padres me empezaron a enseñar eso una vez ruve edad para entenderlo.

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