S e p t i e m b r e
Bueno, las vacaciones habían pasado muy rápido para el gusto de Fina, sentía que los dos meses se le fueron volando. Hace varias semanas desde su cumpleaños y se encontraba otra vez desayunando, ahora con quince años, dispuesta a ir a su segundo año en la secundaria. Lo había pasado fenomenal, sus amigas y los primos de Carmen la habían mantenido distraída todos los días, conversaba hasta tarde con las tres chicas vía Skype. De alguna manera Juliana era una de sus amigas cercanas y más ahora que asistirían juntas a la escuela. Su hermano, Johann, era un galán y siempre parecía amable con todo el mundo.
Lo único desgraciado en todos esos días fue una persona que no salía de sus pensamientos: Marta de la reina, La chica, que por cierto, Fina odiaba y le estaba haciendo la vida imposible. Todos los días recordaba sus ojos, había logrado dejar de escucharla o pensar en su risa pero lo único que su mente no podía olvidar, eran sus malditos ojos. Ahora, pensar que hoy la volvería a ver, le revolvía el estómago de una forma impensable, se sentía nerviosa y a la vez ridícula por sentir nervios.
Aunque vivieran en la misma ciudad, nunca se la encontró y todo eso debido a que se enteró de que se fue a un viaje fuera del país, pero ya volverían al instituto y sea cómo sea, allí desgraciadamente estarían cara a cara.
-¡Ahg, enserio, que horror!- dijo hundiendo el rostro entre las manos y su madre, Luz la miró divertida.
-¿Sigues atormentada por esa niña, cariño?- claro, durante todo el año Fina le había hablado sobre las chicas que la fastidiaban, diciendo que no era tan grave como para acusarlas y restándole importancia.
-Por qué se preocupa tanto por una chica?- preguntó Juan Carlos, cómo siempre él no entendía la situación.
-Porque esa niña lleva haciéndome imposible la vida- dijo dándole un mordisco a su emparedado, sentía la mantequilla de maní en el paladar.
-Por eso no quiero verla.-
-Parece todo lo contrario, cariño. Has estado muy ansiosa estos días- le guiñó un ojo y Fina se ruborizó.
-¡Mamá!- la regañó, escuchando su risa.
Después de un rato salió directo a la escuela, vestía al igual que toda la vida: camiseta de tiras, una chaqueta negra y uno Jean desgastado, en conjunto con sus zapatillas converse.
Al llegar, a la primera que encontró hablando en el aparcamiento fue a Carmen. Conversaba alegremente con sus amigos de la infancia y al acercarse, todos la saludaron con ánimos. Juliana se echó a los brazos de Fina y se colgó de ella, todos comenzaron a reír.
-Juli, déjame respirar! Si nos vimos ayer- reclamó, divertida, cuando la castaña se separó y le guiñó un ojo.
Siguieron conversando hasta que llegó Claudia, parecía muy feliz y los saludó a todos con la dulzura que la caracterizaba. Después de un rato escucharon el chirrido de unos neumáticos y apareció un convertible azul cerca de ellos, todo el mundo observaba la escena. Como si fuese una película, de el comenzaron a bajar los que conformaban al grupito.
Paula y una chica llamada Mariana, conversaban animosamente entre ellas y no lucían igual que el año anterior. Ya al cumplir los quince años era cuando las chicas comenzaban a madurar, claramente lo habían hecho ya que vestían con un jeans de mezclilla y unas blusas que dejaba al descubierto el abdomen. Incluso se podría decir que tenían maquillaje. Brad y Jaime eran otra historia, vestían con unas camisas holgadas de ultima marca y chaquetas de cuero. Jaime fue hasta la puerta y le abrió a una castaña. Esa era claramente Marta de la reina, la que Fina conocía del año pasado era pequeña frente a esta. Estaba radiante y el sol de la playa le había dejado un hermoso bronceado. Vestía una falda negra junto con una camisa rosada de tiras que dejaba ver un poco de su estómago y una chaqueta, muy grande para que fuera de ella.