Un mes más tarde.
Termino de limpiar el suelo del local y devuelvo las cosas a su lugar, suspirando pesadamente por el ajetreo que ha habido hoy, es sábado, por lo que la gente ha salido a los locales como cada fin de semana, el mundo sigue girando a pesar de todo y yo sólo puedo pensar en llegar a casa y dormir las pocas horas que pueda.
-Muchas gracias por venir hoy, Iriel, no sé qué habríamos hecho sin ti, ha habido demasiada gente.
María es una mujer de unos cincuenta años, muy alegre, con el pelo algo canoso y algunas arrugas en su rostro, pero con unos ojos verdes que contienen aún una chispa que te regenera el espíritu cuando la miras, nos conocimos un día en el supermercado y le comenté mi búsqueda de empleo y se oreció a ayudarme, fue ella quien me consiguió el empleo que tengo entre semana como recepcionista en un spa y algunos fines de semana la ayudo en su bar si tiene demasiado ajetreo como una manera de compensárselo.
-No es nada, ya sabes que soy yo quien te lo agradece, me viene mejor para ahorrar un poco más, todo es siempre bienvenido.
Ella me sonríe y me extiende el sobre, sé de sobra que hay dinero de más, lleva haciendo lo mismo los dos últimos fines de semana, aunque le diga que no acaba poniendo demás y le molesta si trato de devolverlo, me ofrecí a trabajar gratis para ella, pero no lo aceptó, así que acordamos un pago, pero no respeta la cantidad, la primera vez que lo hizo estuvimos al rededor de veinte minutos discutiendo y al ver que no iba a cedes me di por vencida.
-¿Qué tal van los estudios?-Me pregunta apoyándose en una de las encimeras metálicas, observando cómo coloco mi delantal en una percha y agarro mi bolso de la misma.
-Bien, voy lo mejor que puedo, estoy aprendiendo a gestionar mi tiempo para que me dé tiempo a todo y bueno, no está yendo mal, no he bajado de nota y mantengo las tareas y trabajos al día.
-Me alegro... ¿tu madre ha mejorado algo?
-No, cada día hay menos esperanzas de que despierte, dicen que si sigue así lo más probable es que no vaya a despertar y que debería ir pensando si desconectarla sería una opción viable, aunque prefiero esperar un poco más antes de tomar ninguna decisión y menos una tan importante.
Puso una mueca de disgusto y tras unos segundos asintió y me hizo un gesto para salir que no tardé en seguir y una vez fuera, nos despedimos y comenzamos el camino a nuestras casa, cada una por su lado con la única compañía de la luna en el cielo.
Se está acercando el invierno, las noches comienzan a ser más frías y suele llover a menudo, hace una semana hubo una gran tormenta y según dicen habrá otra en no demasiado tiempo pero hoy la noche está despejada, el cielo está inundado de una gran cantidad de estrellas, sin una sola nube y de vez en cuando miro hacia arriba para observar el cielo.
Llego tras unos minutos más de caminata y el calor de la casa envuelve mi cuerpo una vez entro y el olor a pollo asado inunda mis fosas nasales, lo que me impulsa a sonreír y acelerar el paso hasta la cocina, tirando todas mis cosas al sofá sin parar de caminar ni un segundo, veo que Asher se encuentra con un delantal y su gorro de chef con una copa de vino en la mano mientras ojea el temporizador con forma de pollo amarillo que le regalé hace unos días, al ver su pasión oculta con la cocina.
-Buenas noches, señor cheff... -Le saludo provocando un pequeño salto por el susto.
-Buenas noches, señorita, ¿ qué tal en el trabajo hoy?-Trata de disimular que se ha asustado.
-Bien, ha sido una tarde entretenida, para qué mentir, pero al menos mañana puedo tomarme el día libre y relajarme un poco, además, debo pensar qué debo hacer con mi madre, no sé si seguir el consejo de los médicos o esperar a ver qué pasa...
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Un rastro de ti.
RandomTe he buscado en otras personas de manera inconsciente y solamente me ha servido para saber que no hay nadie que se te parezca.